Dinosaurs eating people

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— ¿No quieres comerte una mandarina? —

— No, gracias —

— Está bien — Yamaguchi volvió a dejar la mandarina en el suelo, sin pararse de su puesto, giro su rostro para observar el imperturbable gesto de Tsukishima, quien miraba hacia el techo en un intento de seguir buscando respuestas —.

Estaban ambos, ahí, recostados en el suelo de la habitación del rubio, había papeles y lápices regados en el suelo, estaban pensando las palabras correctas, pero era difícil expresar cosas que tenían guardado desde hace mucho.

Akiteru abrió la puerta, observó el desorden y cuestionó a su hermano con la mirada, aun así, no pareció querer hablar.

— ¿Tarea? — Preguntó

— Creo que sí — Tadashi tampoco mostró interés en hablar, trato de manera disimulada esconder algunos papeles, Akiteru se dio cuenta, aun así, dejo pasarlo —.

— Como sea, saldré un rato, mamá llegará más tarde, si necesitan algo no duden en llamarme — volvió a cerrar la puerta y el silencio los arropó —.

— ¿No tienes hambre? — volvió a preguntar Yamaguchi —.

Tsukishima lo miró, después de estar tanto tiempo observando el techo blanco, al fin lo miró.

Tadashi lo sintió como una atracción, como si fueran imanes, se acercó un poco más a Kei, tratando de no verse desesperado por la incómoda posición. Aun así, a Tsukishima poco le importo, alzo su brazo derecho, y con la yema de sus dedos acaricio furtiva pero suavemente la mejilla morena de su amante.

Cerraron sus ojos por la mera inercia, y el roce delicado de sus labios uniéndose les causó un corto circuito que parecía haberlos dejado estáticos, disfrutando de ese apetecible y amoroso acto que solo eran capaces de demostrar a solas, Yamaguchi tomo la mano de Tsukishima, la cual aún seguía en su mejilla, la apretó en un dulce acto y consiguió pegar un poquito más los labios, empezando el beso al fin.

Cuando dejaron de besarse, se observaron cómo costumbre, analizando el brillo que relucía en cada pupila.

— ¿Sabes cuál es la diferencia de observar y mirar? — Kei cuestionó, resonando en sus oídos como un eco profundo.

— No, ¿Cuál es? — Susurró el contrario, tratando de no perderse de nuevo en esos ojos llenos de altanería y cariño —.

— Cuando observas estas analizando con el alma, guardando cada detalle dentro de ti — alejó la mano que mantenía en el rostro ajeno, y volvió a colocarse boca arriba —.

— ¿Y cuándo miras? — Yamaguchi hizo lo mismo, volviendo a sus posiciones iniciales —.

— Cuando miras solo es superficial, no guardas ni analizas nada — Cerró los ojos, ya no había nada que agregar —

Sintió como si le estuvieran diciendo algo muy importante, Tsukishima no era de las personas que alardeaban de sus conocimientos, aun así, parecía que se había abierto a él, como si una espina estuviera enterrada en su garganta, tratando de expresarse con analogías.

Ahora estaba un poco nervioso, Kei a veces decía esas cosas que le ponían los pelos de punta, ansioso por el futuro.

— ¿Quieres comer papitas? —

Verdad, tenía hambre.

— Seguro, sí —.

DINOSAURS /Tsukkiyama/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora