"Libertad".
Seguramente alguna vez la tuvo, pero fue hace tiempo que parece tan lejana de su ser.
Una lágrima calló, como todas las mañanas desde las Navidades.
Desde que lo vio cantar.
Desde que lo abrazó.
Mínimo contacto comparado con otras cosas, pero aquel valor emocional no se comparaba con nada en este mundo.
Se tragó la lágrima —ya que de manera vacilante pasó por sus labios— y con descaro puso un mohín.
Mofarse era lo suyo. Y no es que le gustase.
Era genuino.
Siendo sinceros tampoco es que le importara mucho.
Se le pasó por la mente —como todas las mañanas— escribirle, podríamos tener previsto el fiasco de ello, ya que siempre lo daba por incongruente y terminaba dejándolo para otro día, mientras su cara, apática, permanecía relajada y bien puesta, como una roca.
Gran escudo para sobreponer su corazón hecho pedazos. Al despertar empezaban las punzadas, cada vez siendo más y más agudas.
¿Se arrepentía? Sí.
Joder. Tremenda mierda.
«Fascinante matiz que tiene el tipo» pensó, sabiendo que con la calurosa compañía de su familia no se le correría por la mente cómo estará su Príncipe.
Ja.
Seguramente le importa un carajo.
Eso parecía, ya que sus propios alegatos de pensar en él mañana tras mañana eran masivos. Aún no llegaban al extremo —lo harán—, pero de todas formas su corazón remaba a gran velocidad por Simón.
Simón.
Su Simón.
El amor era una perra, al ser tan espontánea con sus candidatos. Pero le encantaba, y eso que consideraba notable el desarrollo de su depresión, a pesar de que su madre no le haya comentado nada al respecto, y era mejor darlo por olvidado, le acomodaba más en la situación, o al menos cuando trataba de obviar sus latidos imponentes llenos de rencor.
Dolía menos una cachetada, pero Simón nunca se atrevería a tocarlo de esa manera.
Se talló los ojos y ocupó un tiempo en específico para aclarar su vista.
Monótonamente —por así decirlo— agarró su móvil, dejando a sus dedos balbucear en busca del contacto de Simón, por el cual sus pulgares decidieron divagar entre mensajes antiguos.
Miró fijamente el teclado, la bandeja para enviar el mensaje que él deseara, Wilhelm no suponía mandarle nada, aún.
Se mordió la lengua y con picardía apago el aparato dejándolo a la almohada de su costado.
Tremendo cobarde.
Quizo ver la hora casi al instante, pero el miedo de la penumbra tentación ganó.
Decidido en levantarse se destapó, pero con ello sólo logró que un frío escalofriante penetrase las plantas de sus pies hasta llegar a su cerebro.
No, ahí se quedaba, y tal vez para siempre, no quiere enfrentar al mundo con una falsa, lacónica sonrisa que hasta parece original del Guasón.
Estaba tan rendido para este mundo, tanto como el cielo de hoy; gris y deprimente, cómo él —comentario sarcástico que se le cruzó—. Era bastante ingenioso con respecto a voltear la conversación e humillar a los demás, en especial con él mismo, ya que al ser parte de la Monarquía, la gracia formaba parte de su forma de vestir.
Se quejó en voz alta y pataleó.
Sin quitar la vista de la ventana, la cual se encontraba empañada y borrosa por todas las gotas de lluvia que la toquetearon.
Lindo día.
Único día el cual su alrededor empatizaba con sus emociones, ahora sí que se sentía el rey.
Se destapó, se levantó y cerrando los ojos para contraer la suculenta temperatura de suelo se dirigió hasta la gran ventanilla que tenía, pudiendo admirar más el paisaje que se le ofrecía.
Supo por un instante que Simón estaba compartiendo el clima solitario con el que amanecieron.
Una idea mínima le acaparó su ser, ambos compartían el mismo cielo, las mismas nubes, el mismo sol el mismo todo, uniéndolos tanto que terminaba separándolos.
Los unía algo que aparte de no controlar tampoco entendían, por ende Wilhelm sonrió.
Chocó su frente contra una baldosa de la ventana, condensando su propio vaho, apagó su vista y como si fuese a probar una delicates, depositó todo su énfasis, imaginando la frente del latino posada contra la de él, algo mucho más acogedor que la insensibilidad insulsa del vidrio.
Se permitió desear estar con él mientras una lágrima yacía a la mitad de su mejilla izquierda.
Se permitió en fantasear la forma en la cual lo miraría, no, lo observaría, haría aquello tan detenidamente que el moreno terminaría rojo, aunque no tanto cuando le acaricie limitadamente, haciendo que suelte un suspiro, no supo expresar exactamente de qué, pero lo haría, pronto se acercaría más a él para ahogar su nariz en el cuello opuesto, aspira, su calificativo aroma inexplicable, cómo lo era todo Simón, inexplicable, fuera de lo común, sin sentido, él mismo suspiró al recordar qué de hecho sí le encontraba sentido a su amor por él, pesar de ser tan genuino, tenía mucho más sentido, más de lo que tenía el olvidarlo.
No sabía porque le era tan difícil, recordando las osadas palabras de su madre, explicándole que solo es un amor joven lleno de vaivenes insignificantes.
Para él era todo menos eso.
Era mejor sentirlo, tocarlo, vivirlo verdaderamente.
En vez de solo fantasear o recodar, él lo quería todo, todo lo que podía tomar, recibir y hasta dar, tanto así que ya contenerse no era una opción.
Tanteando consigo mismo, quería rebelarse, era su deber contenerse, ahora, nunca quizo hacerlo, pero el alambre de púas estaba intacto ante él, y si trataba de sobrepasarlo probable era el caso en que moriría.
Se separó de todo pensamiento al cortar lazos con la ventana y miró con desagrado, sus labios se desinflaron en una terrible mueca y su ceño se frunció de una manera casi dolorosa, su garganta le picaba al sentir algo atascado en él.
Contener el llanto... contener el llanto... fue un caso perdido.
En especial con esos ojos rojos ardiendo, esos cachetes inflamados y el gigantesco nudo en la garganta.
Fue ahí cuando dejó de contenerse y dejó de entender muchas cosas, todo menos algo perdió sentido.
Queriendo hacerlo breve, antes que tocasen a su puerta por el gran chillido y sollozos consecutivos, prendió su móvil en furor, esos ojos que aclaró esta mañana le costó un nublado en su mente, y sin pensarlo dos veces tecleó el siguiente mensaje que fue enviado sin más rodeos al famoso cantante.
"Låt oss börja en revolution tillsammans den här gången lovar jag"
______
Holiii.
Cómo están?
Aquí les traigo un fanfic de mi nuevo comfort ship, lo quise hacer principalmente porque el final de la temporada me dejó como una lata vacía :].
Si no se han visto la serie se las recomiendo, es hermosa.
Dudé mucho si publicar esto o no, y ojalá les haya gustado después de todo, cuídense <3.
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Revolución | Young Royals
FanfictionLos sollozos y lamentos retumbaban en las finas paredes de hormigón, cubiertas de una capa de mármol, aún, como si de un fantasma se tratase, la voz del príncipe atravesaba los muros. Era hermoso sentirse libre ¿no es cierto? Su cabeza m...