Capítulo 1: Edén

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Pasé mi cumpleaños número dieciocho manejando de la ciudad de la ciudad de Incheon a Chungju, provincia de Chungcheong del norte, para que mi madre pudiese morir en la ciudad que nació. Ciento veinte kilómetros de asfalto, sabiendo que cada señal que pasábamos me llevaba más cerca, al que sin lugar a duda, sería el peor día de mi vida.

En lo que respecta a los cumpleaños no lo recomendaría.

Manejé todo el camino. Mi madre estaba muy enferma para estarse despierta por mucho tiempo. Manejé sola, pero no me importó. Me tomó una hora y treinta y cinco minutos aproximadamente, ella se veía exhausta y rígida por estar en el coche durante tanto tiempo, y si yo nunca veía un tramo de carretera de nuevo, sería demasiado pronto.

—Chae, detente aquí.

Le di a mi madre una extraña mirada, pero encendí la luz intermitente de todas formas.

—No se supone que tomemos una salida hasta dentro de cinco kilómetros.

—Lo sé. Quiero mostrarte algo.

Suspirando interiormente, hice lo que ella dijo. Mamá ya tenía los días contados y las probabilidades de que ella tuviera un día extra eran mínimas.

Había árboles por todos lados, altos y amenazantes. No vi señales, ni marcadores de kilómetros, nada más que árboles y un camino sucio. Ocho kilómetros después comencé a preocuparme.

—¿Estas segura de que es el camino correcto?

—Claro que estoy segura—Ella apoyó su frente contra la ventana, y su voz era tan suave y rota que apenas si podía entender—Falta sólo un kilómetro y medio más o menos.

—¿Qué es?

—Ya verás.

Después de un kilómetro y medio, la cerca comenzó, se extendía por un lado del camino, tan alta y gruesa que era imposible ver lo que estaba del otro lado, debieron de ser otros tres kilómetros antes de que saliéramos en un ángulo recto, formando una especie de línea divisora. Todo el tiempo que manejamos mi madre se quedó viendo la ventana, embelesada.

—¿Esto es todo?—No quise sonar tan cortante, pero mamá no pareció notarlo.

—Claro que no es todo...Voltea a la izquierda aquí, cariño.

Hice como me dijo, guiando el coche al rededor de la esquina.

—Es agradable y todo—Dije con cuidado no queriendo molestarla—Pero sólo es una cerca, no deberíamos encontrar una casa y...

—¡Aquí!—El entusiasmo en su voz me sorprendió—¡Justo allí!

Estirando el cuello, vi de lo que ella me estaba hablando. Situada en el centro de la cerca había una puerta de hierro forjado, y entre más nos acercábamos parecía crecer. No estaba allí para verse bonita. Estaba allí para asustar fuertemente a cualquiera pensara abrirla.

Yo desaceleré parando frente a ésta, tratando de ver entre las barras, pero todo lo que podía ver eran árboles. La tierra parecía sumergirse en la distancia, pero no importaba cuanto estirara el cuello, no podía ver más allá.

—¿No es hermoso?—Su voz era alegre, llena de luz y, por un momento, parecía su vieja yo. Sentí su mano deslizarse junto con la mía y la apreté tanto cómo me atrevía—Es la entrada a la Mansión Edén.

—Se ve...Grande—Dije, con tanto entusiasmo como me fue posible. No tuve mucho éxito—¿Has estado alguna vez dentro?

Era una pregunta inocente, pero la mirada que ella me dio me hizo sentir como si la respuesta fuera bastante obvia, que incluso aunque nunca hubiese escuchado de ese lugar, debía ser muy obvio.

Dreams | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora