Prólogo

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—¿Cómo pasó esta vez?

Hyejoo se tensó con el sonido de su voz y apartó sus ojos del cuerpo sin vida en la cama el tiempo suficiente para mirarla. Estaba de pie en la puerta, su mejor amiga, su confidente, su familia en todos los sentidos, excepto por la sangre, pero incluso su presencia no ayudó a frenar su temperamento.

—Se ahogó—Dijo Hyejoo, volviéndose hacia el cuerpo—La encontré flotando en el rio ésta mañana.

No la oyó moverse hacia ella, pero sintió su mano en su hombro.

—¿Y todavía no sabemos...?

—No—Su voz fue más fuerte de lo que ella pretendía, y se forzó a suavizarla—No hay testigos, no hay huellas, no hay rastros de nada que indique que no saltó en el río porque quería.

—Tal vez lo hizo, tal vez entró en pánico. O tal vez fue un accidente.

—O tal vez alguien le hizo esto—Ella se alejó, paseando por la habitación en un intento de llegar lo más lejos del cuerpo como fuera posible—Once chicas en ochenta años. No me digas que fue un accidente—Ella suspiró y rozó las yemas de los dedos a través de la pálida mejilla de la chica.

—Éramos tan cercanos a ésta, ¿No?

—Haeyoon—Espetó Hyejoo—Su nombre era Haeyoon, y ella tenía veintitrés años. Ahora por mi culpa, ella nunca presenciará los veinticuatro.

—Ella nunca los hubiese tenido si era elegida.

La furia se levantó dentro de ella y amenazó con rebosar, pero cuando la miró y vió comprensión en sus ojos, su ira se evaporó.

—Ella debería haber pasado—Dijo ella firmemente—Debería haber vivido. Pensé...

—Todos lo hicimos—Hyejoo se hundió en una silla, y ella estuvo a su lado en un instante, frotando su espalda con el tipo de gesto maternal que Hyejoo esperaba de ella. Ella enredó sus dedos en su oscuro cabello, sus hombros encorvados con el peso familiar del dolor. ¿Cuánto más de esto tenía que soportar antes de que ellos finalmente la liberaran?

—Todavía hay tiempo—La esperanza en su voz le apuñaló, más doloroso que cualquier otra cosa que hubiese sucedido esa mañana—Aún tenemos décadas...

—He terminado.

Sus palabras resonaron en la habitación mientras ella se detuvo junto a la pelinegra, su respiración de repente irregular y desigual. En los segundos que le tomó a ella responder, Hyejoo consideró aceptarlo de nuevo, prometiendo que lo intentaría de nuevo, pero no pudo. Muchas ya habían muerto.

—Hyejoo, por favor—Susurró ella—Quedan veinte años. No puedes haber terminado.

—No hará ninguna diferencia.

Se arrodilló frente a ella y tiró sus manos hacia su rostro, forzándola a mirarla y ver su miedo.

—Me prometiste un siglo y me darás un siglo, ¿Entiendes?

—No voy a dejar que otra muera por mi.

—Y yo no voy a dejar que desaparezcas, no asi. No si tengo algo que decir al respecto—Ella frunció el ceño.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Encontrar una chica que esté dispuesta? ¿Traer a otra candidata a la mansión cada año hasta que una pase? ¿Hasta que logre pasar la Navidad?

—Si tengo que hacerlo...—Ella estrechó sus ojos con determinación irradiando de ellos—Hay una opción.

Hyejoo apartó la vista.

—He dicho que no. No estamos hablando sobre eso de nuevo.

—Y yo no voy a dejarte ir sin dar pelea—Dijo—Nadie mas podría sustituirte sin importar lo que diga el consejo, y te amo demasiado para dejar que te rindas. No me dejas otra opción.

—No lo harías.

Ella se quedó en silencio.

Empujando la silla a un lado, Hyejoo se levantó, apartando su mano de la de ella.

—¿Podrías hacerle eso a una niña? ¿Traerla a este mundo sólo para forzarla a todo esto?—Ella señaló hacia el cuerpo en la cama—¿Podrías hacer eso?

—Si eso significa salvarte, entonces sí.

—Ella podría morir, ¿Entiendes eso?

Sus ojos brillaron, y ella se puso de pie para enfrentarse a Hyejoo.

—Entiendo que si no lo hago, te perderé.

Hyejoo se apartó de ella, luchando por mantenerse a sí misma unida.

—Eso es un gran sacrificio.

Ella giró su rostro para que le afrontara.

—No—Espetó ella—No te des por vencida.

Ella parpadeó, sorprendida por la intensidad de su voz. Cuando abrió su boca para contestar, ella la detuvo antes de que pudiera hablar.

—Ella podrá elegir, lo sabes tan bien como yo, pero pase lo que pase, ella no se convertirá en eso, te lo prometo—Hizo un gesto hacia el cuerpo—Será joven, pero no será tonta.

—El consejo no lo permitirá.

—Ya les he preguntado. Mientras esto esté dentro del límite de tiempo, me han dado permiso.

Hyejoo apretó sus dientes.

—¿Se los pediste sin consultarme primero?

—Porque sabía lo que dirías—Dijo—No puedo perderte. No podemos perderte. Somos todo lo que tenemos, y sin ti...Por favor, Hyejoo. Déjame intentarlo.

La pelinegra cerró sus ojos. No tenía otra opción ahora, no si el consejo accedía. Trató de imaginarse cómo podría lucir la chica, pero cada vez que trataba de formar una imagen, el recuerdo de otro rostro entraba en su camino.

—No podría amarla.

—No tendrías que hacerlo—Le dió un beso en la mejilla—Pero creo que lo harás.

—¿Y por qué lo crees?

—Porque yo te conozco, y sé los errores que cometí antes. No los repetiré una vez más.

Ella suspiró, su resolución desmoronándose mientras ella la miraba fijamente, con un silencio suplicante. Sólo eran veinte años; ella podía hacerlo hasta entonces si eso significaba no lastimarla más de lo que ya hacía. Y esta vez, pensó, mirando el cuerpo en la cama una vez más, no repetiría los mismos errores tampoco.

—Te extrañaré cuando te vayas—Dijo ella, y sus hombros cayeron con alivio—Pero ésta será la última. Si ella falla, terminé

—Está bien—Dijo, apretando su mano—Gracias, Hyejoo.

Hyejoo asintió, y ella la soltó. Mientras caminaba hacia la puerta. ella también miró hacia la cama, y la pelinegra se juró a sí misma que esto no volvería a suceder. Sin importar lo que sucediese, pasara o fallara, ésta viviría.

—Esto no es tu culpa—Dijo ella, sus palabras se desplomaron antes de que pudiera detenerse—Lo que pasó...Yo lo permití. No tienes la culpa.

Ella hizo una pausa, se enmarcó en la puerta y le dió una sonrisa triste.

—Si, la tengo.

Antes de que Hyejoo pudiera decir otra cosa, ella ya se había ido.

Dreams | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora