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6 de Marzo del año 2020

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6 de Marzo del año 2020.
Hospital Libertad de Nueva Declan, Estados Unidos.
Estado de la paciente: Estable.


O eso creen los médicos.

Lo que es bueno, porque así no notan mi decandencia interior.

Y ya no me tendrán encerrada mientras me administran eso que ellos llaman tratamiento, ya no más...

He roto mis ataduras por fin y ahora soy libre. Pero sigo siendo una persona débil, susceptible. Que puede caer como un ave a la que le clavan una flecha en el pecho.

Pero cambiaré eso. Lo haré. Ahora que no estoy sumida en narcóticos y tranquilizantes, puedo pensar con claridad. Puedo recordar todo con una claridad casi dolorosa a través de la poca cordura que me queda.

Así que ven, acércate, quiero contarte un secreto...

Un secreto que tiene nombre e historia. Por favor escúchame con atención...

La primera vez que lo vi sostenía un cuchillo ensangrentado.

Bajo sus pies yacía el cuerpo inmóvil y amoratado de una chica sin vida. Los ojos de su asesino dieron conmigo y pronunciaron las dos palabras que marcarían por siempre mi corta existencia:

—Tú sigues.

Mi corazón había latido bruscamente cuando se acercó a mí con el cuchillo en alto, sonriendo de forma torcida mientras repetía lo mismo una y otra vez:

«Tú sigues, tú sigues, tú sigues. Quédate quieta, quiero tocar tu sangre»

Supe desde ese momento que estaba perdida. Él era mortífero, infalible... y estaba claro que nunca fallaba. No había nada más certero que su puntería y su deseo.

Así que desde ese momento no habían salidas para mí. Solo me que quedaban dos cosas: ganas de sobrevivir y astucia.

Si lograba una escapatoria, por mínima que fuera, tendría una única alternativa: esconderme.

Sabía que si él no acababa con mi vida el resto lo haría. Pero no mencionaré a los demás. Aún no. Solo a él. Al peor.

Shhh, silencio. Pueden escucharnos. Tienen oídos por todos lados. Ahora lo sé.

Recuerda, todos son malos, despreciables y sanguinarios. No hay ninguno que no haya sido deformado por el placer de matar.

La cordura se ha perdido en ese lugar. En esa mansión olvidada por Dios.

Porque la locura, el desenfreno y el libertinaje dominan a todos sus huéspedes.

Incluso yo en mi sano juicio anterior me sentí perdida por todos, por él...

KLEIN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora