A veces no puedo ver claramente. Cuando lo logro me cuestiono mi existencia, como si todo a mi alrededor hubiese perdido sentido. Veo a los demás que a pesar de que no son felices, no tienen esa inquietud que los persigue hasta para ir al baño. Es como una deuda que cada vez crece más y en cualquier momento explotará. La incertidumbre es un miedo paralizante, esperando a ver que sucede en el mañana, pero olvidándose de vivir el hoy.
Este soy yo, que tiene un gran problema y no puede hacer nada al respecto. O eso es lo que creo. Que rara vez cuando se encuentra feliz, después tiene un gran bajón. Que tiene una cantidad normal de amigos, pero con los cuales ninguno se habla. Que lo tiene todo, pero a la vez no tiene nada.
Soy un ser incompleto. Pero no necesito realmente a otra persona para dejar de serlo. El problema es que nada ni nadie complementa ese vacío. Solo lo hace más llevadero. Mientras camino y observo a mi alrededor, me doy cuenta que me aterra todo lo que veo. Tengo miedo a vivir, pero más miedo tengo a nunca poder hacerlo.
Es entonces, cuando la lluvia se detiene, que se puede ver la claridad de lo que queda. Y es ahí cuando decidimos seguir o quedarnos.
¿Cuál es la decisión correcta?