Ella no podía describir con palabras cuan gratificante era ese momento. Podía notar la desilusión de su interlocutor al otro lado de la línea, el tono derrotado de su voz. Casi sintió pena por él....pero no.
Todo empezó con lo que sería un ventajoso contrato de trabajo, que implicaba meses viviendo en otro país. Por supuesto que ella dijo sí, al final era una gran oportunidad y el hecho de viajar no le importaba demasiado. Lo único que le angustiaba un poco era el no conocer a ninguno de los demás con los que tendría que convivir; la soledad era un elemento extraño en su vida, y honestamente no tenía idea de cómo encararla.
Al fin llegó el día de la partida. Ya en el avión pudo ver por primera vez a sus compañeros: todos mayores que ella y con experiencia en situaciones similares. Sé sintió novata y muy intimidada, así que prefirió pasar desapercibida en la medida de lo posible y ocupar el último asiento, a espaldas de los demás. Sin embargo su entrada no había pasado por alto al resto de los pasajeros, sobre todo entre los hombres había llamado la atención, pues a pesar de que en su mayoría eran casados o tenían una pareja estable, claro que no iban a estar solos durante el tiempo que durara la experiencia.
Mientras tanto, ella intentaba concentrarse en el libro que escogió para el camino. Casi lo había logrado, cuando sintió que el asiento a su derecha ya no estaba vacío.
- ¡Hola! Veo que es tu primera vez.
- Tanto se me nota?
- No te preocupes, todos pasamos por eso. Solo mantente firme y déjate guiar por los que tenemos más experiencia.
Si, guiar fue la palabra que usó...
Ella se sintió halagada de ver que un hombre atractivo y con porte intelectual quisiera ayudarla, amen de que era muy claro que había otro interés de trasfondo. No le importaba, era soltera y no le debía explicaciones a nadie, así que se dispuso a dejarse llevar en la aventura que recién comenzaba.
Sobra decir que a los pocos días ya tenían una relación, y él se convirtió en una suerte de guia-maestro-novio para ella. No habría ningún problema, si no fuera por el hecho de que en su país lo esperaban una esposa y dos hijos .
Sería un engaño decir que no se lo contó, todo lo contrario. Desde el primer momento le explicó que estaba casado y así pensaba seguir, por lo que le pedía encarecidamente que evitara enamorarse de él, aunque sabía que eso iba a ser imposible para ella.Unos meses después ya vivían juntos. Habían creado una historia, y para todos a su alrededor la relación que tenían era demasiado estable como para que terminara cuando finalizara el contrato. Él siempre aclaraba que nunca arriesgaría la familia que tenía fuera, e incluso daba como ejemplo las relaciones que había tenido en otras experiencias similares:
- Este es mi tercer contrato, y en los anteriores también tuve alguien que me acompañara para no pasar solo este tiempo, y mi matrimonio ha seguido adelante sin problemas. Lo único malo es que las chicas con las que he estado terminan enamorándose, y es muy duro para ellas cuando al final tenemos que separarnos. Esta vez va a suceder lo mismo, lo sé. Me da mucha pena, pero qué le voy a hacer?El tiempo pasó, y el día de la partida se fue acercando. Ella estaba muy tranquila, se había preparado para el momento final casi desde que la historia había comenzado, y en parte se lo debía a Él. No esperaba cambios en la decisión de separarse...y sinceramente tampoco lo deseaba. Ya conocía bastante bien a la persona que tenía a su lado, y aunque había aprendido a quererlo sabía que no tenían nada en común. Eran dos seres que se habían encontrado en circunstancias especiales y se unieron durante una breve pausa de su realidad... nada más.
Claro, eso se lo guardaba para si y lo dejaba a Él con sus letanías de lamentar lo mucho que ella iba a sufrir cuando llegara la separación, lo díficil que le sería encontrar una nueva pareja después de haber estado con alguien como él; incluso llegó a proponerle que de vez en cuando iría a visitarla , hasta que estuviera seguro de que estaba bien.
Ella callaba, a pesar de molestarle algunos de sus comentarios. Quería terminar la experiencia sin discusiones, con un buen recuerdo.
El día llegó, y la despedida fue dura luego de tanto tiempo siendo cavernícolas en un universo diferente. Fue Ella quién se separó del abrazo y salió caminando sin mirar atrás, creyendo que cerraba un capítulo de su vida. A pesar de las lágrimas se sentía orgullosa de si misma, pues había superado todas las pruebas y sus jefes estaban satisfechos con su desempeño.
Tres días después llegó la primera llamada. No recordaba haberle dado su número, pero no le molestaba. Fue bonito volver a hablar y saber cómo le iba. Luego de una larga charla sobre su maravillosa familia y lo feliz que era, sutilmente Él preguntó si podría visitarla; pero la respuesta fue un NO rotundo.
- Como quieras, yo solo lo hacía para ayudarte a que me puedas olvidar.
- Te estás contradiciendo, si lo que buscas es que te olvide lo mejor es que no nos veamos.
- Si, pero quiero asegurarme de que estás bien, que no cometas errores por despecho.
Tuvo que contenerse para no soltar una carcajada o una mala palabra.
- Gracias, pero de verdad no quiero que vengas, y te aseguro que estoy muy bien.
No vino, pero sus llamadas se hicieron habituales, como si (contrario a lo que afirmaba) no quisiera ser olvidado.
Ella continuó con su vida. Recibió una promoción en su trabajo y se fue a vivir a una nueva casa. Conoció a un chico que le hizo sentir importante y a quien podía admirar en todos los sentidos. Paso muy poco antes de que se comprometieron y se fueron a vivir juntos.
Una tarde estaban en casa, disfrutando de su mutua compañía, cuando el móvil sonó con insistencia. Ella dudó un segundo al reconocer el número, pero enseguida lo tomó con la seguridad de que los secretos en la pareja siempre terminan cobrando factura.
La conversación empezó con el saludo de rigor y preguntar por la familia, hasta que se tocó el tema que flotaba en el aire:
- Estás bien? Hace mucho que no hablamos.
-Si... hay algo que quiero decirte.
Mira hacia su novio, que está intrigado al otro lado de la habitación.
- Tengo una relación... más claro, estoy comprometida.
Silencio al otro lado de la línea.
- Solo te lo digo para que estés más tranquilo, siempre has dicho que te preocupabas por mi soledad o que pudiera afectarme demasiado el fin de nuestra historia...ya ves que no es así, por lo que eres libre de seguir con tu vida y dejarme atrás.
Una manera educada de pedirle que no la llamara más, o al menos eso trató de expresar.
- No creo que sea buena idea... conoces bien al tipo?
Sé contuvo...solo un poco.
- Mucho más de lo que te conocía a ti cuando empezamos.
- Lo sabía! Estás molesta conmigo por no haberme divorciado de mi esposa, y por eso me quieres poner celoso.
No lo puede creer... qué tipo de mujeres ha tenido en su vida? Su ego no cabe en el Titanic.
- Escúchame bien, te agradezco tu ayuda y tu compañía durante el tiempo que compartimos. Guardo un bonito recuerdo de ti.... pero nada más. Tú mismo me pediste que no me enamorara, y la verdad no me fue díficil complacerte. Estoy segura de que en circunstancias normales no habríamos volteado a mirarnos el uno al otro, no tenemos nada en común. Me dolió mucho cuando nos separamos, pero se debió a que terminaba una etapa de mi vida que fue muy importante... aunque no tanto como la de ahora. Soy feliz, mucho. Quiero que tú también lo seas... por eso te pido que cuando hoy cuelgues el teléfono no me vuelvas a llamar.
Ella no podía describir con palabras cuan gratificante era ese momento. Podía notar la desilusión de su interlocutor al otro lado de la línea, el tono derrotado de su voz. Casi sintió pena por él....pero no.
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Lo que nunca debe hacer una MUJER
Short StorySomos delicadas y sensibles, capaces de soportar y callar... hasta un día.Que tiemble quien esté cerca cuando llegue ese momento! Historias de mujeres que fueron llevadas al límite, y escogieron NO dejarse vencer y aprovechar las oportunidades que l...