Amanecer

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Mi pecho sigue ardiendo. Una luz tenue aparece delante de mis ojos. Los intento abrir poco a poco pero no puedo. Al cabo de unos segundos la luz parece desaparecer. Abro los ojos y está todo oscuro. Me encuentro de pie en un sitio que no sé lo que es. Intento caminar pero mis piernas están bloqueadas. Bajo la vista hacia mi pecho y la mancha de sangre ha desaparecido. Toco la zona con la yema de mis dedos pero la herida ha desaparecido y ya no siento ningún dolor. Se empieza a escuchar un crujido, miro al suelo y este parece empezar a romperse.

Cuando me doy cuenta ya estoy cayendo en una especie de abismo pero no me sale la voz del cuerpo para poder gritar. No se que está ocurriendo. Cierro de nuevo los ojos atemorizada mientras espero un fuerte golpe tras la caída. Ese momento parece no llegar. El canto de algunos pájaros me hace abrir los ojos. Me encuentro tumbada en un enorme prado lleno de flores. Miro todo a mi alrededor pero no reconozco el sitio, tampoco alcanzo a ver a alguien para poder preguntarle. Mi cuerpo ya parece reaccionar. Me pongo de pie y examino el lugar. Puedo oír el sonido de un río. Me guio por el y sigo esa dirección. A los pocos minutos llego a un hermoso río. Me agacho para tomar un poco de agua, desde que he despertado allí mi garganta está horriblemente seca. Antes de poder beberla una mujer vestida de blanco con grandes ropajes aparece en la otra orilla del río. Ella me sonríe y como si fuera magia desaparece y vuelve a aparecer detrás de mi. 

Ante el susto caigo al agua. Para mi suerte no es nada profundo por lo que me intento levantar rápidamente. La mujer de nuevo con su sonrisa me tiende la mano. Me lleva unos segundos pensar si cogerla o no. Ella parece notar mi duda cuando me habla:

-Lamento mucho haberte asustado Imrie, quería llegar antes pero he tenido otros asuntos- su voz es muy dulce y cálida. Desconcertada cojo su mano y me paro frente a ella. -¿Cómo sabe mi nombre? - la mujer antes de contestar se quita su capa y me la pone sobre los hombros para entrar en calor. La verdad es que el agua estaba helada.

-Sé todo sobre ti querida, discúlpame de nuevo y permíteme que me presente. Soy el ángel Minerva, y estoy aquí para ayudarte y guiarte en estos momentos. Sé que te va a costar pero te ayudaré a superarlo- mientras habla su sonrisa no desaparece de sus labios, mientras que la mía se va haciendo cada vez más pequeña. -¿De qué está hablando? ¿Ayudarme a superar el qué? - pregunto ansiosa. Un escalofrío recorre mi cuerpo, ya no se si por el frío o por esta situación.

Por fin el rostro de Minerva comienza a cambiar. Ahora parece triste, apenada. Suelta un pequeño suspiro antes de dirigirse de nuevo a mí. -Querida, lamento mucho decirte esto pero, falleciste- conforme sus palabras salen de su boca me vuelve la presión en el pecho, como si volviera a tener la herida en el pecho. Bajo la vista pero no está ahí. Minerva se acerca a mí y toma mis manos. -Te lo explicaré todo más tarde pero ahora tienes que venir conmigo, no puedes quedarte aquí- ella tira de mi y mi cuerpo la sigue pero como si no fuera yo la que lo moviera. En estos momento me encuentro en shock sumergida en mis pensamientos hasta que nos paramos. Minerva me mira durante unos segundos y sonríe. -Vivirás aquí durante un tiempo, hasta que decidas donde quieres ir- sus palabras vuelven a dejarme confundida hasta que alzo la vista y veo lo que parece ser un enorme castillo en las nubes. -Debo de estar soñando- susurro por fin. Esto capta la atención de Minerva quien se para frente a mí y me abraza con fuerza.

-Puedo asegurarte cielo que esto no es un sueño. Siento mucho lo que te ha pasado -Ella se vuelve a apartar para dejarme ver el castillo y continua hablando. -Te resuelvo la duda de la vida después de la muerte. Todos los que mueren llegan aquí, a la frontera entre ambos mundos donde se decide que rango van a tomar. Aquí cielo, según tus acciones se determinará a qué vas a pertenecer, si a los ángeles...-hace una pequeña pausa y suspira- o a los demonios.- siento una presión en la cabeza mientras trato de asimilar todas sus palabras. Esto de verdad tiene que ser un sueño. ¿Qué cojones cené anoche? Algo me debió de sentar mal y por eso ahora tengo este extraño sueño. Anoche...no recuerdo nada de anoche. No puedo recordar nada desde...El único recuerdo que tengo es estar tumbada, con ese dolor en el pecho y aquellos ojos celestes mirándome. No entiendo nada.

ENTRE DOS MUNDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora