Haru yo, koi

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Songfic inspirado en la canción Haru yo, koi de Yumi Matsutoya:

Nota: soy de Buenos Aires y escribo en español rioplatense, así que van a encontrar algunos verbos acentuados como los pronunciaría alguien de esta región. No uso modismos porque se saldría del registro que quería para el texto. De todas formas, si no les gusta esta variante del idioma pueden no leer.

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Haru yo, koi

El color de tus ojos, o el perfume y la textura de tu piel son cosas que no recuerdo. El timbre de tu voz se le escapa a mi memoria. Hoy llueve otra vez, como todos los días, como siempre. Quizás pare pronto. Espero el sol hace mucho. Las gotas me mojan la cara y no sé si lloro. Ojalá el sol las seque.

No traigo paraguas. La lluvia en esta época del año es fresca, me gusta; estoy vivo. Desde que bajé de aquel avión hace... ¿cuánto? No me acuerdo. Pero desde aquel día no me siento conectado con el mundo. Duermo, me levanto, camino, río y a veces me enojo. Sin embargo, nada me atrapa. Ningún pasatiempo dura más de unas semanas. Las caras de la gente no me llaman la atención.

Levanto la vista al cielo; es el mismo que crucé para conocerte sin quererlo. Ya no es igual, tal vez por las nubes que siempre esconden su color, incluso en los días de sol. Las nubes no van a conseguir que me olvide de él; suficiente es con que borren tu recuerdo. Por más que lo intente no logro acertar al color de tus ojos, ni al perfume y textura de tu piel.

Meto el pie en un charco. Es raro que a pesar de estar empapado el agua del piso marque una diferencia. Aunque lo conozco: en este lugar preciso, frente a estas rejas negras, el camino se hunde y solo se nota cuando llueve. Para mí siempre llueve, por eso lo conozco. Además, desde este ángulo se alcanza a ver una Daphne de invierno en el jardín de la casa. Está rodeada de rosas, camelias y narcisos, pero sola, alejada del resto de las flores y plantas. Me gusta cuando llueve porque su perfume alcanza la calle, se eleva en el aire. Ojalá cruzara los cielos y te llegara.

Impulsado por la imagen de la Daphne solitaria vuelvo a caminar. Me pregunto si tendrás a alguien con vos donde estás. No lo dudo: amigos o enemigos, los conseguías con facilidad; no debe haber cambiado. El poco tiempo que viví a tu lado fui bendecido por tu presencia, y los encuentros y despedidas fueron un montón. Los nombres de todas las personas que conocí por vos no se van a borrar de mi alma, aunque solo permanezcan como ideas, sin rostro, ni sonrisas o voces. Ellos son acciones, gestos; alegría, preocupación y también alivio. Algo similar le pasa a tu recuerdo.

Este camino se inunda de pétalos de sakura en primavera. Creo que te hablé de eso en algún momento. Pudo haber sido un sueño, igual que la mayoría de las cosas que viví a tu lado; esa es la sensación que tengo desde la primera vez que nos vimos. Estoy atrapado en un sueño. Pero sé que todas las mañanas despierto, por eso hoy vi el pronóstico de la floración de los cerezos en las noticias. En dos semanas este camino se va a llenar de pétalos de sakura. Me pregunto si te gustaría verlos. En Nueva York también hay, pero es una de esas cosas de Japón que tenés que experimentar. Los árboles cubiertos de flores pálidas, los pétalos que caen danzando y se mezclan con tus mechones rubios.

La lluvia me dice que falta mucho para la primavera. No quiero escucharla. Por eso cierro los ojos y lo único que me alcanza es tu voz. No la recuerdo, pero sé que es tuya: nostálgica y cariñosa. No entiendo qué intentás decir. Es una sensación desagradable. ¿Y si necesitás ayuda o si te sentís solo? ¿Qué hago si querés decirme cómo llegar a vos? Tal vez sea efecto de la lluvia o de la primavera lejana. Seguro es eso. Sé que no intentarías preocuparme. Dondequiera que estés es el lugar adecuado.

Haru yo, koiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora