Destino

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Ella era increíble, en todo aspecto y sentido de la palabra. Su piel, al completo desnudo, lograba efectos que nada ni nadie había causado en mi. Quería tenerla. Quería hacerla mía.

-¿Disfrutas, cariño?

Su voz, incluso eso era sensual. Mi sed de tenerla para mi aumentaba con cada palabra que desprendían sus labios y cada movimiento de su cuerpo. Deseaba verla sin la ropa de por medio.

-Claramente. Dan ganas de romper el encaje con los dientes-Mordí mi labio mientras examinaba como le quedaba ese conjunto de lencería. Iba casarse y yo debía, ya que era mi obligación como amiga, ayudarla con todo, incluyendo la luna de miel.

-Eres una tonta-Rió sonoramente causándome ternura.

Si, éramos amiga, ¿y eso qué? No paraba de imaginarla gritando mi nombre.

-Llevaré varios modelos-Concluyó.

Mientras ella se cambiaba, yo me dediqué a mirar más detenidamente el local. No solo vendían lencería sino, también, juguetes sexuales. Había de diferentes tamaños y colores, vibradores y otras cosas. Estaba tentada a llevarme todo y ponerlos a prueba en el cuerpo de la chica dentro del probador.

-¿Buscas algo en particular?-Habló una voz femenina completamente desconocida para mí.

Me di la vuelta para apreciar a la dueña de esa voz. Era rubia, de ojos celestes, su pelo estaba alborotado haciéndola lucir más salvaje y atrevida.

-Una noche sin control con una completa desconocida, ¿tu podrías darmela?-Dije coquetamente con total confianza y seguridad.

La rubia se mordió el labio inferior. Era un sí.

-Ya estoy lista-Era mi castaña favorita llegando justo a tiempo para interrumpir, estaba a punto de darle mi número.

-¿Te llevas todo eso?

Ella asintió con la cabeza y fue a pagar. Mientras tanto, yo observaba a la rubia frente a mi y sus voluptuosos senos que eran visibles gracias al escote de su vestido blanco.

-Este es mi número-Dije entregándole un papel y, antes de irme, me fijé en su trasero y si que era muy bueno, se me caía la baba de solo pensar en amasar lo con mis manos.

Penny, ya saben, la chica a mi lado, caminaba y me miraba de reojo con una sonrisita en sus labios.

-¿Qué sucede Pen?-Pregunté sin despegar mi mirada del camino, nos dirigíamos a mi auto.

-Nada, solo creo que aquella chica si que es una afortunada. Ya sabes, Cleo, no sales con nadi últimamente...

¿Y por qué era? Porque a la única que tenía en mi cabeza era ella. Cleopatra Mywer quería destrozar la ropa de Penny Rivera y darle placer allí mismo.

-Hoy tengo ganas de sexo, solo es eso-Alcé mis hombros quitándole importancia.

-¿No crees que es hora de que te busques una pareja estable?-Frenó de golpe y yo lo hice junto a ella.

-Pen, no.

-Cleo, en serio, ¿no quieres tener a una chica, a la misma siempre, todos los días contigo y que te apoye en las buenas y en las malas?

Mi cabeza sólo pensaba en el trabajo, no necesitaba una pareja, solo deseaba disfrutar de mi sexualidad y gozar de mi cuerpo lo máximo posible. A veces, me masturbaba pensando en que era Pen quien lo hacía o llevaba a distintas mujeres a mi cama con tal de pasar un buen rato, nada estable y así estaba bien.

-Sí, me gustaría pero no ahora, solo quiero sexo-Pasé mi mano por mi cabezo para hacerlo hacia atrás.

Penny negó con la cabeza.

-¿No tienes a nadie en mente de la que estés enamorad-

-Pen, basta, solo quiero disfrutar. Es más, si quieres que viva bien, solo necesito una lengua en mi vagina ahora mismo, ¿tienes a una amiga tuya que quiera darme placer?

Mi amiga quedó muda, pero no podía mentir, verla en lencería había sido una tortura y estaba muy excitada, DEMASIADO excitada.

-Ven, acompáñame-Me tomó de la mano y me llevó a un bar, entramos al baño y me soltó una vez dentro.

-¿Quieres que me masturbe? Bien, por lo menos será un alivio para mi cuerpo...

Me subí al lavamanos y comencé con mi masturbación. Movía mis dedos en forma de círculos sobre mi clítoris. Penny observaba la situación estupefacta, no esperaba que yo hiciera eso.

Mis gemidos comenzaron a ser sonoros, los movimientos eran cada vez más rápidos y fuertes. Tenía ganas de gritar pero fue una mano en mi boca la que me calló. Era Penny.

-¿Qué te piensas? ¿Creías que me iba a quedar ahí estática viendo como gozabas?-Sucmano libre se posó en mi muslo izquierdo, apretándolo.

-Demuestrame que sabes hacer, Pen. Apuesto a que eres muy buena en esto-Pasé mi lengua por mis labios con tal de humedecerlos.

La mano que estaba en mi boca, la abandonó y se dirigió a mi punto débil, mi intimidad. Estaba muy húmeda y ella pudo sentirlo.

-Veo que estás preparada-Saboreó sus labios y subió un poco mi falda, dejando ver mi tanga bordó, el color favorito de mi dulce chica.

Sus ágiles dedos hicieron a un lado mi ropa interior y comenzaron su viaje a ciudad placer. Estaba en la gloria. Era buena, muy buena. Movía en círculos y con precisión. Mientras, su boca hacía maravillas en mi cuello, dejando chupetones marcados que serían difíciles de tapar.

-Siempre quise hacer eso-Susurró en mi oído y suspiró, no era la única.

-Más fuer-te-Imploré, necesitaba sentir como sus dedos entraban y salían de mi.

Y justo cuando estaba a punto de hacerlo, escuchamos voces. Una mujeres estaban por entrar al baño.
Me bajé y acomode mi ropa, suspiré con frustración, aún necesitaba estímulo para llegar a mi punto máximo.

-Será mejor irnos-Habló Pen y nos largamos de ese lugar.

Dos meses después

Tal vez se pregunten, tal vez no pero Penny se casó de igual forma. Tuvo su excitante luna de miel con su esposo perfecto y multimillonario. Pero no pudo disfrutarlo del todo y fue por solo una cosa. Ella aún deseaba mi cuerpo, besarme, tocarme, sentirme y hacerme disfrutar pero su momento nunca llegó, es más, perdió el tren cuando aún tenía oportunidad y, por lo tanto, me perdió.

A veces, es mejor, a veces peor. No negaré que esos minutos de placer fueron más que satisfactorios pero así debía ser, por algo escuchamos aquella voces y por algo me acosté con la rubia, a la cual, ahora llamo novia.

Erizame la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora