Capítulo 4

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Amaba conducir la harley. Amaba la brisa del viento sobre mí aunque apenas pudiera notarla por el casco. Esa sensación de ir a toda velocidad y sentir la adrenalina por dentro era increíble, a veces un peligro pero merecía la pena. Hoy Gahyeon fue a clase con sus amigas, por supuesto si hubiera ido ella en la moto jamás habría superado mi velocidad normal.

Llegué al parking y me quité el casco. De nuevo noté varias miradas sobre mí, no les di importancia. Hoy iba bastante animada, sentía que se avecinaba un buen día, hasta que vi una escena que me hirvió la sangre.

El imbecil del novio de Karina estaba besándola pero no solo eso, sino que la estaba manoseando y se notaba que ella estaba incómoda y hacia amagos de soltarse. En el momento en el que vi como intentaba apartarse y él la pegaba más hacia ella fue la gota que colmó el vaso para mi paciencia, y esta vez no tenía a nadie que me frenara. De verdad que había intentado no llamar tanto la atención pero este fue mi pico. Ya no por ser Karina, sino por tener que soportar que un asco de chico toquetee a una mujer de esa manera. No lo aguantaba.

Sin darme cuenta sentí como mis pies caminaban en una dirección fija completamente decididos. Me daba igual lo que tuviera al rededor.

Tragué saliva cuanto más me acercaba a la pareja. No sabía muy bien que estaba haciendo ni lo que haría en los próximos segundos, pero sí tenía claro que ese imbécil no le volvía a poner una mano encima de esa manera. Nada más posarme frente a ellos agarré el brazo de aquel chico y lo empujé hacia atrás separándolos del beso tosco casi de manera automática, sentí la mirada de todo el mundo sobre mí, incluida la de Karina, que me miraba demasiado sorprendida y llena de preguntas.

—¿Pero qué ha... —habló Karina, pero la interrumpí agarrándola de la mano y tirando de ella.

—Calla y ven.

Comencé a andar hacia dentro del instituto de la manera más rápida posible. Se notaba que Karina estaba tan sorprendida que no sabía ni que hacer. Me fijé como se formaba un pasillo al rededor nuestro casi de manera automática,  todo el mundo estaba demasiado intrigado por la situación y lo que estaba ocurriendo. Probablemente pensarían que nos íbamos a pelear o algo.

Me dirigí a la primera habitación abierta y vacía que vi, creo que era del conserje por las fregonas que había dentro, y nada más entrar con Karina junto a mí cerré la puerta y puse el pestillo. Ella se soltó de golpe colocándose frente a mí.

—¿Pero qué haces? ¿Por qué me traes aquí? ¡¿Eres idiota?! ¡Nos estaba viendo todo el mundo! —ella gritaba pero sus ojos trasmitían confusion.

El agobio y la rabia me consumían, Karina no dejaba de hablar y eso me ponía más nerviosa.

—¿No vas a decir nada? —mi pecho subia y bajaba intentando tranquilizarse—. bien, pues déjame salir.

Karina intentó pasar por delante mío para abrir el pestillo pero aquella impotencia que llevaba dentro debió rebosarme en aquel momento, ya que me puse frente a ella y nuestros rostros se quedaron casi pegados. Solo se escuchaban las respiraciones de ambas, ella no hablaba ni me aparaba. Simplemente nos mirábamos a los ojos.

—Tu regalo —dije casi en un susurro.

Agarré su rostro y la besé, pero lo que me sorprendió de aquello fue que noté sus manos sobre mi estómago, reposando si moverse. Como si quisiera hacer el amago de alejarme pero no se opuso en ningún momento a ese beso, es más, me atrevería a decir que le estaba gustando por la manera en la que lo continuó. Sus labios se movían sobre los mios, sentía que jamás había besado a nadie de esta manera. Karina continuaba el beso como si lo hubieramos hecho toda la vida. Sus manos de pronto agarraron mi cintura y me atrajeron más a ella, aquello me sorprendió mucho más de lo que os imagináis. Se suponía que nos odiábamos y nos llevábamos mal, pero al parecer no tanto. Notaba como sus manos se agarraban fuerte a cada lado de mi cintura.

Con su rostro aun sujeto comencé a cortar el beso mientras nuestras respiraciones estaban aún más agitadas que antes de comenzar a besarnos. El silencio inundó el baño y Karina abrió los ojos hasta posarse sobre los mios.

—¿Por qué has hecho eso? —habló cerrando de nuevo los ojos, como si le faltara el aire. Sus manos seguían sobre mí, ahora más relajadas.

—Esto... esto era lo que te tenía que dar.

—¿Cómo?

—La sorpresa.

—¿Era un beso? —su cara tornó a confusión.

—Te dije que te gustaría —sonreí, ella rodó los ojos.

—Ni un poquito. No te soporto.

Me volví a acercar a ella rápidamente y dio pasos hacia atrás hasta quedar contra la puerta del cuarto.

—¿No quieres que lo vuelva a hacer? —le susurré sobre sus labios. Pude notar como le tembló hasta la última partícula del cuerpo. Habrán cambiado muchas cosas pero esta no, se me daba bien hacer esto.

—N-no...

—¿Segura? —nuestros labios se rozaban pero seguían sin profundizarse de nuevo.

Karina apartó su rostro mientras tragaba saliva y yo me alejé volviendo a dejarle su espacio. Suspiré porque ciertamente no sabía que estaba haciendo.

—¿Por qué me has arrastrado hasta aquí? Estaba con mi novio.

—Tu novio —reí y negué.

—¿Algún problema?

—No, ninguno. Pero tal vez necesitas a alguien en tu vida que no sea tan asqueroso, alguien que te quiera bien y no así.

—¿Alguien como quién? —se cruzó de brazos— ¿cómo tú?

—Tal vez.

Karina soltó una pequeña risa.

—No me puedo creer esto. Ese golpe realmente tuvo que ser fuerte. ¿No se supone que nos llevamos a muerte, que no puedes ni verme, que nos odiamos y un largo etcétera? ¿Ahora de repente te gusto?

—¿No se supone que a ti no debería gustarte que te bese otra persona que no es tu novio? —alcé una ceja mostrando una sonrisa de lado.

Pude notar su nerviosismo de nuevo.

—No me ha gustado, estoy enamorada de Mark —ese era su nombre.

—Ya, ya lo veremos —sonreí.

—¿Qué mosca te ha picado, Kim? En serio —me miró llena de preguntas. Su rostro no parecía vacilante, sino más bien confundido—. Primero lo de ayer con la moto, después los mensajes, ahora esto. ¿Estas loca? Podría entenderlo.

—Oh, ¿te has fijado en mi entrada con la moto? Qué tierna —Karina rodó los ojos.

—De verdad que no te soporto —sonreí—. Me voy, me están esperando mis amigos.

Karina se giró sobre sí misma para abrir la puerta, pero nada más girar el pomo puse mi mano sobre ella sin dejar que se abriera. Noté como tragaba saliva por la cercanía.

—¿Que quieres ahora?

—No lo beses delante mío.

—¿Qué? —me miró incrédula y rió en una carcajada.

—Que no lo beses delante mío.

—¿Estás loca?

—No.

—¿Y por qué motivo iba yo a hacerte caso a ti y no besar a mi novio? —volvió a reír.

—Porque cada vez que te vea haciéndolo —acerqué mi rostro al de ella y nuestras narices se rozaron— voy a besarte.

¿Quería jugar? Íbamos a jugar.

Mi mirada estaba clavada en la suya y viceversa, la tensión era palpable y ambas lo notamos. Karina se encontraba llena de confusion por mi cambio repentino, y yo sinceramente no sabía qué estaba haciendo, simplemente los celos me corroían y no entendía absolutamente nada. A lo mejor simplemente odiaba el hecho de que estuviera con ese cerdo que no la merecía.

Karina se apartó de mí y sin decir una palabra salió de ahí. Cerré la puerta y suspiré derrotada. Lo que no sabia es que Karina estaba al otro lado de la pared, apoyada sobre la puerta, con el corazón en la boca y temblando por todos los acontecimientos sucedidos minutos atrás.

lost memories | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora