Parte 1: Una mala noche

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      Se despertó por un trueno. Asustada se tapó los oídos y se metió bajo la cama. Mía era muy asustadiza. Casi todo le daba miedo, perros, gatos, tortugas. Pero su madre le decía que no tenía que temerlos. Mía vivía en una caseta en el bosque con su madre. Ella siempre le preguntaba a su madre porque vivían en el bosque y no en un pueblo, pero su madre siempre le contestaba igual " Hija me siguen los malos". Mía no lo comprendía, ¿qué quería decir su madre con los malos? Lo único que sabía era que esos hombres malos hicieron algo con su padre. Para ella era como un puzle sin completar.

    Otro trueno horripilante sonó. Mía empezó a gritar como una loca de miedo. Entonces su madre llegó a la habitación asustada a ver qué había ocurrido. Entró rápidamente en la habitación con una escopeta apuntando a su hija.

-¡Mía me has asustado! -Dijo la madre como si se hubiera quitado un peso de encima-Mía métete a la cama - Dijo su madre cansada.

-¿Mamá qué haces con eso en la mano? le preguntó Mía a su madre asustada.

-Nada hija métete a la cama- Mía volvió a meterse a la cama para seguir soñando.

     Ya había salido el sol y Mía salió a buscar fruta al bosque. Su madre de pequeña le explicado cuáles eran los frutos venenosos y cuáles no. También le había dicho que cogiera agua del lago. A ella no le gustaba coger agua del lago. Ella tenía la impresión de que le perseguían en el lago, pero siempre que miraba hacia atrás no veía a nadie. Eso la asustaba. Mía llego al lago y vio como el reflejo de una mujer se reflejaba sobre el agua. Una mujer que nunca había visto antes. Levanto la cabeza y vio una caseta al otro lado del lago y una mujer sentada  intentando pescar algo.

-¡Una casa!- gritó Mía emocionada. Al otro lado estaba una mujer pescando. Mía le empezó a gritar

-¡Mujer!. La mujer giró la cabeza y miró a Mía sorprendida.

-No sabía que tendría vecinos- dijo la mujer.

   Mía estaba en la casa de la mujer pues la había invitado a entrar. La mujer le ofreció galletas de chocolate y Mía las aceptó con una sonrisa. La mujer la miró con una sonrisa horripilante y con los ojos bien abiertos.

-¿Qué son estas cosas tan ricas? pregunto a la mujer.

-Son galletas niña. Quieres más- Siguió poniendo su sonrisa mientras andaba hacia la cocina.

    Había pasado bastante tiempo desde que la mujer dijo que volvería y Mía empezó a asustarse.

-Bueno me voy que se está haciendo de noche dijo Mía en voz alta. Entonces la luz se fue y al volver la mujer estaba en su espalda y se la tocó dos veces.

-Niña- dijo la mujer-Niña- dijo otra vez. Entonces Mía muy asustada se giró y vio que la mujer tenía en la mano una cesta con mogollón de galletas de chocolate.

-Se que he tardado pero toma todas estas galletas para ti-Dijo la mujer. Mía las cogió y salió de la casa.

     Mía iba cantando por el bosque cuando el sol empezó a descender. Empezó a asustarse y corrió. Se chocaba contra los árboles en dirección hacia su casa y entonces se tropezó con un árbol. Mía miró asombrada al árbol, se fijó que era uno de esos árboles con un agujero en el centro, no le parecía un agujero natural, era como si alguien o algo hubiera hecho un agujero con un cuchillo en el árbol. Entonces una extraña luz salió del agujero, y al mismo tiempo que la luz, un sonido. El sonido era como una campana. Entonces Mía metió la mano por el agujero y sintió algo caliente, sacó la mano y empezó a gritar. Mía tenía la mano llena de sangre. La luz y el sonido aparecieron por segunda vez y logró ver un cadáver en el interior del árbol.

Locura finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora