Sirviente

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Pasaron los años, y la niña creció, volviéndose una doncella. A medida que la belleza de la chica aumentaba, también aumentaban las preocupaciones del Pintor. Con 18 años la muchacha seguía pasando las tardes con él y disfrutando de sus historias, pero el muchacho seguía confundido, y sin saber cómo solucionar el problema de su inmortalidad.

Una noche llamó a Cratio desesperado, el cual apareció en un instante frente a su amo. Cratio siempre llevaba esa exótica mascara cubriendo su rostro, y su cuerpo envuelto en túnicas negras, doradamente detallada. El contraste de su cabello rojizo y desmarañado sobre toda su espalda siempre le llamó la atención al muchacho.

-¿Qué te sucede amo?- preguntó suavemente el bello espíritu.

-Quiero pasar el resto de mi vida junto a ella. Pero evitando el sufrimiento, prefiero morir en su último respiro.- respondió desesperado.

-Tu problema tiene una sencilla pero peligrosa solución, y no te la recomendaría nunca.-

-Te lo ruego Cratio, haré lo que sea por esos ojos…-

-Puedes dibujarte a ti mismo, de esa manera si ella muere, tú desaparecerás al no tener a quien servir. Antes de que lo preguntes, siempre has dibujado cosas que imaginas, ideas que no existen en este mundo. Pero no puede haber dos de uno mismo, es por eso que si dibujas algo que ya existe en este mundo y te dignas a darle vida, el retratado se desvanece en los susurros del viento, y el dibujo renace con sus memorias y personalidad. Sin embargo… hay algo que no puedes dibujar. Por más que lo desees muchacho, un alma es imposible de dibujar.-

Cratio se entristeció al ver que al muchacho le encantó la idea, las lunas lo observaron con más pena que antes mientras se dibujaba a sí mismo. El Dios contemplaba en silencio, con una siniestra sonrisa.

Así el muchacho se volvió dibujo, y el dibujo un recipiente vacío. Cratio fue recogido del suelo por el Dios, sin un alma en la cual refugiarse, ya no tenía sentido que acompañara al muchacho. A Cratio le dolió bastante ver como al chico no le importaron todos esos años junto a él, como lo abandonó por unos ojos azules, sin siquiera dudarlo.

Así el muchacho olvidó el significado de la amistad…

 

La muchacha lo esperaba en la puerta de la ciudad, ambos viajarían por el mundo juntos, ella le daría sus sonrisas y lágrimas, y él le serviría hasta ya no ser necesario. Descubrieron nuevas tierras y paisajes, el muchacho se asombró de cuanto había cambiado el mundo en ese casi siglo que paso dentro de la ciudad. Al parecer muchas guerras hubo en su ausencia, y nuevas naciones se formaron.

El chico disfrutaba de cada segundo sirviendo a la doncella, la protegía de todo mal, y no la dejaba pasar hambre ni frío. Muchas cosas se dificultaron sin Cratio, pero él no se permitía quejarse de su falta, por sincero orgullo.

Sin embargo, algo que no tomó en cuenta fue trágico para sus planes. Al ser un simple dibujo, su juventud seguía intacta, mientras que la muchacha seguía creciendo a cada año que pasaba, sin que su belleza disminuyera en ningún momento. Con 25 años de edad, la doncella quería formar una familia en alguna tranquila ciudad, pero al seguir encontrando infantil al muchacho, se dispuso a buscar algo que el chico nunca podría llegar a ser… un hombre.

Así fue que llegaron a una gran ciudad entre los bosques gélidos, la cual encontró de gran agrado. Con el dinero que llevaba la chica compraron una pequeña casa, la cual encargo de remodelar para que sea de agrado para la elegante muchacha.

Pasaron los meses, y el muchacho notó un comportamiento extraño. Ella se iba de la casa todas las tardes y le pedía que la esperara para la cena. Así comenzó a extrañarla todos los días con la misma desesperación que cuando era una niña. Al llegar el buscaba conversación pero ella solo comía y se metía a la cama.

Un día ella se fue sin avisar, por lo que el chico se sintió libre de seguirla, solo para darse cuenta de que sus sospechas eran ciertas. Ella tenía a otro, y le sonreía como solía hacerlo con él, y se reía de sus chistes como solía hacerlo con él, y lo ahogaba en sus ojos como solía ahogarlo a él.

El muchacho observaba con rabia, pero con una fuerte angustia, aceptando que la había perdido en manos de aquel hombre.

Y en medio de esa aceptación el muchacho aprendió lo que significaba el amor, quizás no era el mejor significado, quizás era el más doloroso, porque él solo daba para no recibir, lo que ese hombre sí recibía. Pero al fin y al cabo ella era feliz con ese hombre, y al muchacho solo le quedaba su deber de servir.

 

Pasaron dos años, era una fría tarde en esas tierras gélidas. El muchacho se encontraba sentado en el jardín, sumido en su constante angustia. Pasó varias horas como solía acostumbrar desde hace meses. Hace años que no tocaba un papel o un color, ya no era pintor, era un simple sirviente.

Oscureció rápidamente  y las lunas lloraron por él, como hacían todas las noches. Entonces ella llegó con su amplia sonrisa, el chico intento imitarla, para que no se preocupe. Le dijo que tenía algo importante que decirle, el muchacho se quedó parado en silencio.

-Voy a casarme- dijo con su dulce voz, y con esa dulzura se clavaron puñales en el muchacho, puñales que atormentaban sus ojos pidiéndole lagrimas que él no podía mostrar. Antes de poder decir algo, ella le pidió que haga silencio.- Quiero que seas feliz y que sigas viajando, ya no necesito que me protejas, puedes ser libre como solías serlo, ¿entiendes?, quiero que vivas tu vida sin tener que preocuparte más por mí.-

Los puñales se clavaron aún más fuerte, el muchacho quiso callarla pero su orden se lo impedía. Finalmente tuvo que ceder, y una lluvia de lágrimas salió de sus ojos, la chica se encontraba confundida. El muchacho pudo ahogarse una vez más en los océanos de sus ojos, antes de desvanecerse entre susurros en el viento…

La chica recordó las reglas de su don, y comprendió en lo que el chico se había convertido a su espalda, pero nunca pudo comprender por qué. El muchacho desapareció sin poder confesarle su amor, y así la chica lloró por su amigo, lo que el muchacho había llorado todo ese tiempo por su amada…

 

Y hasta el día de hoy me sigo preguntando cual fue la mejor obra de aquel famoso pintor, dicen que era una bestia de miles de colores, o el paisaje de una fosa de cristales… Para mí nunca nada se va a comparar, con el de una niña de blancos cabellos con listones plateados, y dos cristales azules que navegaron por todo los mares…

Así termina la historia de ese famoso pintor, como acaba la de muchos hombres… Por impaciencia y desesperación…

 

A veces ser Dios, es muy frustrante.

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2015 ⏰

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