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EL CEMENTERIO SE ENCONTRABA mas solitario que de costumbre, las tumbas relucían y los pétalos secos danzaban gracias a la suave brisa que acompañaba aquel día.
Nada parecía relucir en aquella tarde de primavera, o quizás si, pero era tan invisible que ni el mismo sharingan lograría encontrarla.
Yumeko Hyuga, mejor conocida como la desterrada o algún sinónimo del mismo, se encontraba por primera vez en aquel cálido y silencioso lugar.
Su mirada repleta de repulsión era consumida lentamente por aquel odio que en algún momento deseo ocultar. O quizás no, pero fue demasiado ingenua para saberlo con claridad.
Su chakra completamente alterado nos demostraba una escena digna de película, pero ella no lo sabia.
Yumeko odia las películas.
Aquellas donde nos demuestran a un héroe perfecto que siempre vence el mal bajo todo pronostico. Aquello era mentira, una puta farsa que imponen en tu cabeza para ocultar aquella temida jerarquía donde sobrevive el mas fuerte. Después de todo, esa es la manera para elegir a un Hokage.
Gélidos; esa es la palabra correcta para describir sus ojos.
Si continuaba creando mas ideas en su cabeza iba a enloquecer. Su respiración volvería a fallar, su mente solo pensaría en hipótesis relacionadas con una inalcanzable libertad y su energía disminuiría notablemente.
Yumeko quiere morir, pero con esa estupida promesa en juego no debe ni puede tomar aquel descanso eterno.
Al solo pensar eso, aquel hilo se rompió y junto a su chakra el monstruo se libero.
La cuidada tumba que yacía bajo sus pies, ahora se encontraba irreconocible. Aquel repugnante nombre era lo único legible y por unos segundos se arrepintió de aquel vandalismo.
Pero todos sabemos que la satisfacción no demoro en llegar y junto a ella un extraño llanto de felicidad, o eso pensó en ese momento.
Poco a poco las alas de aquel Ángel -o demonio- que en algun momento cortaron, comenzaron a crearse nuevamente en su espalda para volar hacia su pronta libertad.
Aunque la segunda persona en aquel solitario, no tan solitario, lugar no corrió con la misma suerte.
Esos hermosos ojos blancos eran cubiertos por finas lagrimas de amargura. Ella sabia que pronto esto sucedería, pero prefiero ignorarlo e imaginar un destino donde este horrible suceso jamas existiera.
Su familia perfecta poco a poco comenzaría a demostrar su verdadera cara y este era solo una probada de el trágico futuro que se aproxima.
Ahora, Hinata solo podía afirmar que aquellas decisiones que en algún momento tomó su esposo a escondidas afectarían a gran escala en un futuro cercano.
-Esto era lo merecías, egoísta.
Fue lo ultimo que escucho de su sobrina antes de desaparecer entre pétalos de cerezo.
Un corazón roto, una esperanza y demasiadas malas decisiones serian las palabras para describir esta trágica historia.
