Moth

La chica del humo

Desperté de golpe, me encontraba en una cama, de blancas sábanas, fina seda, podía ver cada pelito de hilo salir del tejido de aquella suave y clara camilla.
Ella está sentada en la ventana, con las piernas alzadas al aire, como si no habiese altura alguna.
Entonces vio que yo habia despertado, y preguntó:

-Porqué entraste?

En ese momento me quedé en blanco, pues sinceramente, tampoco tenía una respuesta concreta.
A lo que ella respondió:
-Esque eres mudá?

Pero aún así yo no conteste.

Al ver que de mi boca no saldría una palabra, tiro el cigarrillo por la ventana y bajo de ella acercándose a mí. Y me dijo:
-Eres rara.
Acto salido despareció de la habitación saliendo por aquella  puerta.

Por lo que procedí a incorporarme, y salir de allí. Al levantarme no pude evitar mirar por la ventana y ver a qué altura habían estado flotando sus pies.
Al salir de la habitación me choque contra mi doctor, que me había estado buscando. Yo estaba completamente desorientada, hasta tal punto que no recordaba que estaba haciendo allí. Pero acompañe al doctor a mi sala médica para proceder con los experimentos.

Mire a mi doctor atentamente, rápidamente el se dio cuenta de que algo estaba llamando mi atención. Por lo que me preguntó:
-Todo bien Moth? Te veo un poco distante. Esque hay algo que te esté inquietando? Sabes que a mí me lo puedes contar todo.

A lo que respondí:
-Quièn es ella?
El me miró y se rió.
-Como ella? Deberías concretarme más, Moth.
-La chica del humo.
Quizás te refieras a Ash, ya que t encontrabas cerca de su habitación.
-Habitación? Vive aquí?
De nuevo el rió.
-Algo así. Y bien? Porque tanto interés?
-No nada...
-Hemos acabado por hoy, ya puedes irte.

Me levanté de la camilla y fui hacia afuera. Cuando me di cuenta una gran tormenta estaba cayendo sobre mi, aceleré el paso para llegar lo antes possible.

Entre llumias y rayos todo se veía muy borroso, pero supe diferenciar aquella silueta que había visto frente mi por la mañana. Cruzando la calle sin preocupación alguna, cuando vi como de golpe fue callendo, mientras un coche se acercaba a toda velocidad hacia ella.

Sin pensármelo dos veces, corrí hasta ella, la suje te en brazos y cuando me fui a levantar, un rojo intenso metalizado estaba a centímetros de mi.

Desperté de nuevo en mi cárcel, el hospital.

Pero volvía a ser pequeña, una niña