Wei WuXian, una chica de 17 años que recientemente quedó huérfana tras un accidente automovilístico donde sólo ella logró sobrevivir. Al no tener más familia en el país su custodia pasa a los mejores amigos de sus padres, los Jiang, los cuales tiene...
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Medio día.
Había pasado más de medio día desde la última vez que alguno de los cuatro habían visto a la chica y, por más que llamaban a su móvil, no recibían respuesta alguna.
Ya estaban a punto del colapso, ninguno había asistido a clases, e incluso Lan Zhan se había abstenido de asistir con su tío esa tarde, buscando, aunque sea una simple pista que los dirigiera a la chica.
Habían hablado con todos los conocidos, amigos y no amigos de la chica, WanYin incluso se había atrevido a preguntarle a la escoria de Xue Yang si sabía algo de ella, pero el cuestionado juró no haber sabido nada e incluso se comportó realmente amable al ofrecer avisar si llegaba a saber algo.
Estaban a dos minutos de llamar a las autoridades.
Si, así de desesperados estaban, pero tampoco querían sacar a la chica por todos los periódicos de Gusu cuando sabían que solo se estaba ocultando.
—Entonces... ¿Ustedes ya no están saliendo?
WanYin no se tapó la boca ni un solo segundo después de que se sentaron dispuestos a aclarar las cosas, esta vez se dirigía a XiChen, quien estaba sentado en frente al lado de su hermano menor, mientras que el Cheng era acompañado por su pareja, todos acomodados en la sala del apartamento esperando que HuaiSang pudiera aparecer pronto.
El chico había gritado como loco cuando le preguntaron si sabía algo de la chica por llamada, incluso despertó a su hermano mayor para que pudiera llevarlo inmediatamente al apartamento, prometiendo llegar en unos minutos.
—Estamos saliendo. —Huan hizo énfasis en su afirmación, recibiendo una mirada de su hermano, a quien jamás se le había aclarado ese punto, pero era de más no suponerlo.
La única vez que le había preguntado a su hermano si la chica y él estaban saliendo, él lo había negado, pero esas salidas seguidas con sus amigos de la banda y sobre todo verlos muy juntos y más cariñosos de lo normal se lo decían.
Pensar en eso le hizo sentirse más miserable.
—¿Y él? —el Jiang apunto al Lan menor, quien bajó la mirada apretando sus puños, sintiendo una punzada de dolor atravesar todo su cuerpo.
Estuvo a punto de responder y rescatar lo poco de honor que le quedaba, pero su hermano le interrumpió.
—Él ama a A-Ying, lo que sucedió creo que tendrá que ser arreglado entre nosotros —y con esas palabras, la habitación volvió a quedar en un incómodo silencio, en donde Wen Ning no sabía que más hacer para aligerar el ambiente, aunque estaba claro que eso sería imposible.
Fueron segundos, pero se sintieron como largas horas en los que la habitación permaneció en silencio, nadie podía verse entre sí y mucho menos hablarse, estaban tensos y preocupados y realmente no sabían qué otra cosa hacer más que, posiblemente, poner reporte en la policía.
