Tres

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En el pequeño claro había una actividad considerable. La policía acordonó la zona amplia con cinta amarilla entrelazada entre los árboles. Dos funcionarios forenses buscaban pistas alrededor de la escena del crimen,analizando cosas que parecían demasiado pequeñas para significativas. Otros se inclinaban sobre el cadáver de la mujer,mientras lo demás rastreaban entro los árboles y sotobosque circundantes en busca de pistas así como de huellas del criminal. 

Un agente uniformado fotografió y grabó un vídeo toda la escena. Todos los policías llevaban mascarilla para amortiguar el hedor y,no obstante,uno tras otro se turnaban para ir a vomitar al bosque.

Todo presentaba un aspecto muy eficiente y profesional,pero estaba claro que el malo les llevaba ventaja a los buenos. No encontraban absolutamente nada.

Michelle se mantenía a una distancia prudencial,observando. A su lado estaba Sean King,su socio en la agencia Investigaciones King & Maxwell. King rondaba los cuarenta,medía ocho centímetros más que micheele y llevaba el pelo corto y encanecido en las sienes. Era esbelto y ancho de hombros pero tenía las rodillas flojar y un hombre tocado,una bala se lo había desgarrado años atrás durante una redada como agente del servicio secreto. También había sido oficial de policía voluntario en Wrightsburg,pero al final había decidido abandonar los cuerpos de seguridad para el resto de sus días.

Sean King había sufrido varias tragedias a lo largo de su vida : un final vergonzoso de su carrera en el servicio secreto después de que un candidato al que debía proteger fuera asesinado delante de sus narices; un divorcio complicado y enconado; y más recientemente un complot para incriminarle en una serie de asesinatos perpetrados en la localidad que había sacado a relucir los detalles más dolorosos que sus últimos días como agente federal. Estos sucesos lo habían convertido en un hombre muy cauto , receloso de todos,por lo menos hasta que Michelle Maxwell irrumpió en su vida. Aunque su relación se había iniciado en un terreno muy rebaladizo , ahora era la única persona en la que confiaba a ciegas.

Michelle Maxwell había empezado con buen pie: Terminó la carrera en tres años,ganó una medalla de plata olímpica en remo y se convirtió en agente de policía en su Tennessee natal antes de ingresar en el servicio secreto. Al igual que King,su salida de la agencia federal no había sido agradable; había perdido a un protegido por culpa de su ingenioso secuestro. Era la primera vez en su vida que fracasaba en algo y ese desastre casi la había destruido . Cuando conoció a King, esté le había caído mal. Ahora,como socio,lo apreciaba por lo que era: La mujer mente investigadora con la que jamás había trabajado.

Y su mejor amigo. 

Sin embargo, eran completamente opuestos. Mientras que a Michelle le encantaba el subidón de adrenalina y llevar su cuerpo al limite con actividades físicas que sacaran el máximo  rendimiento de su capacidad pulmonar y sus extremidades,King prefería pasar sus ratos de ocio buscando buenos vinos para su bodega, comprando obras de artistas locales,leyendo buenos libros,navegando y pegando en el lago a la orilla del cual estaba su casa. Era un hombre intrespectivo por naturaleza,la gustaba analizar las cosas antes de actuar. Michelle tendía a moverse a la velocidad del rayo,cayera quien cayese. En cierto modo aquella asociación entre una supernova y un glaciar estable había sido fructífera.

-¿Han encontrado a los chicos?- le preguntó michelle

-Si. Creo que estaban profundamente traumatizados

- ¿Solo traumatizados? Probablemente necesiten terapia hasta su mayoría de edad.

Michelle ya había respondido a las preguntas de Todd Williams,el jefe de policía local ,a quien el pelo se la había encanecido desde el primer caso de King y Maxwell en Wrightsburg. Ahora iba y venía por la escena del crimen con una expresión resignada,como si fuera de esperar que se produjeran asesinatos y carnicerías en su pequeña jurisdicción .

Michelle observó a una pelirroja esbelta y atractiva de treinta y muchos años que, portando un maletín negro,se acercaba al cadáver para examinarlo. 

- Es la forense suplente del condado- Explicó King-. Sylvia Diaz.

-¿Diaz? Yo diría que se parece a Maureen O'Hara

-Su marido era George Diaz,un afamado cirujano de esta zona. Murió atropellado por un coche hace varios años. Sylvia era profesora de patología forense en la Universidad de Virginia. Ahora ejerce a nivel privado.

- Y hace suplenciascomo médica forente. Una mujer muy ocupada . ¿Tiene hijos? 

-No. Supongo que vive entregada a su trabajo-Contestó King 

Michelle se llevó la mano a la nariz puesto que el visto había vuelto a cambiar y arrastraba el hedor del cadáver directamente hacia ellos.

-Menuda vida- Dijo ella.- Dios mío,ni siquiera lleva mascarilla mientras yo estoy aquí y este pestazo casi me tumba.

Al cabo de veinte minutos Diaz se incorporó,habló con un oficial , se quitó los guantes y empezó a tomar fotos del cadáver y el área circundante. Una vez hubo acabado y cuando se disponía a marcharse, vio a King . Sonrió y se dirigió hacia ellos.

-¿Se te ha olvidado decirme que salisteis juntos? -Susurró Michelle.

King la miró sorprendido.

-Salimos algunas veces hace tiempo. ¿Como lo sabes?

-Después de estar al lado de un cadáver no te sale esa sonrisa porque sí.

-Una observación muy astuta. Pero sé amable. Sylvia es una gran mujer.

-No me cabe la menor duda,pero ahórrame los detalles,Sean.

-Descuida,nunca los escucharás mientras quede algo de aliento en mi cuerpo.

-Ya. Te estas comportando como el típico caballero virginiano.

-Es que no quiero que me critiquen. 

El juego de las horas-David BaldacciDonde viven las historias. Descúbrelo ahora