Capítulo 3: Spine Breaker

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Cuando era pequeña, éramos solo papá, mamá y yo.

Papá era el mayor de sus seis hermanos, por lo que sacrificó sus estudios para que los otros pudieran salir adelante, un hombre perseverante, confiable y esforzado.

Mamá era la tercera de una familia con tres hijas que vivían en el campo, gracias a una beca pudo dejar las plantaciones atrás y entrar a la selva de concreto donde estudió economía, sin embargo, sin contactos ni experiencia laboral le fue muy difícil encontrar dónde trabajar, a pesar de ello nunca dejó de ser astuta y elocuente.

Ellos se conocieron en un trabajo de medio tiempo, mi papá era asistente de chef y mi mamá camarera. Papá siempre dijo que fue amor a primera campanada, puesto que la primera vez que la vio fue cuando ella tocó la campanilla para dejar el pedido de una mesa. La mesa siete, los años pasan y cada vez suman más, pero lo recuerda, porque "hay cosas que significan tanto que ni los años logran borrar".

Papá tenía un par de años más que ella, aun debía cuidar de sus hermanos más pequeños y el tiempo no le sobraba, por lo que dejó su admiración de lado, no obstante, esas miradas furtivas a su colega nunca pudieron detenerse. Luego de un tiempo fue capaz de diferenciar su risa del resto de las camareras y reconocer sus diferentes estados de ánimo según las pequeñas cosas que hacía. Poco después, los planetas se alinearon y comenzaron a salir. Antes de lo previsto se oyeron las campanas de iglesia, y entonces aparecí yo. En el momento menos preciso. El restorán que atendían, donde él llegó a ser chef principal y ella contadora, se fue a la quiebra por mal manejo del dueño. Ellos no hallaban qué hacer, no le podían pedir ayuda a sus familias, viniendo ambos de hogares con pocos recursos sabían el esfuerzo que tendrían que hacer sus padres para ayudarlos.

Lo bueno fue que el bulto en el abdomen de mamá los inspiró y volvieron a ponerse en pie luego de estar sentados a un lado de la calle. Comenzaron con un pequeño puesto de comida fuera del, ahora vacío, restaurante que los reunió, este se transformó en una camioneta cuando cumplí un año, que recorría la ciudad cada ciertas horas. Para mi quinta vuelta al sol ya tenían un pequeño local con espacio para que sus clientes comieran dentro. Ellos comenzaron desde cero, sin embargo, siempre me dieron lo que necesitaba e incluso lo que quería, fui por la vida ignorando todo el esfuerzo que hicieron para poder darme la vida que tuve. Asumí que lo que yo quisiera se daría de una vez.

Ahí estaba. Eso era.

La humildad. Olvidé lo que era aceptar con gratitud cualquier oportunidad. Que para subir había que empezar desde abajo. Al crecer tuve tantas comodidades que olvidé todo lo que pasó mi familia para que fuera así.

En las puertas del gran edificio había una persona con un casco puesto sosteniendo un montón de bolsas de papel estampadas con un logo. Parecía cojear levemente mientras se dirigía al mesón de informaciones. Me acerqué corriendo, antes de que ocurriera un accidente.

–Déjame ayudarte.–dije tomando todas las bolsas de una de sus manos.

Él respondió algo, pero el casco ahogó el sonido.

Caminé junto a él para entregar los pedidos, que olían de maravilla, y luego de vuelta hasta la salida, donde pude ver su moto estacionada. Obviamente debía seguir repartiendo.

Estaba por seguir mi camino, ya con la mente clara y un objetivo fijo, cuando se acercó a mí y me entregó un  volante, asintió y esta vez sí se marchó.

Cuando miré bien, me di cuenta que era un cupón para una comida gratis en el local. Con tan solo el recuerdo del aroma de aquellas bolsas rugió mi estómago. Pero guardaría esa comida para cuando más la necesitara, de todos modos el local parecía quedar lejos de donde estábamos.

Me senté en una banca frente al gran edificio del que acababa de salir y abrí el periódico que traía conmigo. Tal vez estaba apuntando muy alto con los cargos a los que estaba postulando con mi currículum, sin embargo, eso me ayudó a tachar opciones. Entonces me di cuenta que en aquellos trabajos esporádicos, si tomaba unos cuantos y arreglaba el horario, podría ser casi lo mismo que una paga mínima en un empleo formal. Y así fue como después de un par de llamadas, conseguí 3 empleos y debía llevar mi currículum a otros dos.

Me levanté y di unos pequeños brincos alrededor de mi lugar. Ahora sí, todo saldría bien, las cosas comenzaban a tomar buen rumbo.

Cuando me calmé, parte de la alegría de esfumó. Es una pena que haya tenido que discutir con Taehyung para darme cuenta de qué era lo que estaba haciendo mal. Cuando tenga una vida estable, iré a verlo y pedirle disculpas como corresponde.

Con un suspiro me puse en marcha para dejar mi currículum a los lugares faltantes.

...

Me lancé a la cama del hostal con una sonrisa de lado a lado. Unas cuantas noches más y podría dormir en un lugar al cual llamar hogar.

Había logrado conseguir empleo como lavaplatos, repartidora, entregando volantes y reponiendo artículos de supermercado. Quedé en cuatro de cinco, considero eso una victoria, teniendo en cuenta que a media tarde me estaba resignando y considerando volver donde mis padres dándoles la razón. En el último lugar al que fui tuve que esperar unos momentos, puesto que varias personas estaban haciendo fila puesto que iban a lo mismo que yo, tal vez debí suponerlo al no tener más requisitos que ser mayor de edad, la verdad era muy bueno para ser real, pero estoy conforme con lo que conseguí, así que no dejaría eso molestarme.

Levanté mis manos frente a mí, como si fuera a alcanzar el techo. Realmente me estaba esforzando, construiría mi futuro con mis manos y el sudor de mi frente, cosa que no había tenido que hacer en toda mi vida. Es tan rara la sensación de no tener que rendirle cuentas a nadie, no tener que avisar cuando salgo o cuando vuelvo. Estoy tan feliz de finalmente ser independiente.

La incertidumbre también significa libertad de acción. No sé qué pasará mañana, por eso debo moverme y hacer cosas para elegir yo qué sucederá. Qué estúpida fui creyendo que solo algunas de mis acciones me llevaban a mi destino,  no me daba cuenta que le dejaba la mitad del peso a mis padres con sus contactos.

Esto es construir mi camino, y creo que, luego del miedo que me causaba en un comienzo, me está gustando.

Forever RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora