En un bosque cerca de la montaña, vivía una manada de jabalíes salvajes, que nunca habían sido atacados, y siempre habían vivido en paz y tranquilidad.
Cuando una mañana fria de invierno, se aproximaron unos cazadores, y dieron caza a todos los jabalíes que allí habían, menos a uno chiquitín, de menos de cinco meses, decidieron no darle caza, y quedarse lo como una mascota doméstica en el hogar de uno de los cazadores.
Al llegar a su nuevo hogar, hicieron reformas en su habitación, pusieron mucha arena, y algunas tardes le echaban plantas u otros alimentos. Estando allí una niña pelirroja de cabellos largos y nariz respingona se le acercó, le acariciaba como si fuera algo especial que no dejaría ir. Esta niña se llamaba Noah, y su padre era el cazador que había traído a el pequeño jabalí a casa.
Los primeros días de el jabalí en la casa fueron un poco extraños e inquietantes, ya que no sabían que podría hacer este animal.
Al cabo de una semana, Noah le puso nombre al animal 'Krun', aunque a los demás les parecía extraño...
- ¿Cómo vas a llamar 'Krun' a un jabalí, nos hemos vuelto locos?- Dijo el hermano de Noah enfurecido.
- Pues mira, a mi me gusta y además si tengo que cuidarle, lo haría, no como otros, así que deja de criticar su nuevo nombre.- Gritó
Después de insistir tanto, Noah se salió con la suya, y le llamaron Krun, parecía el típico nombre de un restaurante de tapas, pero a ella le gustaba.
La verdad, no costó mucho que el animal aprendiera su nombre, ya que era corto y simple. Faltaba que se acostumbrara a la vida en aquel lugar, y a mil lecciones que debía aprender.
