Yours

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NdA: Hola, cucuruchos. La semana pasada finalizó SK8 dejándonos a muchos con un vacío en el pecho difícil de sustituir, así que en una intentona de saciar mi hambre por estos chicos he escrito algo cortito que se podría considerar un "what if" de lo que podría haber ocurrido después de que Langa ganase a Adam.

Va sin corregir y tengo un internet dudoso, así que mañana le echaré otro vistazo.

PD: lo pongo en contenido adulto aunque no es explícito por si acaso

Espero que os guste Ü

Son las doce de la noche

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Son las doce de la noche.

La luna cuelga de una bóveda inmensa e inalcanzable, pero su albor pálido, casi plata líquida, se escapa del estelar marino y empapa Okinawa de este a oeste, de norte a sur, vistiendo de un blanquecino señero la bruma nocturna. No hay nadie en la calle. Las sombras se esconden bajo la barriga de un banco, se alargan desde la columna torcida de una farola que tintinea, persiguen el movimiento distendido que hace un gato sobre el lomo de un tejado y, durante el trayecto, recorta dos siluetas sobre el pavimento.

Se persiguen. Como gotas de agua contra un espejo empañado, caen, deslizándose cuesta abajo.

Entrelazándose.

En Lengua Japonesa se imparte una sección destinada a mitos y leyendas relativa al país. Y si bien hay muchas más destacables o apasionadas, hubo una en concreto que traspasó el papel e hizo clic con él.

Dicha historia habla sobre dos meñiques. Dos huellas dactilares remendadas una a la otra por un hilo rojo.

Se supone que emerge de la yema y parte desde el corazón, destinado a unirse a su otro igual, esté lo lejos que esté. Puede enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse, pero nunca romperse. Ignora si es real, si existe esa conexión mágica que todo lo puede; porque ha visto y padecido el impacto que deja tras de sí una pérdida. Conoce la forma en la que la angustia, el desamparo y la soledad apagan, sección a sección, las partes que hacen a las personas humanas, hasta reducirlas a un paraje de memorias hechas cenizas y da miedo considerar que algún día tendrá que sufrir de nuevo el proceso.

Sin embargo, tan pronto Langa percibe el tirón del lazo invisible que le vincula a Reki, no lucha.

Confía en que lograrán que funcione, como hasta ahora, y acepta disfrutar de lo que tienen hasta que deba dejar de existir. De momento se les da bien. Nunca consienten que la distancia crezca ni el material se desteje, apoyándose mutuamente.

Desamarrando los nudos que han ido produciéndose durante el camino.

Una y otra vez, sin cansarse.

—¿Tu madre sabe que te quedas? —bajito, Reki no es más que un susurro que silba al final de la calle, junto al viento.

Se han bajado de los skate, bajo la ventana abierta de su habitación, dispuestos a escalar un muro de piedra y a arramplar con cualquier alimento que contenga altas cantidades en glucosa y grasas trans.

Take my handDonde viven las historias. Descúbrelo ahora