La Vida Compartida con Juan Carlos Borges (Parte 2)

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La Cama de Piedra -Lila Downs

❝-¡¿Domingo?!- Le grité a Danilo- ¿A quién se le ocurre una sesión en domingo?

-Pues a este hombre- Dijo Danilo burlándose.

-¡Por Dios! No quiero ir- Dije bufando.

-Sabes que iría yo, pero es el bautizo de mi sobrina.

-Sí, sí, yo entiendo.

Llegué a la dirección con todo el equipo de trabajo, toqué el timbre y nadie nos abría, me empezaba a desesperar, hasta que salió un hombre con un estilo muy peculiar.

-¿Con el señor Juan Carlos Borges?

-Soy yo, pasa te estaba esperando.

Recordé su casa, era enorme y sumamente elegante, tenía una rara fascinación por las pinturas, todo estaba simétricamente, bien acomodado y su piano, su obra maestra. Acomodé el equipo y comenzamos a charlar acerca de cómo quería las fotos para su próximo concierto. Era indudable que el tipo me había atraído. De platica en platica terminamos a las once de la noche, de cualquier tema sacamos conversación hasta que me marcó Danilo.

-Me tengo que ir, creo que fue todo por hoy- Le dije con una diminuta sonrisa.

-Quédate otro momento por favor- Dijo suplicante- ¿Quieres leche con galletas?

-¿No tienes algo más fuerte?- Le dije tratando de sonar atrevida.

-No, no tomo- Dijo sonriendo.

-Siendo así acepto tu vaso con leche.

Recordaba perfectamente el día que se me declaró en la boda de su hermana, yo sabía que él no era hombre de una sola mujer pero había decidido arriesgar mi corazón por alguien como él. También recordaba cuando me había llevado a su primer concierto, me había prometido gritarle al mundo lo nuestro, más sin embargo se calló y provocó nuestra primer pelea, yo le gritaba cobarde mientras él me alzaba el puño derecho que daría directamente a mi pómulo. Su arrepentimiento era tan grande que trataba de darme todo lo que quería, renunció a una gira de conciertos con tal de llevarme a Real del Monte a ver a mi familia. En el primer instante que llegamos encontré a Danilo, él de inmediato notó el moretón que había dejado esa pelea, Danilo estaba furioso y lo único que hizo fue pelearse con Juan Carlos. Él ya no quería quedarse otro momento más en el pueblo pero yo le insistí tanto que no le quedó más remedio que acompañarme el resto de la semana. Cuando volvimos a Cuatro Ciénegas, los problemas no paraban, descubrí que una mujer se moría de ganas de volver a besar sus labios, labios que se suponía que eran míos. Le reclamé y lo golpeé, me salí de la casa y me di la emborrachada de mi vida, Juan Carlos me estuvo buscando de bar en bar hasta que me encontró, me llevó a la casa y se quedó conmigo hasta que me quedé dormida, al día siguiente no estaba junto a mí, revisé todas su cosas y todo estaba vacío. Recordaba tan bien el momento en el que estuve a punto de lanzarme por aquella ventana pero Juan Carlos llegó a tiempo y evitó mi tragedia. Renunció a su trabajo para tenerme contenta, para dedicarse a mí. Empacamos todo y decidimos irnos a Real del Monte. Íbamos a empezar de cero pero fue inevitable, un tráiler nos arrasó y provocó que el carro fuera directo al río. Al despertar en el hospital pregunté desesperada por él, hasta que me dieron la peor noticia de mi vida: Juan Carlos Borges, el exitoso pianista, el amor de mi vida estaba muerto. No era para mí compartir nuestras vidas, no eran para mí sus besos, simplemente él no era para mí. ❞

-Mi relación más destructiva- Le dije mientras me destapaba los ojos.

No estaba él. Estaba sola en el río donde habíamos tenido el accidente, donde él había perdido la vida, mi cuerpo estaba adornado con el deslumbrante vestido de novia que había escogido para mi boda. Tenía que volver a real del Monte para casarme con Danilo. Juan Carlos era mi infierno, mi ciclo sin fin pero tenía que cerrarlo ya. Comencé a correr con todas mis fuerzas, tenía que llegar a esa boda. La Iglesia estaba decorada y aparentaba tener gente adentro, eran las doce de la noche, no importaba tenía que estar con Danilo. Llegué desesperada, la Iglesia estaba repleta de gente, gente con mantos negros cubriendo sus rostros, cargando veladoras encendidas y el sacerdote había abandonado el recinto. Danilo estaba de espaldas, todos estaban de negro. "Danilo" grité con mi último aliento, me miró de reojo, llegué al altar y lo miré, estaba vestido de catrín. Su mirada era vacía pero sabía que ahí pertenecía. Lo besé y mi corazón dejó de latir.

La muerte encontró la forma correcta de robarme mis últimos suspiros. Ilusión tras ilusión, dolor que una persona provocó, mi mente estaba harta de ese juego que llevaba mi corazón, deseando y añorando encontrar la felicidad más grande, teniendo entre sí la tristeza que me arrebataba la vida de una manera sutil. ¿Hasta dónde había caído por amor?

"En el borde de la vida y la muerte nos vamos bailando la suerte de este pobre corazón"

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2021 ⏰

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