Despierta

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Y derrepente, soy consciente de nuevo.
Estoy corriendo, alguien me persigue. La calle es ancha, es de noche y está todo oscuro, lo único que ilumina mi camino son las blancas luces de los faroles.

La ciudad parece abandonada, no logro ver ni oir a nadie, solo puedo escuchar mis pasos y mi errática respiración. Sigo corriendo; mis pies pesan y el aire en mis pulmones se reduce con el tiempo.

-Tik, tak, tik, tak, me estoy acercando- escucho su aviso, está cerca. Intento gritar por ayuda pero solo consigo asfixiarme y ahogarme. Nadie puede escucharme, nadie podrá salvarme.

Sigo corriendo pero mi ritmo se realentiza. Me está alcanzando. No puedo darme la vuelta, de hacerlo esa cosa acabaría conmigo, y no puedo darme ese privilegio.

El tiempo se está acabando, mi tiempo se termina con cada segundo y no logro hallar una salida o escape de esta situación. Mis pies se debilitan con cada paso que doy, mis cuerdas vocales son inservibles en este momento y mis pulmones parecen no funcionar cuando, por fin, logro ver lo que buscaba.

Reluciendo, envuelta en luz, ahí estaba, brillando como siempre.

[...]

Entré en esa blanca mansión, mi salvación.

Pude por fin respirar en paz, admirando la luz del sol entrar por la ventana y escuchando el cantar de los pájaros. Ésta vieja casona se siente abandonada cuando está vacía.

Decido ir hacia la biblioteca para buscar algún que otro libro para pasar el rato y olvidarme de ese horroroso momento.

Pero eso seguía ahí.

La sensación de inseguridad no se había ido del todo. No sabía que tenía un buen sexto sentido, nunca creí en esas cosas. Aún así nunca dejo de estar alerta.

Por fin elegí un libro, me costó un poco, no puedo pensar muy bien cuando me estoy sintiendo observado de ésta manera.

Tomo mi libro y me dirijo hacia mi habitación, pero mientras subo las blancas escaleras sigo sintiendome vigilado.

Llego a mi preciada y cómoda cama, me recuesto en ella para poder leer el libro que tanto me había costado elegir.

Me acomodo y trato de leer pero sigo teniendo el mismo pensamiento "Él sigue ahí, no se ha ido. Y no se irá hasta obtener lo que quiere, pero, ¿qué quiere?".

En medio de mi incertidumbre, alzo un poco la vista de mi libro y veo unos ojos verdes mirandome expectantes a través de mi ventana.

La desesperación recorre mi cuerpo otra vez, siento la adrenalina en mis venas. Trato de levantarme pero no puedo mover ni un músculo. Trato de gritar pero mis cuerdas vocales no funcionan.

Mi fin está cerca.

Sigo luchando por moverme, por emitir aunque sea un mínimo sonido, pero todo es en vano. Escucho sus pasos subir las escaleras y veo como la puerta se abre lentamente. El rechinido de la puerta es todo lo que se oye en esa abandonada mansión. Dejé de esforzarme, ya no habia vuelta atrás.

La puerta se abre, pero no hay nadie detrás de ella. Me siento confundido hasta que empiezo a sentir una horrenda respiración justo al lado mío.

Mi corazón dejó de latir. No quiero girarme a descubrir quién o qué está a mi lado, pero, como si no tuviera otra opción, mi cabeza empieza a rotar hacia esa dirección.

Y justo ahí, lo veo. Esa horripilante criatura que me acechaba estaba mirándome con una aterradora sonrisa de dientes filosos y esos grandes ojos vigilantes.

Antes de que pudiera decir o hacer algo, la criatura, sin dejar de mirarme a los ojos, me ordenó con una voz áspera y grave, casi demoníaca:

-Despierta.

[...]

Y derrepente, soy consciente de nuevo.

¡Despierta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora