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Jeong YunHo, uno de los actuales mafiosos más buscados de toda Corea, se encontraba en la habitación de su gran mansión. Era una estancia medianamente grande, los muebles eran de madera de roble algo desgastada por el paso de los años, los pequeños remates dorados de las manijas de los cajones perdieron su brillo y color, ahora tenían el color típico del latón, se veía que era algo antigua al igual que el resto de la propiedad. Aquella mansión pertenecía a sus difuntos padres y no había sido reformada desde aquel entonces. El estilo de la propiedad era colonial antiguo, predominaban los tonos ocres y marrones con algunos remates en color blanco marfil, tenía un estilo elegante en cierto modo, en aquella propiedad residían todos los hombres que trabajaban para Jeong, para que este pudiera controlarlos mejor.

Jeong buscaba en su portátil toda la información posible. Planeaba dar su próximo ataque en el banco más importante de la ciudad, más concretamente en el que tenían los ingresos todas las personas influyentes en la política. Tenía su mirada puesta en la gran suma de dinero que guardaban en la gran caja fuerte de aquel banco. Preparaba sus planes con el máximo cuidado teniendo en cuenta todos los factores para evitar cometer cualquier error o fallo. Si esto pasaba, su plan se desmoronaría como un castillo de naipes, serían descubiertos y, por ende, serían arrestados y sentenciados a pena de cárcel sin posibilidad de volver a salir.

Tres golpes sonaron desde la puerta de aquella estancia, aquellos tres golpes sacaron de sus pensamientos a Jeong, quien chasqueó su lengua molesto y contestó malhumorado con un "pase". Una de las señoritas que trabajaba de asistenta en la mansión para él se deslizó a través de la puerta con mucho cuidado, portaba una bandeja con algo de comida, caminó a paso lento hasta el escritorio de Jeong y dejó la bandeja sobre este. Hizo una leve reverencia y cuando estuvo apunto de marcharse, llamó a la señorita.

—Salimos esta noche, avisa a los demás.

Ordenó Jeong, la señorita inmediatamente salió de la habitación y avisó a todos los subordinados de este. Volvió a poner su mirada en la pantalla de su portátil y repasó varias veces el plan, hasta que sonrió.

Según Jeong, aquel plan era sumamente perfecto y nadie podría impedir aquel robo. Echó su cuerpo hacia atrás apoyando su espalda en el respaldo de la silla y dejó colgando sus brazos. Permaneció con los ojos cerrados tomando un breve descanso después de haber estado por varias horas mirando a una pantalla, pero después de unos minutos se cansó de aquella posición.

Abrió los ojos y dejó su mente en blanco, se quedó mirando a un punto fijo en el techo, suspiró de forma pesada y con toda la pereza del mundo se levantó de la antigua silla de madera. Caminó dos o tres pasos y se dejó caer sobre su cama, frotó su mejilla contra las sábanas y las mantas. No tardó demasiado en volver a cerrar sus ojos, pero esta vez se sumió en un profundo sueño.

Song MinGi, el recién nombrado inspector de policía a pesar de solo haber empezado a trabajar apenas unos diez días, no estaba acostumbrado a estar trabajando para la policía pero no iba a negarse a la gran suma de dinero que le ofrecían por unirs...

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Song MinGi, el recién nombrado inspector de policía a pesar de solo haber empezado a trabajar apenas unos diez días, no estaba acostumbrado a estar trabajando para la policía pero no iba a negarse a la gran suma de dinero que le ofrecían por unirse al cuerpo y supervisar a las patrullas, aunque muchas veces le sacaran de quicio.

𝕰𝖓𝖊𝖒𝖎𝖊𝖘 | 𝚈𝚞𝚗𝙶𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora