Sinopsis:
"Dicen que todo se reduce a la última persona que pasa por tu mente al final del día, porque es ahí en donde está tu corazón."Un nuevo torneo del poder se aproxima y cómo es su costumbre, Vegeta se encuentra entrenando arduamente en la habitación del tiempo; en la soledad de dicho lugar y tras un descuidó de su parte el Príncipe Saiyajin, recordara algo dicho hace tiempo por la terrícola que logro poner su mundo de cabeza.
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<Narra Narrador>Es el día doscientos sesenta y cinco, el ambiente caluroso dentro de la habitación del tiempo es sofocante; tan así, que un simple humano moriría de deshidratación en menos de una hora. Pero claro, este no es el caso del único residente temporal de dicho lugar; nada más y nada menos que el Príncipe de los Saiyajin, Vegeta se encuentra en una de sus arduas sesiones de entrenamiento. ¿Su único objetivo en mente?, Es derrotar a sus adversarios en el próximo torneo del poder; no quiere que su universo sea destruido, la Tierra deje de existir y mucho menos, que su familia muera por su incompetencia. Lleva entrenando durante tanto tiempo y como si fuera poco, cargando una cantidad de peso inimaginable; que el agotamiento se puede ver reflejado en su rostro y en un descuido resbaló con un charco de su propio sudor, quedando jadeando en el piso boca arriba y mirando el techo, se pierde en los recuerdos.
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<Narra Vegeta>- Los sentimientos no son una debilidad, el amor no nos hace débil; si luchas por la causa correcta puede llegar a ser invencible... la familia Vegeta es, la principal fuente de poder que existe y sin dudas es una buena causa, por la cual luchar.
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Eso fue lo que me dijiste una vez, en esa época te creí demente; como una débil humana como tú, se atrevía a hablarle al Príncipe de los Saiyajin de semejante estupidez. Posteriormente y tras discutir acaloradamente, con lágrimas en los ojos me confesaste la razón... en tu vientre yacía creciendo la causa de tus delirios; al imaginar mi sangre real mezclada con la de un ser tan inferior, me provocó el estrujamiento de mis tripas y mi visión se volvió borrosa.
Maldije a Kamisama, al inútil de Kakaroto, al misterioso viajeros del tiempo, maldije a todos en este mugroso planeta... te maldije y me maldije a mí; por caer en tus hechizos de mujer, como si fuera un soldado de tercera clase y no el Príncipe de mi raza. Me convencí a mí mismo que una esfera de ki sería suficiente para borrar tal deshonra, darte una muerte rápida por los servicios prestados sería lo más misericordioso de mi parte; sin embargo teniéndote a mi merced, en el último segundo no pude hacerlo.Fue algo irónico ahora que lo pienso, aquel sanguinario, frío y desarmado guerrero; que disfrutaba ver el corazón recién arrancado del pecho de sus víctimas, aún latiendo en sus manos no pudo añadir un nombre más a su larga lista de muertes. Por alguna cuestión desconocida no pude acabar con tu miserable existencia, esa fue la primera vez que mi cuerpo se negó a obedecer una orden de mi mente; verte en los brazos de Morfeo y saber que aún así tenía tal poder sobre mí, me aterrorizó... odio admitirlo pero así fue.
Esa misma madrugada de luna menguante y con la mente aturdida partí hacia el espacio, donde formule cientos de teorías y cada una de ellas fue descartada a los pocos minutos; culpe a la falta de práctica, pero muy en mi interior sabía que eso era una vil mentira... ¿Desde cuándo al Príncipe de los Saiyajin le temblaba el pulso, a la hora de hacer correr sangre?. Frustrado aterrice en el primer planeta habitable que estuvo disponible, allí imaginé que eras tú en cada extraterrestre al que le arrebataba la vida con mis propias manos; al terminar todo quedó reducido a cenizas y con mi mente despejada, me fue más fácil recordar cuáles eran mis verdaderos objetivos en ese entonces.Uno de ellos era sobrevivir como dé lugar, a la dichosa batalla en contra de esas malditas Hojalatas; para así derrotar al cabeza hueca de Kakaroto, proclamarme el guerrero más fuerte del mundo y posteriormente conquistar el universo entero. Sin enbargo los pensamiento sobre cierto mestizo nonato, aún rondaban por mi mente; por tal motivo entrenaba hasta el agotamiento, de esa forma lograba silenciar las voces en mi cabeza.
Me dije a mí mismo que no debía preocuparme, que muchas cosas podrían pasar en nueve meses; y de no ser así, ya me encargaría personalmente de ese asunto al volver. Incluso llegué a pesar en lo dicho por el joven del futuro, de cómo los Androides acababan con todo a su paso; si por alguna razón no lográbamos vencerlos, el resultado de la copulación con la muchacha terrícola sería irrelevante.Nada de eso importó cuando Kakaroto murió en manos de aquel Insecto, entoces perdí de vista todos mis objetivos... perdí la motivación de continuar; todas las ambiciones que alguna vez tuve fueron sepultadas en el olvido, nisiquiera me interesaba la repugnante existencia del mocoso. Cada día que transcurría se volvió una copia del anterior, olvide quién era, me sumergí en un mundo de desdicha.
Atrás quedó aquel verdugo sin piedad que alguna vez fui, es patético admitir qué el despiadado Príncipe Saiyajin; el mismo a quién no le importaba nada ni nadie, había "perdido de vista su camino". Aquel destructor de planetas ya no le interesaba que su nombre fuera reconocido en todo el universo, ni que perdurase al pasar los años.Y en entonces apareciste mujer vulgar, dijiste que dejará mi actitud patética de una buena vez por todas; recuerdo que intente asesinarte y nuevamente falle en el intento, te ordene guardar silencio... sin embargo no lo hiciste. Duramente me recordaste quién era, cada una de tus palabras fueron como dagas afiladas; cuando finalmente acabaste tu intervención tuvo el efecto deseado, me devolviste mi espíritu de lucha y en el proceso atravesaste las duras capas de hielo sólido, que cubrían mi corazón... incrustándote en él.
Desde ese momento tengo la sensación de que, yo gano las batallas... pero no la guerra; en especial aquellas, en las que formas parte. Llegar a la Tierra y enfrentarme al Insecto de tercera clase sin dudas cambió mi vida, de una forma tal que jamás me hubiera imaginado; sin embargo fuiste tú, una terrícola quién logró poner mi mundo de cabeza....
- Escuchando doce campanadas, provenientes de la distancia y volviendo a la realidad.- Sin dudas, la familia es la fuente de poder más grande que existe; de no ser así , ¿Estaría aquí?..
Fin.
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REFLEXIONES DE MEDIANOCHE.
Fanfiction"Dicen que todo se reduce a la última persona que pasa por tu mente al final del día, porque es ahí en donde está tu corazón." Un nuevo torneo del poder se aproxima y cómo es su costumbre, Vegeta se encuentra entrenando arduamente en la habitación d...