Epílogo

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A Gon les sobraban motivos para recitar que su hermana Retz sería la esposa perfecta sin importar el tipo de hombre con el que llegue a relacionarse.

Era extremadamente habilidosa y poseía una amabilidad única. Desde que era niña tenía la capacidad para sobrepasarlo en todo, ya sea en etiqueta, léxico, la música, habilidades de socialización. Gon no era ignorante a todas las atenciones que su hermana era capaz de atraer con naturalidad a donde fuera que vaya, habiendo heredado el aspecto exacto que tenía su madre en vida, legando una belleza sin igual. Había perdido la cuenta de la cantidad de caballeros que habían tocado su puerta para pedir honorablemente su mano a su amargado padre, quien se negaba rotundamente.

Hasta que finalmente llegó su oportunidad.

Killua era en pocas palabras el sueño de cualquier mujer: elegante, habilidoso, forma de hablar impecable y con una fortuna de cantidades exorbitantes. Era por mucho la mejor opción de Retz y una que quizá solo se le presente una sola vez en la vida.

Y ante este hecho Gon tuvo que callar sus deseos.

Retz era una señorita de pies a cabeza. Una opción totalmente digna para la exigente familia Zoldyck. Gon delataba su simpleza con solamente hablar y por el único hecho de existir como era, dejaba de ser considerado como opción. Y redujo su relación con Killua a conversaciones ocasionales en las que llegaba de visita a su casa.

Hasta que finalmente llegó esa propuesta que de cierta forma reforzaría su relación. Gon fue víctima de una felicidad enfermiza que dejó que se apoderara de él.

Killua podría decir que vio en Gon cualidades que jamás había atestiguado en ninguna otra persona

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Killua podría decir que vio en Gon cualidades que jamás había atestiguado en ninguna otra persona. Él era único a su perspectiva. Vio a alguien con quien podría convivir todos los días sin aburrirse, porque Gon siempre saldría con una nueva ocurrencia. En todos sus demás encuentros siempre tenía algo de que quejarse o algo para alabar hasta el cansancio.

Era demasiado fácil imaginar un futuro a su lado.

Lo difícil fue decidirse a finalmente actuar sobre esos deseos. Siempre hizo lo que se le pedía, siempre obedeció y nunca se quejó; merecía ser compensado ¿no?

Así que eligió estar junto a él. Eligió enlazarse a él perpetuamente de cualquier forma posible, sin medir consecuencias, sin pensar en sentimientos ajenos. Solo dejó que sus deseos fluyeran y los obedeció.

La boda de Retz y Killua se celebró unos meses más tarde.

Sonata nocturna |  GonKilluGon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora