Prólogo 1: Ella

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"Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes."

Kahil Gibran.





Podía recordar con claridad como su madre le había repetido una y otra vez esas palabras, desde el momento en el cual había comenzado a tener uso de razón. Muy seguramente desde antes lo hiciera, pero no era algo de lo que ella pudiera acordarse con facilidad. Lo que más pesaba en su corazón ciertamente haciendo referencia a las palabras, no era el hecho de creer firmemente que no era algo que pudiera ocurrir en su vida, sino que su madre sin una gota de duda en su quebrada voz en su lecho de muerte, las había repetido, con tal convicción que hasta para ella, que era una persona totalmente enigmática al tema de todo puede mejorar, se lo creyó con firmeza.

Desde ese momento pese a que su madre ya no podía acompañarla físicamente, sentía con total claridad que ella se encontraba sentada en su alma, ayudándole con las difíciles situaciones que podía experimentar una mujer de diez y siete años que, sin ningún tipo de remordimiento, la vida con crueldad le había arrebatado todo. No podía negar que había pasado por situaciones que la sobrepasaron en distintas ocasiones, pero siempre, sin falta y con fuerza, sentía el calor de su madre envolviéndola, abrazándola para no dejarla caer.

Y entonces, entre el viento podía escuchar su cálida voz, repitiendo con esperanza aquel mantra del cual ella siempre había renegado. El cual, en aquel instante de su vida, había sido lo único que había logrado que no se derrumbará, que se no rindiera, porque sólo por medio de él, podía evocar los recuerdos de su difunta madre.

En un inicio toda la situación que giró en torno a la muerte de su madre fue totalmente desastroso, debido a que aún era menor de edad tuvo que pasar por un hogar estatal ese último año, esto debido a que no había ningún tipo de familiar vivo que pudiera hacerse cargo de ella. Si tan sólo las personas de protección a la infancia hubieran indagado y buscado profundamente sobre su vida se habrían dado cuenta que su madre y ella en algún tiempo lejano habían huido de un tormentoso pasado, y allí en ese lugar de sus recuerdos que permanecían cerrados con llave y candado podrían haber encontrado el lazo sanguíneo que tanto buscaban. Agradecía mentalmente para pena de los otros tantos niños indefensos que se encontraba en el programa, que no se hubieran tomado la molestia de investigar a fondo, que estuvieran tan ocupados y sin tiempo debido a la cantidad de procesos diarios que recibían, que el suyo había quedado relegado, con baja importancia debido a su edad.

El hogar en el que terminó no fue realmente tan malo, la madre sustituta que le había sido otorgada era una mujer de mediana edad, que realmente esperaba servir para que aquellos pequeños que pensaron no tendrían amor, pudieran experimentar lo que era el cariño. Para ella fue un poco más difícil debido a que ya lo había experimentado durante 17 años, el calor y el abrazo de su madre le hacían falta cada noche. Por lo cual en aquellos días en los cuales no podía dormir terminó por refugiarse en una nueva habilidad adquirida, no sabía que la tenía, pero aquella mujer del hogar le había dicho que claramente era un talento nato.

La realidad del asunto era que debía agradecer a la mujer de dulce mirada y enormes cachetes el hecho de que hubiera traído un día a casa todos aquellos folletos universitarios, con programas especializados en arte y diseño, además debía agregar que cuando le dijo a la mujer que no tenía dinero para pagar aquello, le mostró otro folleto para la solicitud de una beca, agregando también que podría tener un trabajo de medio tiempo para solventar los gastos. Finalmente, había añadido que no sería un camino fácil de andar, pero que creía con firmeza que ella tenía la fuerza para seguirlo y que sin duda alguna su madre estaría desde el cielo dándole su apoyo y aliento.

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