II.

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Oigo un ruido de algo caerse y me sobresalto. Era la puta taza que aún estaba un poco llena.

Miro el despertador y son las siete y ocho de la mañana.

Me desperezo y bajo a la cocina a cojer una manzana.

Miro a través de la ventana de la cocina y veo la casa ahora ocupada de enfrente mía, no llegará los 25m de separación entre aquel cuchitril y mi adorada casa.

Esa casa fue abandonada ya hace unos tres años, y me sorprende que alguien haya comprado esa casa tan... fea.

Estaba toda sin pintar y las escaleras de la entrada estaban casi rotas.

Tiro las pepitas de la manzana y me cambio de ropa.

Me pongo unos jeans azules oscuros ajustados y una blusa blanca con mis converse negras.

Cojo mi mochila y salgo de casa, cojo mi Picanto rojo de Kia y me dirijo al instituto.

Cuando llego al instituto, veo a Elisa y Ion en la puerta hablando animadamente.

—Hey, Julie— Elisa, como siempre, me apretuja con sus flacuchos brazos en su cuerpo.

—Hola, Elisa— digo con la respiración entrecortada.— Déjame darle un abrazo a Ion, anda.

Mi amiga ríe y me suelta.

—Hola Julie— Ion me coje por la cintura y me acerca a su musculoso cuerpo.

—¿Qué tal Ion?— le sonrío con una de mis mejores sonrisas y entramos en el instituto.

—Me ha salido como el puto culo— Elisa se curza de brazos y empieza a gruñir.

Me río ante su actitud.

—Haber estudiado más— digo levantando los hombros— a mi me ha salido bastante bien.

Elisa me mira con una ceja arqueada y se ríe.

—Y... bueno— dice cogiéndome del brazo— ¿quién es el vecino apuesto?

La miro con los ojos en blanco.

—No lo conozco, no sé si es chico o chica y, bueno, ayer ya dio un espectáculo...

Mi amiga me mira incrédula.

—¿Qué pasó?

Levanto los hombros.

—Empezó a poner la música demasiado alta y no podía concentrarme, a si que...

—¡¿Qué paso Julia?!— me mira con los ojos muy abiertos.

—Llamé a su timbre para quejarme, pero... salí en pijama...

—No dirás con las bragas de mariposas esas cutres rojas y la camisa de Minnie, ¿no?

Miro al suelo y entrelazo mis dedos.

Mi amiga empieza a chillar.

—¿Y estaba bueno el que te abrió la puerta?

—No sé... no le vi muy bien la cara.

Miro el reloj de mi amiga y me asusto.

—¡Mierda, llego tarde al trabajo!

—Julia, no deberías de ir a este trabajo de mierda...

—¿Entonces como pago mis estudios, eh?

Ella no me contesta y le doy un beso.

—Te quiero, Elisa.

Ella me sonríe y voy corriendo al coche para dirijirme a mi trabajo, el club 'Deef'.

—Perdón por llegar tarde, Paul— digo dándole un beso a mi jefe.

—Tranquila, cámbiate y vete a la saña de ensayos.

Saco mis llaves y las meto en la cerradura de mi puerta, cuando escucho un ruido detrás de mí.

Me volteo y veo que están haciendo reformas en la casa de enfrente.

Miro el reloj del móvil y son las diez de la noche.

Suspiro y voy a la casa de enfrente y toco el timbre.

Sale el mismo chico de ayer.

—Hombre, la chica braguitas, ¿qué te trae por aquí?

Le miro incrédula por dos razones, una que es un gilipollas, y la otra que esta terriblemente bueno con sus ojos color esmeralda y su pelo color marrón. Su cuerpo ya... era demasiado.

—¿Podrías...— toso— parar las obras? Ya es tarde.

—Tú eres mi nueva vecina, ¿verdad?

Y, como yo esperaba, no me hizo caso.

—He dicho que pares la puta obra, que ya es hora de dormir.

—Para una niña como tú, ya es tarde. Pero a un adulto, como yo, es hora de cenar.

—Para tu información, tengo veintiún años, idiota, no soy ninguna niña.

—Ya lo veo...

Sigo su mirada y está viendo mi escote.

Mi mano, sin pensarlo, estalló contra su fuerte cara.

Me dolía la mano un huevo, y estaba muy roja.

Mi "nuevo" vecino sonríe mientras se pone su mano izquierda en su mejilla.

Gruño y me voy a mi casa.

Cuando voy a cerrar la puerta, veo a mi vecino sonriéndome de esa manera tan angelical.

Y, como siempre, le enseño el dedo del medio y me meto en mi casa.

Menudo imbécil.

Voy directa al frigorífico y cojo una bolsa con hielo y me la pongo sobre la mano.

Dios, como escuece.

Miro por la ventana de la cocina y veo que la gente de la obra se va a su casa.

Al menos, mi nuevo vecino, el idiota, me ha hecho caso.

Subo a mi habitación y me pongo la camisa y mis bragas, y pongo mi canción favorita de Bruno Mars.

Empiezo a cantar y bailar al son de la canción, cuando veo que mi inepto vecino me está mirando, divertido, cómo bailo.

Gruño y corro a la ventana para correr la cortina.

Me acuesto en la cama, no sin antes pensar en su sonrisa de cabrón galán bipolar.

MULTIMEDIA JULIA.
BESITOS :3333333

Mi vecino, el... ¿nuevo stripper?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora