𝗢𝗱𝗮.

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Y ahí se encontraba, un castaño con una mirada adolorida y perturbadora, en un salón espacioso, dónde la sangre pintaba los alrededores, donde el único ser con vida sostenía un cuerpo ya agonizando.

Pensaba, sufría

Lo único que lo animaba a vivir, a disfrutar, a recordar, a querer, ahora mismo yacía entre sus brazos.

En ese mismo momento su amigo le hablaba, con esfuerzo empezaba a predicar ya sus últimas palabras.

—Dazai, tengo que decirte algo, escucha... Me dijiste que creías que encontrarías tu razón de ser viviendo en un mundo de violencia y sangre... — este tomo aire, intentando seguir,  pero en esos momentos, el sabía que su fin estaba cerca.

— No la encontrarás, ya debes saberlo bien, aunque estés del lado de los que matan o de los que protegen, jamás llegará algo que no tienes previsto, nada en este mundo llenara el vacío de tu desolación, transitarás las tinieblas por toda la eternidad....— Aunque aquellas palabras sonaran duras para toda persona, realmente para Dazai, su simple respirar era un ánimo, ya que este fué el único, que lo logró Salvar de alguna manera.

Vete del lado de los que protegen si ambos lados son iguales, se alguien de bien...salva a los débiles, protege a los huérfanos, yo se que el bien y el mal no tienen mucho significado para ti...—  Tomó aire nuevamente, aguantando las circunstancias.

Pero se que te hará un poco mejor ¿Como no saberlo? Lo se mejor que nadie porque... Soy tu amigo... La gente existe para salvarse a si misma ¿eh? En efecto, es así...— Sus últimas palabras finalizaron, aquella persona simpática y única para Dazai había muerto en sus brazos.

Se sentía ahogado, como si en el mundo metafórico hayan rescatado su cuerpo del mar para tirarlo de nuevo.

Pero no sentía rencor, para nada, su profunda admiración simplemente lo hacía repetir una palabra una y otra vez

Gracias.

Él había sentido lo que era disfrutar vivir por al menos unos años, no quería aceptar que se había ido, pero, él sabía más que nadie de lo que trataba el ciclo de la vida.

Él sabía que algún día lo iban a dejar.

El silencio inundó esa habitación, haciendo que los sollozos fueran el único sonido que había ahí.

El aura del sufrimiento del castaño, era digna de simpatía. Pero el no la quería.

Quería aprender a llorar, quería aprender a amar, quería aprender a sufrir, a sentir.
Pero todas sus lágrimas, no salían, pues, en algún momento de su vida, habían Sido gastadas.

Su mano temblaba mientras acariciaba levemente la cara de su amigo, manchándola de su propia sangre.

Definitivamente iba a cumplir su último deseo, su última voluntad, sus últimas palabras, su última mirada, su último todo.

Sus ojos no tenían brillo alguno, pero eran profundos mostrando así, cuánto le había afectado su perdida.

Su expresión era como si estuviera llorando, pero no le salían más lágrimas, solo estaba triste, solo, quería por fin perder la vida.

Quería Morir.

𝗙𝗲𝗲𝗹𝗶𝗻𝗴𝘀 𝗔𝘁 𝗧𝗵𝗲 𝗣𝗶𝗮𝗻𝗼ˢᵒᵘᵏᵒᵏᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora