Un nublado día

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Era un día nublado, se podría decir que más oscuro de lo normal

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Era un día nublado, se podría decir que más oscuro de lo normal. Yo me encontraba sentada, como cada tarde, en una silla de madera mientras veía gente entrar y salir de la sala en la que me encontraba. Por aquel entonces yo debía tener unos 10 años, porque ya con esa temprana edad mi vida se veía hecha una mierda.
Pues había nacido con una estraña condición, que no me dejaba vivir tranquila. Mi semialbinismo dificultaba mi día a día.
Pues es cierto que se conocen varios casos de albinismo, pero el mío era distinto a todos los ya vistos.
Y los médicos pretendían saber porque, mi enfermedad los tenía locos, porque por más y más pruebas que me hacían no lograban saber cómo era possible.

El albinismo es causado por un fallo en un cromosoma, pero en mi caso no era así.

Llebaba desde los 5 haciéndome pruebas de todo tipo, y yo, yo aún estaba atrapada en aquella gran incógnita que los científicos mataban por conocer.

Por no hablar de los constantes abusos que recibía en la escuela y que yo silenciaba al sentirme culpable de ser.. lo que en aquel entonces llamaba "rara".

Recuerdo que aquel día, gris, estaba tan cansada de llevar tantas horas allí que estallé en un ataque de ansiedad.
Aquella silla de madera donde yo me sentaba día tras día.. quedó destrozada, y no solo fue aquella mítica silla, si no todo lo que encontraba de paso.
Me sentía atada y quería liberarme de aquella tortura.. Cuando vi pasar enfrente de mis ojos... Un cuerpo.

Era el cuerpo de un niño esquelético, apagado, casi sin luz, pero aún así no logro olvidar aquella dulce sonrisa que quedó terriblemente marcada en mi mente.
Aquella sonrisa acompañada de su azul mirada...
Y como olvidar sus palabras rozar mis oídos tranquilizando me al instante... Todo estará bien.

Palabras que recordé por más de tres años desde aquel día.

Y entonces se lo llevaron lejos de mí, yo había dado unos cuantos pasos para reencontrarme con él, cuando note una mano posarse sobre mi hombro. Era mi doctor que me llevaba de vuelta a la sala médica.

En aquel momento olvide por completo todo lo que aquellos médicos probaban sobre mi cuerpo, nublando así mi mente, dejándola con un único pero intenso pensamiento.. aquel dichoso niño, con aquella dichosa sonrisa.

Y así pasé toda la semana, hasta que me arme de valor y le pregunté a mi doctor sobre aquelo niño, y su estado actual.

A lo que él me respondió... Que aquel niño ya había muerto.

Sin saber el porqué una oleada de tristeza me invadió por dentro, sentía como si me pesase el cuerpo, se me pudriese el corazón y se apagara mi esperanza. Nunca entendí aquel sentimiento tan feroz y como un niño al qual vi por unos segundos pudo causarme un impacto tan fuerte.

Seguí y seguí preguntando por él, el no saber la causa de su muerte me había dejado sin dormir varias noches. Pero aquel doctor, mi doctor se negaba a darme tal información.

Al ver que mis súplicas no tenían resultado decidí investigar por mi propia cuenta. Y un viernes por la tarde, mientras el doctor hablaba con una de las enfermeras del hospital, me escabullí, casi sin hacer ruido logré llegar a una sala. La cual estaba adoranada de altas estanterías sin espacio, de solo cajones.
Me llevo vario tiempo encontrar la ficha de aquel niño, del cuál no conocía ni su nombre.
Cuando estaba a punto de rendirme escuché la voz del doctor llamándome por todo el hospital. En un ataque de pánico vacíe todo lo que había dentro de aquel cajón en mi mochila y lo cerré de golpe.
Me levanté para abrir la puerta y poder salir de allí, cuando una enfermera la abrió por mí, y a su lado se encontraba el doctor, con el ceño fruncido. Podía ver su clara mirada de furia clavada en mis ojos.
A lo cual respondí nerviosamente excusándome de que me había perdido debido a un mareo por tantas pruebas.
Él sonrió preocupado y me saco de aquella sala.
Aunque yo por dentro sentí que lo había traicionado, ya que el siempre ha sido amable conmigo y me ha tratado bien. Y yo, acababa de mentirle en su cara.

Aquella noche llegué tan cansada a casa, que al ver la cama mis huesos se desplomaron encima y caí en un profundo sueño.

Al día siguiente desperté con un leve dolor de cabeza, salí de mi habitación en búsqueda de mis padres ja que la casa estaba especialmente silenciosa. Para mi sorpresa ese silencio tenía una explicación, y era que solo estaba yo y nadie más. Los busque por todos lados pero no estaban.
De repente me alertó el timbre del telefonillo. Pregunté, pero no contestó nadie, mire por la virilla de la puerta y vi una pequeña caja posada en la alfombrilla de nuestra entrada.
Abrí la puerta velozmente y entre la caja.

Fui hacia mi habitación donde la abrí con delicadeza. Dentro encontré varias tarjetas de felicitación y un reloj. Parecía muy antiguo pero al verlo de cerca vi que tenía un aspecto un tanto extraño, pero me gustaba.

Después de un largo tiempo contemplando mi regalo de cumpleaños, porque sí, efectivamente olvidé que era el día de mi cumpleaños. Logré recordar lo vivido el día anterior.
Sin pensármelo dos veces abrí la mochila y saqué todos los archivos.
Para mí sorpresa uno de ellos estaba completamente vacío, bueno, no del todo, ya que dentro de él había un diario.
Estaba desesperada, después de hacer todo lo que hice y haberle mentido a una de las pocas personas que me han tratado bien no sirvió para nada.

Pasaban las horas y nadie venía a casa, estaba tan aburrida de esperar que se me ocurrió leer aquel diario que se ocultaba en uno de los archivos.

No me podía creer lo que estaba leyendo... Era el diario de aquel niño?! Había escrito sobre mí!? Después de girar unas páginas, casi me quedé sin aliento al ver... Que aquel chico había escrito más allá de lo que vivió.


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