Erizame la piel

Sus labios y mi boca

Y allí estaba. Entregada para mí. Podía ver su entrada jugosa que me tentaba a lamer y sus enormes senos que eran tan apetecibles. Era una imagen fenomenal.

-¿Qué tanto esperas? Tocame-Reclamó.

El pelo negro y alborotado de la voluptuosa mujer frente a mi se mezclaba con mi pelo que era verdoso, sí, odiaba mi color natural y preferí parecer una chica rebelde.

-Pídelo bien, nena-Mordí mi labio, quería comer su vagina y hacer que gritase.

-Deborame entera, amor.

Y tuve que obedecer a su pedido, su voz había sonado demasiado sensual para mí propio gusto y logró humedecerme.
Acerqué mi rostro a su zona íntima, podía notar las ansias que sentía por que la tocase. Saqué mi lengua e hice un recorrido general para probar su sabor, era delicioso y quería más. Seguí saboreando gracias a mi habilidosa lengua que pasaba por sus labios vaginales. Era el perfecto "dos por uno", ella disfrutaba de una gran carga de placer y yo de sus fluidos.

-M-más-Imploró, sus manos sostenían mi cabeza, obligándome a no separarme de su vagina y tampoco tenía deseos de hacerlo.

Lanzaba lengüetazos por doquier, besaba y mordisqueaba, ¿y todo para qué? Para escucharla gemir, para que sostuviera mi cabeza entre sus piernas, para que gritara de placer y que fuera yo quien se lo diera.

-Oh, sí-Gritó-. Por favor, no pares. No te detengas, demuéstrame lo que sabes.

No hizo falta más. Separé un poco mi rostro de su exquisita intimidad y mis dedos fueron ahora los protagonistas y causantes de los suspiros de Julia, mi sexy pelinegra.