𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑼𝒏𝒐

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Hoy es el día más importante de mis dieciocho años de vida, desde hoy este dejará de ser mi hogar. Me levanto de la cama y me voy directo a la ducha, mientras el agua recorre mi delgado y menudo cuerpo. Una figura para nada digna de admirar. Rezo porque la ansiedad que siento vaya disminuyendo conforme pasan los días, pero con las continuas burlas que recibo de las personas que me rodean me es imposible, supongo que no creen que me afecte tanto, hasta yo pensaba que sería así, pero, al contrario me afecta más de lo que quiero aceptar, aunque trato de no pensar en ello.

Estuve todo el verano preparándome para mi inicio en Harvard; mi sueño siempre ha sido estudiar literatura. Me sentaba en el Living todas las noches, mientras mi madre frente a la televisión buscaba nuevas formas de mejorar su aspecto, es una obsesionada con los productos de belleza. Es algo que le importa mucho, y no solo en ella también en mí, a veces me desespera. Ella dice que no soy como el resto de los jóvenes de mi edad, que yo si tengo "un futuro asegurado". Yo no lo creo así ¿Qué es lo diferente que ve en mí?

Cuando salgo de la ducha busco la ropa planeada la noche anterior; me pongo algo que cubra la mayor parte de mi cuerpo, me preocupa que piensen de mi aspecto, supongo que mi madre con su obsesión de que yo sea perfecta en todo, ha causado en mí desconfianza ¡Maravilloso! cuando termino de organizarme, bajo y observo con melancolía mi humilde hogar el cual no veré por un largo tiempo, estoy pensando en ello, cuando oigo a mi madre tocar la bocina del auto, me dirijo a él, y me subo al Dodge charger 1970 De mi madre, sigo rogando porque algún día quiera cederlo, es un auto muy antiguo y juvenil para alguien de su edad. Puedo decir que es mi auto soñado, espero alguna vez recibir ese u otro como regalo de cumpleaños, no pido mucho ¿O sí?

Camino a Cambridge, después de algunos kilómetros, estoy mirando por la ventana ansiosa, de pronto me pregunta:

- ¿Estás nerviosa cariño? —Sonríe mientras se quita un mechón de pelo de su cara.


- Un poco, pero tengo una gran expectativa. —Respondo devolviéndole la sonrisa mientras ella me mira orgullosa.


Después de un largo viaje llegamos a la universidad, miro a mi alrededor asustada y trato de apaciguar mi mente, desde hoy mi vida tomará otro rumbo, de esto depende gran parte de mi futuro y no quiero decepcionar a mi madre. Mientras caminamos por el enorme campus, observo alucinada las hermosas instalaciones de allí, mientras mi madre cada vez se escandaliza más al notar el tipo de juventud que yace en esta universidad, por un lado están los atletas, algo que no puede faltar en cualquier universidad, los cerebritos, y los amantes del rock, el pelo hacia un lado y un estilo jodidamente genial, pero quienes más la tienen descolocada son el grupo lateral, chicos fumando, escuchando "música del diablo" como le llama ella, y chicas pavoneando sus grandes traseros en la cara de uno que otro chico. Los observo con intensidad, desde mi lugar logro ver la ropa interior de una de las chicas que lleva una minúscula falda.

Sin tiempo que perder y antes de que mi madre quede traumatizada de por vida, le quito los libros de las manos y mi maleta y hago que me mire. Su expresión descolocada me hace soltar una carcajada, ella me mira con gesto serio y por milésima vez, me recuerda lo que vengo a hacer aquí y que no me deje llevar por las tentaciones. Sin poder evitarlo me vuelvo a reír al ver su afán por que le prometa que no me desviare de mis estudios, le aseguro, prometo y hasta le juro que así será.

Si no lo hago es capaz de sacarme de allí en medio segundo y rociarles gas a los chicos rebeldes, no dudo que se atrevería a hacerlo. Me despido de ella y la abrazo con cariño, se va no sin antes decirme un último «Te quiero linda» A pesar de ser algo exagerada con todo, sé que lo hace por mi bien y lo aprecio muchísimo ¡Es un amor! Promete llamarme al llegar a casa. Algo encartada con todo el equipaje intento caminar hasta recepción, de pronto siento que alguien me toca la espalda, con el pelo rubio tapándome el rostro suelto ambas maletas e intento levantar la mirada, al hacerlo me encuentro con uno de los chicos del lateral a quien descubrí mirándome desde que entré aquí, se quita un mechón de su revoltoso cabello de la cara y me mira con una media sonrisa.

- ¿Necesitas ayuda? —Me sonríe y yo asiento.


- Gracias —Digo mientras él con toda confianza me pone un mechón de cabello tras la oreja.

Levanto la cabeza para mirarlo. Cuando deja todas mis maletas y libros en recepción, vuelve a mirarme mordiéndose el labio inferior y yo esbozo una sonrisa tímida.


- Le agradezco de nuevo...


- Steve —Finaliza él.


Y sin más me guiña el ojo y se va con su grupo de amigos, lo miro con curiosidad mientras la chica a quien minutos antes le vi la ropa interior me mira con el gesto fruncido y lo coge del brazo meneando su rubio cabello.

Enarco una ceja sin entender muy bien porque esa miradita, sin más me olvido de todo y me sumerjo en la enorme universidad ¡Qué buen aspecto tiene!

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