Última oportunidad.

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No se lo podía creer. Después de tanto tiempo. Después de tantos silencios. Después de tantas lágrimas y de sentirse rechazada y rota. Tenía que ser ahora. Justo ahora que ella estaba mejor, más centrada, sabiendo cuál era su camino.

- ¿No vas a decir nada? - dijo Carol.

Paula se quedó mirando al frente. Agarrando el volante tan fuerte que sus nudillos se marcaron en blanco. Tragó en seco y apretó los dientes tensando su mandíbula.

- ¿Y qué quieres que te diga, Carol? ¿Qué quieres que te diga? - contestó mientras se giraba a mirarla con los ojos enfurecidos y vidriosos. - ¿Que me alegro? ¿Eso es lo que quieres?

La rubia la miró esperando una respuesta que no llegó. A Carol se le inundaron los ojos.

- Es que no sé qué quieres. No sé qué esperas de mí. Yo te lo hubiera dado todo, Carol, pero tú decidiste quedarte con él, así que ya no me importa si estáis juntos o no. No me importa lo que hagas con tu vida. No me importa cuando me buscas con la mirada, ni cuando intentas llamar mi atención, ni cuando me abrazas unos segundos de más al saludarnos. - los labios de Carol se curvaron en una pequeña sonrisa. No estaba todo perdido. - Y tampoco me importa cuando me guiñas el ojo después de una escena o cuando me besas y sé que eres tú y no Amelia. - Paula estaba tan acelerada que las palabras le salían solas. Suspiró cerrando los ojos. - Y ahora deja de mirarme así y di algo.

Carol llenó sus pulmones y cerró los ojos durante un segundo.

"Última oportunidad"

En un movimiento rápido, la morena agarró la cara de Paula y la atrajo hacia ella hasta que sus labios chocaron con brusquedad. La valenciana se quedó paralizada con los ojos abiertos todo lo humanamente posible. Paró de pensar durante un segundo hasta que sintió cómo su corazón volvía a latir. La apartó suavemente, empujándola por los hombros.

- ¿Qué haces? - preguntó Paula con un nudo en la garganta, cerró los ojos y se frotó la frente para intentar calmarse.

- Creo que está claro, ¿no? Te he besado. - dijo con cierta suficiencia enarcando una ceja y una leve sonrisa.

- ¿Qué por qué me has besado, Carol? - a estas alturas, Paula parecía a punto de estallar de furia.

- Porque necesitaba hacerlo y sé que tú también. - contestó ante la cara de asombro y enfado de la rubia. Abrió la boca para hablar. - No, ahora me vas a dejar hablar a mí, Paula. Nunca me dejas hablar y ya es hora de que me escuches. - la interrumpió levantando un dedo en el aire. - Roger ya no está, porque ambos decidimos que no podíamos seguir engañándonos. - Carol hablaba con calma y Paula volvió a agarrar el volante con fuerza y a mirar al frente. - Porque él sabía, igual que yo, que las cosas no eran iguales entre nosotros. Porque los dos fuimos conscientes de que yo ya no sentía lo que él merecía, porque existías tú. Porque, desde el principio, fuiste tú, aunque yo no quise verlo.

El silencio se hizo en aquel pequeño espacio. Los ojos de la rubia estaban clavados en el frente y los de Carol en Paula. Suplicantes por escuchar una respuesta.

- Bájate del coche. - dijo la valenciana casi en un susurro.

- ¿Cómo? - contestó con sorpresa.

- He dicho que te bajes del coche, Carolina. - repitió y la miró con los ojos llenos de rabia. El rostro de la morena estaba lleno de confusión. - ¡Bájate! - gritó. Cerró los ojos y una lágrima se deslizó por su mejilla. - Por favor... - suplicó agachando la cabeza con la voz rota.

- Está bien. Cómo quieras. - contestó Carol con tristeza.

Abrió la puerta y puso un pie fuera.

Once.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora