De la vida aprendi, que la perfeccion es inalcanzable y que siempre esta delante de nosotros.
Miah
La casa de Alaska era verde pastel, grande.
Después de dejar aparcada mi motocicleta sobre la acera-frente a su casa- me acerqué y llamé a la puerta, nadie abrió. Volví a llamar, una y otra y otra vez, hasta que pensé que tal vez no hubiese nadie en casa.
Di media vuelta y se escucho un click, y me gire totalmente; de nuevo. Una señora parada a menos de un metro de mi, de mediana edad, y cabello rubio opacado por algunos mechones grises que sobresalían de su larga cabellera grasosa, me miraba inexpresiva y sensatamente.
Ella era su madre.
-Diga-
-Es usted la madre de Alaska?...- No se si lo estaba preguntando o afirmando.
Al parecer estaba lo suficientemente inmersa en un punto fijo detrás de mi, que se limitó a asentir.
-Mmm, yo, Eh...- pausé- Lamento mucho su pérdida pero, tengo algo importante que decirle acerca de su hija, que le podría interesar.
Dejó de ver -lo que fuese que estuviese viendo- y entornó los ojos hacia mi. Y logre lo que queria, logré captar su atención.
-Pasa- me invitó, haciéndose a un lado, para dejarme espacio.
Entré, por alguna extraña razón me sentia insegura dentro de ese tétrico lugar. Como si fuera un domo.
En todo este tiempo Alaska no había dicho nada; se limitó a observar.
-Elaine Simmons- se presentó
-Miah Goodway, un placer- sonreí forzadamente, por cortesia.
Ella seguia sin tener expresión alguna, me indico amablemente con la mano un mini-sofá en su living y tomé asiento.
Ella se sentó frente a mi y asintió, esperando lo que yo le fuera a decir.
¿Como le daria la noticia?
¿Le diria la verdad o inventaria algo para que no me pintara como "La lunática que habla con difuntos"?
¿La verdad o la mentira?
La verdad no siempre es lo correcto.
No siempre.
-Necesito que confié en mi señora Simmons- traté de dirigirme a ella lo mas respetuosamente que pude. Lo que la hizo rodar los ojos.
Lucía cansada.
-Habla- apretó los labios.
-Ayer...-inhalo- hablé con su hija.
Se mordió el labio inferior y arqueó las cejas.
-Es cierto- repliqué con seriedad, no entiendo porque acabo de decir eso, si ella no estaba negándome nada- Ni siquiera yo sé cómo lo hice, pero pasó.
-Okey- asentí al unísono de sus palabras- Supongamos que eso es cierto- dijo como si me sopesara..
"Supongamos" no había palabra que aborrezca más que esa.
-¿Que fue lo que te dijo ella?- preguntó arqueando las cejas
-Tenle paciencia, te lo pido- por primera vez Alaska intervino.
-Ella dijo que le dijera a usted- asintió desesperadamente, yo tambien estaba desesperada con toda esta presión sobre mis hombros, no sabia como decir esto-...Que ¿Ian?-dudé, ¿Se llamaba asi? en cuanto mencione el nombre del susodicho, su semblante se volvió duro y fuerte a la vez, sin embargo asintió con la mirada- El no la mató, fueron 2 chicas de su instituto; Susie y Kisha- sus nombres no los olvidé por nada- No fue su nov... su ex novio- corregí- No fue el chico Mc Cough, y...- iba a continuar dando la explicacón ya que me desenvolví a la perfección, pero me detuvo.
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Hasta que la muerte nos una. -EN EDICIÓN-
Novela JuvenilMiah lleva una vida monótona hasta que descubre que posee un don con el que puede redimir a las almas de las personas que no están en paz. El día en que conoce a Wolfrick sabe que no podrá regresar a la rutina, sabe que el despierta sentimientos...