Killua era el tercero de los cinco hijos del matrimonio Zoldyck. Se destacaba entre sus hermanos por su apariencia tan pulcra y refinada, que lo convertían en alguien célebre entre las señoritas casaderas de su localidad.
Sin embargo, su impecable presencia quedaba eclipsada por su desdeñosa personalidad. Entre sus más cercanos conocidos, su fama se daba por su carácter soberbio heredado de su madre; y a pesar de continuos regaños de parte de su abuelo, alegando que así estaría lejos de comprometerse con alguna muchacha honorable, Killua se negaba a reemplazar su carácter.
—Abuelo, las mujeres solo se enfocan en la fortuna, no en el carácter ni mucho menos en la apariencia. La personalidad queda en segundo plano cuando se está interesado solo en la posición y el dinero. —Era su excusa de siempre.
Un gran ejemplo de corroboración de este argumento eran los matrimonios de sus hermanos mayores: Illumi, el mayor de todos, se había casado hace pocos años con una muchacha cuya fama era de alguien caprichosa e interesada, aun así, a su hermano no le pudo importar más poco y se casó con ella, dando como resultado un matrimonio sin ningún ápice de muestras de amor, más que la presunción de la esposa con sus amigas respecto a los lujos que ahora podía darse gracias a su esposo.
Illumi había respondido que había contraído matrimonio con ella únicamente por los beneficios que se les otorgarían a ambas familias. Su madre no podía estar más complacida.
Su segundo hermano, Milluki, que era el menos destacado en la familia dada su apariencia obesa, muy malos modales y su insistencia en casarse con una joven cuya belleza considerara digna; se unió con una chica creída y extremadamente narcisista que se jactaba constantemente de sus nobles orígenes. Era más que notorio el interés en aquella relación —aunque de parte de su hermano más bien podría visualizarse una enfermiza admiración—, aun así, su madre continuó contentándose con este segundo matrimonio.
Estas dos uniones pudieron haber sido beneficiosas para la familia en general, pero fue un mal ejemplo innegable para las opiniones futuras de Killua, quien visualizando las relaciones se había rendido a la idea de tener algún amorío decoroso, ajeno totalmente al interés económico que sea aceptado por su familia, y a la vez se negaba a aceptar relacionarse con cualquier muchacha que haya quedado hipnotizada ya sea por su apariencia o por su fortuna. De ahí llegó su carácter altanero.
Al mudarse, lo primero que su padre planeó fue un baile con el fin de presentar a sus últimas hijas que ya habían entrado en edad para casarse, lo que originó todo un caos entre las féminas de la familia. Gritos reclamando por vestidos, broches y listones aplacaban toda la mansión Zoldyck.
Killua, quien residía sentado serenamente frente a su escritorio, con una pluma empapada de tinta fresca en la mano, intentaba enfocar su atención en la carta destinada a uno de sus hermanos, pero el estridente chillido emitido por la menor de la familia detuvo el camino de la pluma a la hoja y le provocó un tedioso tic en uno de sus ojos.
—¡MAMÁ DILE A ALLUKA QUE ME DEVUELVA ESE LISTÓN!
Seguidos de reclamos de la aludida y protestas con poca sutilidad de su madre.
—Papá por favor pídeles que se callen... —masculló irritado, hundiendo con furia la pluma dentro de la botella de tinta.
—Sabes perfectamente que, sin importar el nivel de mis súplicas, ellas no cederán —respondió el hombre mayor sin quitarle la mirada al libro entre sus manos. Sabían de antemano que ni la firmeza y postura autoritaria de Silva Zoldyck serían suficientes para aplacar las quejas en situaciones como esas.
Killua se obligó a mantener la compostura y reservarse toda la cantidad de injurias que habían surgido en su cabeza —con una voz mental realmente furiosa— para él mismo. Aplicó toda su irritación contenida en la fuerza que ejercía contra el papel, importándole poco que la tinta traspase.
—Killua —llamó Silva.
—¿Sí, padre? —Se volteó a su dirección, procurando suavizar su expresión lo más que pudiera e intentando hacer alusión de que las voces de su madre y sus hermanas no eran más que susurros lejanos e incoherentes.
—¿Piensas encontrar una prometida en este baile?
Si en algún punto Killua sintió todo su cuerpo tensarse, no lo dejó ver a su padre. Sostuvo la firmeza de su mirada y eliminó cualquier indicio de vacilación.
—No.
Silva resopló con exasperación.
—Escuché muy buenos rumores sobre una jovencita soltera. Dicen que es realmente bella, muy habilidosa y de excelentes modales. No está de más mencionar que la riqueza que su familia posee es exuberante.
—Con todo respeto, padre, no me importa sus capacidades ni el estado de su economía y muchos menos su apariencia. Me niego a tratar con muchachas superficiales cuya meta más grande en la vida es verse bonitas para que un hombre rico las despose —dictaminó.
Antes de darle tiempo a Silva de emitir alguna protesta, Killua se levantó de su lugar y arrugó la carta —que en algún momento no fue más que rayones acentuados y letras mal formadas— para luego ser arrojada a algún basurero cercano. La carta que le había prometido enviar semanalmente a Illumi el día que se marchó de casa podía esperar dos o tres días más.
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Sonata nocturna | GonKilluGon
FanfictionEs el siglo XVIII. Gon es un muchacho que destaca por su carácter informal y porte relajado. Con fama en la sociedad por supuestas inclinaciones homosexuales. Killua acaba de mudarse a una nueva residencia debido a sus hermanas que buscaban prometi...