¿Cómo se encontraba? Estaba fatal, ni siquiera había podido dormir como se debe durante una semana.
Todas las noches se despertaba gracias a la horrible pesadilla que tenía, ¿por qué no leyó la carta antes? ¿Por qué no fue a visitarla al momento de ver la carta? ¿Por qué no lo dedujo? Se odiaba, él tenía la oportunidad de salvarla y la desperdició.
Al mirar la hora notó que aún era muy temprano, su reloj indicaba que eran las 4:00 am.
—«Solo dormí una hora» —suspiró, detestaba el estado en el que se encontraba, las bolsas negras marcadas debajo de sus ojos lo hacían ver peor.
Al no tener nada que hacer decidió recordar el día en el que su único y primer amor fue enterrada, todo había sido un asco, una mierda, según él.
El día estaba nublado, en el funeral solo fueron seis personas, contándose a él. Los padres se notaban dolidos, aún los odiaba ya que por culpa de ellos perdió a una persona importante en su vida.
—Sesshomaru, creo que deberías dar unas palabras —le sugirió su padre, también sufría, ya que la chica que enterraban era como la hija que nunca tuvo, fue la persona que le devolvió la alegría a su hijo mayor.
—Hmp —se acercó al ataúd antes de que lo metieran y lo llenaran de tierra—. Kagome Higurashi, una chica sonriente, alegre y sin indicios de depresión, pero la tenía y no siempre era la chica alegre que todos pensaban, era humana y también sufría.
Se detuvo un momento, ¿qué sí quería llorar? No, no tenía ni la más mínima intención de hacerlo.
—Era una mujer increíble, sí me pudieran buscar la palabra bondad en el diccionario saldría una foto de ella. Era tan ingenua e inocente, jamás le haría daño a nada ni a nadie —tocó la fina madera—. ¿Qué era ella para mí? Ella era mi todo, era el motivo por el cual levantarme cada mañana, era mi vida. Ahora, ¿qué seré yo sin ella? Kagome no solo se llevó mi corazón, también mi vida y felicidad, ahora que ella no está nada volverá a ser lo mismo. Espero saludes a mi madre, Kagome...
Terminó de recitar sus palabras, estaban sorprendidos, él no era de hablar casi nada, pero sabían que si era por la azabache lo haría.
Después de eso la enterraron, al volver a su casa se encerró en su habitación y desde entonces no había salido para nada.
Regresó al presente al escuchar la voz de su madrastra del otro lado de la puerta, ¿cuánto tiempo había estado sumido en sus pensamientos? Debió haber sido mucho si ya casi amanecía.
—Cariño, ¿hoy si irás a la escuela? —preguntó la azabache con preocupación. Esperaba que la respuesta fuera un sí esta vez.
—No molestes —ella ya no dijo nada más, no quería agobiarlo con eso, él iría cuando se sienta mejor.
(...)
—Joven Taisho, me alegra saber que aceptó nuestra invitación para venir a platicar —lo recibió el padre de la difunta.
Había aceptado solo por Kagome, tal vez ella había dejado algo más.
—Puede sentarse —y eso hizo, el sillón no era el más cómodo pero era aceptable—. Lo cité porque quería comentarle algo acerca de la muerte de Kagome.
Ahora que lo pensaba, jamás escuchó a sus padres llamarla hija, ni siquiera el día en el que murió.
—Quiero que su muerte quede en secreto, no necesito que más mocosos se enteren de la muerte de ella, no es necesario —eso lo sorprendió más no lo demostró.
No tenía problema con eso, después de todo le daba igual si se enteraban o no, eso no cambiaría nada.
—Hmp.
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¿Qué era ella para mí? Ella era mi todo...
Fanfiction¿Dolor? ¿Alguna vez lo has sentido? Si es así, entonces, ¿cuál fue el motivo? En mi caso fue ella... Ella, que derritió el hielo que cubría mi corazón, ahora era la causante de mi tristeza, pero no tiene la culpa. ¿Qué pasa si quiero estar con ella...