Capítulo II: Limbo

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Empezó a caminar por la infinita oscuridad, eterna, fría y aterradora, mientras que sus pasos hacían eco mientras que el sonido de la máquina se hacía más tenue, indicando que se estaba alejando de allí.

— Garrett. —Llamó Victoria, atrayéndolo a ella con lo que parecía ser magia. — Nunca te alejes de este sitio; cuando entras en el Limbo debes de quedarte en el sitio desde donde entraste. —Le sujetó por los hombros, mirándole a los ojos con una expresión seria. — Se abrirá una puerta, y debes de estar aquí cuando eso ocurra.

¿Qué pasaría si no estaba ahí? ¿No despertaría y moriría? ¿Otra persona atrapada en el Limbo tomaría su lugar?

— Exacto. —Se quedó sorprendido unos momentos, pero entonces recordó que el Limbo era la realidad de aquella mensajera, y podía leer sus pensamientos. — Una vez que se cierre no podrás recuperar tu cuerpo.

Quedarse en la infinidad del Limbo parecía ahora mucho mejor que su situación antigua, no quería regresar a sufrir con su padre. La mujer le soltó y suspiró, acariciándose el puente de la nariz.

— Piénsalo Garrett. El karma alcanzará a tu padre y podrás vivir tranquilo con tu madre.

No estaba seguro de si confiar en la mujer, no estaba seguro de si siquiera quería regresar al mundo terrenal o quedarse encerrado para siempre en el Limbo. Se sentó y se abrazó las rodillas, apoyando su barbilla sobre ellas.

— Por favor, ten mucho cuidado. Hay muchos peligros aquí.

Y tras aquello la mujer desapareció de inmediato, como si nunca hubiese existido. Sus pensamientos hacían eco en su cabeza, el ensordecedor pitido de la máquina le mantenía consciente y no tenía claro lo que quería hacer.

Recordó lo que le había dicho la mujer, que había muchos peligros. Levantó su cabeza y miró a su alrededor, no logrando identificar absolutamente nada a su alrededor. ¿Qué podrían ser los peligros de los que había hablado? Lo más probable es que fueran otras almas que habían pasado mucho tiempo allí, pero no se veía a nadie. ¿Tal vez el Limbo era más grande que la Tierra?

Negó con la cabeza suavemente, pensando qué tal vez, y sólo tal vez, tenía suerte de no haberse encontrado con nadie en aquel infinito lugar.

El tiempo no tenía importancia allí, era como si un instante en el mundo real fuera una porción inmensurablemente grande en aquel lugar. Se tumbó mirando hacia arriba con una mueca en su rostro, no sabía lo que iba a hacer ahora pero...

Unos pasos le hicieron levantarse, preguntándose si era Victoria, girándose, buscando el origen del sonido. No había nada. Aguantó unos momentos la respiración; los pasos se habían detenido.

Su instinto le pedía que buscara el origen del extraño sonido o que huyera, pero se mantuvo firme, recordando lo que le dijo la extraña mujer. Intentó hablar de nuevo, pero era como si tuviera la boca sellada o directamente inexistente.

— ¿Hay alguien ahí? —Habló una voz desde la nada, con una voz que indicaba el miedo y la confusión que debería de tener quien fuera aquella voz. Garrett pensó durante unos momentos antes de dar palmas para llamar la atención, cosa que funcionó. — Menos mal que hay alguien aquí, me iba a volver loco si pasaba un instante más solo con mis pensamientos.

Los pasos se acercaron y se detuvieron a su lado, pero no había nadie ahí, era... Extraño.

— ¿Dónde estás? No te veo. —Habló, parecía que se había sentado a su lado pero guardando una distancia de un metro o dos.

Oh, eso significaba que las almas atrapadas aquí dentro podrían estar en distintas capas que están superpuestas, dejando escuchar voces pero no ver a los portadores de las mismas. Lo que le llevaba a preguntar por qué él no podía hablar.

¿Una medida de seguridad puesta por Victoria? Puede.

¿Uno de los efectos de haber estado poco tiempo en el Limbo? Es posible.

Dió una palmada de nuevo con la intención de que la otra persona supiera que seguía ahí. Escuchó una risa suave, sin malas intenciones, sólo era una risa divertida por no poder escuchar la voz del otro.

— ¿No puedes hablar? Me pasó lo mismo cuando llegué aquí hace mucho tiempo, lograrás hablar tarde o temprano, ya lo verás.

Aunque no tuviera ni la más remota idea de las expresiones que podría estar dibujando en su rostro, tenía la impresión de que sonreía suavemente y que sus palabras eran genuinas; sólo le quedaba esperar a que su voz apareciera de nuevo o que aprendiera a comunicarse en el inmenso vacío que les rodeaba. Eso o despertar del coma.

Pudo escuchar al que no era capaz de ver levantarse del falso suelo que había, ahora marchándose, dejando sólo al menor. Genial, ahora volvía a estar solo con sus pensamientos, aunque no por mucho tiempo, porque los pasos del alma regresaron con rapidez.

— Oh, Creo que sería mejor no dejarte solo, he visto cosas terribles merodeando por aquí y no me gustaría que estuvieras indefenso, ¿sabes? —De nuevo se sentó, pero más cerca de él. — ¿Qué es ese pitido?

Intentó responder, pero ningún sonido salió de su boca, parecía que ni cuerdas vocales tenía.

— Oh, verdad. —Escuchó cómo el otro se rascaba la nuca y supuso que tenía una mueca en su rostro. — Esto es algo complicado... Emm... Da una palmada si llegaste aquí hace muy poco.

Garrett dio una palmada sin siquiera pensar, lo que hizo que el otro suspirara.

— Vaya... Vas a estar aquí bastante hasta que puedas hablar... —Sintió pena al no poder comunicarse con facilidad con la otra alma errante, pero debía de esperar un poco más, sólo un poco más...

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⏰ Última actualización: May 23, 2021 ⏰

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