Aunque sinceramente siempre imagine que todo esto solo sucedía en las películas. Dios! En serio, Alaska tortura mi mente lenta y dolorosamente. ¿Que les diria a sus padres? Hola Señor y Señora Simons, ¿Como están? ¿Que tal todo? Ah por cierto charlé con su hija esta tarde y me dijo que los saludara. No creo que sean tan crédulos. A pesar de eso, lo haré, al menos lo intentaré.
-¿En donde vives?- pregunté improvisadamente y las palabras me salieron a borbotones de la boca.
-Eh?- Respondió frunciendo el ceño.
Creo que me había comportado totalmente cerrada hasta ahora con ella.
-¿Cual es tu dirección?- En cuanto pronuncie esto, vi un aspecto fugaz en su mirada, y como las comisuras de sus labios comenzaban a ensancharse, creo que después de tanto, había logrado tomar una buena decisión.
Me dio su dirección, y escuché el motor del coche de mamá.
Ya había llegado.
-Mi madre!, ¿Que hago? - Por un muy breve segundo se quedo con cara de pasmo, pero reaccionó.
-Ella no puede verme-Respondió esbozando una ligera sonrisa- Solo no te comportes como maniática- Añadió.
Suspire. -Pff.
La verdad se sentía muy bien tener a alguien con quien hablar.
-Cooony, he llegado-.
Me sonroje en cuanto lo dijo. Nadie había escuchado que mi madre me llamara asi.
Excepto Alaska.
Mi madre me llamaba Cony de cariño porque de pequeña brincoteaba demasiado por todos lados y me comenzaron a decir conejita. Y se quedo Cony. En fin.
-Ok- grité para que me escuchara desde abajo.
- Tu no te muevas-
-Da igual si me muevo o no-dijo distraídamente mientras agitaba juguetonamente una bola de cristal con nieve artificial dentro- No lo notará- Añadió lanzando una mirada de soslayo hacia la puerta, indicando a mi madre.
Bufe, y baje las escaleras corriendo. Mamá ya estaba en la cocina picando algo que no podía distinguir, me gustaba observar sus movimientos elegantes y sencillos a la vez, con el cabello sujeto por un bolígrafo improvisadamente, mamá era guapa desde cualquier ángulo.
-Miah, ¿Que tal tu tarde? ¿Puedes ayudarme a poner la mesa?-
No quiero hablarle acerca de Alaska -¿Que tal la tuya?- Le pregunte antes de mirar hacia otro lado ella no me miraba asia que no notaria que le miento, o al menos que trato de desviar su pregunta, no me gustaba mentirle, nunca lo hacia- Vale-.
-Bueno ha sido un buen dia, Compré croquetas y ensalada de mango en el camino- Respondió con la mirada al suelo. Algo no anda bien
- ¿Estas segura?, no te ves muy contenta-
- Estoy cansada, es todo- Añadió cortante.
Un mechón de cabello rizado le cayó sobre la cara ocultando sus ojos vidriosos.
Sin pensarlo, corrí a abrazarla, y sentí como sus lagrimas penetraban debajo de la tela de mi ropa.
-Hoy murió Lucy- Mamá es enfermera en un hospital de niños con capacidades especiales, sonara duro pero; su problema radica en que ella se encariña demasiado con las personas que ella misma verá morir- Frente a mi.
-Lo siento mucho- Soy demasiado tonta o ¿acaso no se decir mas que tres palabras cada que me dicen que alguien murió?- Lo siento.
Idiota Miah.
La abrace con fuerza estrechando sus hombros.
Cenamos incómodamente, ya que ella se limitaba a picar los guisantes y meterse uno a la boca cada 2 minutos, y yo no sabia que decirle, mucho menos que hacer.
Ese trabajo suyo la estaba absorbiendo y destruyendo.
En cuanto termine, di las gracias, fregué los platos y me fui directo a mi habitación.
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Hasta que la muerte nos una. -EN EDICIÓN-
Teen FictionMiah lleva una vida monótona hasta que descubre que posee un don con el que puede redimir a las almas de las personas que no están en paz. El día en que conoce a Wolfrick sabe que no podrá regresar a la rutina, sabe que el despierta sentimientos...