Gorgona ©

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Capítulo 1: Peapper Moretti

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Peapper.

— ¡Mátale! ¡Vamos Peapper, hazlo!— aquella voz ronca resuena en mis oídos—. ¡Acaba con esto de una vez!

Mis manos tiemblan, aprieto con fuerza en mango de mi cuchillo y levanto mi brazo.

Hazlo.

Miro una última vez sus ojos azules verdosos, ella me mira asustada y yo le devuelvo el gesto.

Acaba con ella de una vez.

Aprieto los ojos con fuerza, mis lágrimas caen libremente por mis mejillas, siento como limpian la suciedad de mi cara al igual que el sudor de mi frente.

—N-no puedo— murmuro, la presión en mi pecho hace que mi voz tiemble.

Abro mis ojos nuevamente y le miro, su cabello color caramelo se pega a su frente y a los costados de su cabeza por el sudor, sus cejas pobladas se fruncen y sus labios se aprietan en una fina línea.

Es delgada y se ve algo demacrada.

Ella me ha hecho tanto daño...

—Perdón— susurro para mí misma.

La hoja de mi cuchillo apunta directo a su pecho y en el momento en el que tomo impulso para dar en el blanco de su cuerpo; ella se mueve de su lugar y a una velocidad impresionante toma el cuchillo en el aire y sujeta el mango con fuerza para entonces estamparlo con firmeza en mi garganta.

—Lo siento, Peapper, pero me haces débil y solo una de nosotras puede tener el control— murmura mientras le da vueltas al cuchillo prolongando el dolor.

Siento como rasga mi carne, la sangre brota y yo pierdo la vida en lo que ella se ríe de mí, en mi cara, con esa sonrisa retorcida que logra asustar.

Y como si quisiera darme un final aún más espeluznante, ella rasga mi garganta hasta sacar el cuchillo y dejar que me desangre.

El líquido color carmesí brota de mi boca y siento el sabor metálico tan particular.

Es mi fin y yo misma me he asesinado.

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Me despierto de golpe, mi respiración está agitada, estoy sudando y siento la garganta seca.

Automáticamente llevo mis manos a aquel punto, corroborando que todo fue un sueño, sigo viva y mi garganta no ha sido destrozada por mí misma.

— ¡Hey!— los brazos de mi hermano me sostienen con fuerza—. ¿Estás bien?

Las lágrimas inundan mi cara y me aferro al cuerpo de Parker, mi Mellizo.

—Shh— murmura dejando un beso en mi coronilla —. Sólo ha sido un mal sueño, estás bien, te tengo.

Los espasmos de mi llanto cesan y limpio mis mejillas, por suerte Parker no ha dejado de abrazarme y murmurar que estoy bien.

Agradezco tanto que él me entienda a la perfección, nuestra conexión nos hace sentir lo mismo que el otro.

— ¿Quieres hablar de eso? —murmura, haciendo referencia a mi sueño.

Niego con la cabeza y me acurruco en su pecho.

—No, prefiero olvidarlo— susurro.

Parker peina mi cabello con sus dedos y se mantiene en silencio, señal de que me está dando espacio para mí misma.