Despertar

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Sentía cada una de sus extremidades pesada.

¿Esa es la sensación cuando estás muerto?

Una oscuridad que no lo dejaba ver nada pero poco a poco una pequeña luz de color dorada con destellos azules vislumbraba a la lejanía, lo siguió para salir de ahí porque se sentía abrumado, deseando no estar más en ese lugar.

Muy despacio fue abriendo sus ojos pero todo era borroso.

¿Acaso se encuentra su alma en el infierno para pagar por todos sus pecados y está pagando la misma condena que el mito de Sísifo perdiendo su vista?

Pero si él siempre trató de ser correcto y no llevar una vida que le hiciera ganarse su pase directo al mundo que gobierna el dios Hades.

Su vista se fue aclarando notando una sombra alta que tenía frente a él, unos fuertes brazos lo sostenían de su espalda y piernas.

Cuando finalmente todo a su alrededor cobró visibilidad vio el paisaje tan hermoso que es igual a un paraíso, árboles y flores de distintos tipos, una suave brisa acarició su rostro removiendo su cabello rizado que le cubrió su vista pero los apartó de inmediato, no traía puesta su banda roja que le ayudaba a que su rebelde cabellera estuviera en su lugar.

Admirado por toda la belleza que lo dejó anonadado no podía dejar de pensar que en verdad murió y estaba ahora en un lugar que disfrutaría por ser una buena persona.

Pero cayó en cuenta de los brazos que seguían sosteniendolo, sus ojos aguamarinas se dirigieron a la persona de largos cabellos rubios y el cielo en su mirada, rostro varonil, su atractivo tan irreal igual al de un dios griego, en su cabeza una pequeña tiara de oro con ramas de olivo doradas a los costados.

Tardó unos segundos en reconocerlo pero cuando lo hizo abrió grande sus ojos y fue consciente en ver la posición que se encontraba, sentado entre las piernas de la deidad mientras un brazo sostenía su espalda baja y la otra sus piernas, sin querer se sonrojó hasta las orejas.

Ágil como una gacela se bajó para arrodillarse frente al padre de todos los dioses.

- Mi señor del rayo, poderoso Zeus padre de mi señora Athena pido disculpas por la osadía y ruego perdone mi falta por no reconocerlo antes. Inclinó su cabeza a forma de sumisión ya que el aura intimidante con su porte hace que muestres el respeto que se merece al ser hijo de Cronos y Rea.

Se incorporó el de cabellos rubios sin prisa alguna.

- Levanta Aioros, no tienes que pedir disculpas, me da gusto que hayas despertado para que conozcas tu nuevo hogar. El castaño alzó la vista para mirar confundido al dios rubio.

Zeus comprendió que no entendía lo que decía, entonces continuó:

- Te lo explicaré, sé que salvaste a mi hija de ese usurpador que dice ser ahora el patriarca, estabas tan herido que tu vida pendía de un fino hilo, por eso en cuánto entregaste mi niña a ese señor decidí salvarte de tu inevitable destino porque merecías seguir viviendo, por eso ahora estas aquí en el Olimpo, bajo mi protección y éste será tu nuevo hogar, es mi forma de agradecerte el cuidar de mi pequeña. Con su mano señaló la dirección que Aioros siguió, girando sobre su eje y ver la casa que tenía el estilo griego, los pilares con arcos parecía una réplica casi exacta de su templo o cualquier edificación del santuario pero los detalles eran más minuciosos, la puerta que tenía grabado su estrella guardiana al lado un rayo.

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