Había una vez un árbol que tenía millones de años, llamado Folium Ignis. Las personas que solían perderse en el bosque, pasaban a su lado y lo ignoraban. Lo que no sabían es que el árbol tenía vida y los veía pasar. Folium se ponía triste porque no apreciaban sus maravillosas hojas color fuego. Un día, al caer la noche, Folium le preguntó a su amigo Ibis, que era una lechuza, por qué las personas no paraban a ver su belleza. Ibis era muy sabio y siempre sabía que responder. Le dijo - “La humanidad no capta la belleza de la naturaleza, solo la destruyen como si fuera un objeto sin valor y de a poco la van matando”
Folium se quedó pensando en lo que le había dicho su amigo.
Los días pasaban y la gente seguía pasando sin notar su majestuosa presencia. El árbol, sabía que Ibis tenía razón, no iba a permitir que lo pongan triste otra vez por no apreciarlo.
Desde ese momento empezó a disfrutar más de los días y sus hojas cada vez, eran más brillantes.
Una tarde Ibis se acercó volando a toda velocidad y le gritó desde lejos, - Amigo, se acerca un tornado muy grande. ¿Me dejas esconderme entre tus ramas?
Claro, apurate que hay mucho viento, respondió Folium
El viento soplaba tan fuerte que al árbol se le empezaron a caer las hojas y por cada hoja que se le salía, perdía una parte de su memoria.
Folium le conto a la lechuza que estaba perdiendo uno a uno sus recuerdos.
El tornado estaba cada vez más cerca, Ibis asustando miro a su amigo y le dijo - No te olvides de mí ¿okey? El árbol sabía que en algún momento se le caerán todas las hojas. Así que le respondió - No sé si te voy a recordar pero prométeme