Una Navidad Muy Suppasit (Libro 5)

Capítulo 1

Los sonidos de risas infantiles resonaron por toda la casa, seguidos de pequeños golpes de pies corriendo. Golpes más pesados perseguían a los más ligeros, y la risa de Bright fluyó por el pasillo, hacia la habitación en la que Saint estaba sentado.

Saint bajó la mirada hacia la cara angelical de su hija, de tres meses y se encogió un poco, cuando ella saltó en su sueño debido a la fuerte voz de su tío. Acababa de lograr que Valentina se durmiera, y la última cosa que quería, era que su gritón hermano la despertara de nuevo.

Arrulló suavemente a Valentina y continuó meciéndola en la mecedora, que había comprado especialmente para el cuarto de su niña. Afortunadamente ningún daño se había hecho y Valentina dormía, sin enterarse. Saint siguió sosteniendo a su hija durante varios minutos más, disfrutando de la sensación de tenerla en sus brazos.

Valentina es una niña de papá, y Zee la malcriaba mucho. Una vez que había superado su nerviosismo por la posibilidad de resultar como su viejo y cuando en realidad sostuvo a su hija, todo pareció encajar. Ahora, siempre recogía a Valentina y no quería volver a acostarla otra vez. Zee le agradecía a Saint , a menudo, por haberle dado el regalo de su hija.

Los genes Suppasit se habían mantenido fieles en ella, ya que nació con los ojos marrón chocolate. Sin embargo, su pelo era tan negro como la noche, igual que el de Zee. Los ligeros mechones marrón dorado de Saint ni siquiera consiguieron tener un vistazo. Su grueso pelo, había comenzado a salir más delgado, como lo hacían en la mayoría de los bebés, cuando tenían tres meses, pero seguían siendo igual de oscuros.

Saint se puso de pie, con cuidado de no empujar a la bebé, que estaba durmiendo en su brazo y la acercó a su cuna. La besó en la frente y la colocó en su cama, cubriéndola con una gruesa manta. Era verano en diciembre, pero en la región alpina del sur de Bangkok Phuket , casi nunca hacía más de veinte grados durante el día. Y bajaba a un solo dígito

durante la noche. Sin embargo, toda la nieve se había derretido mucho antes de que la Navidad siquiera llegara.

Era realmente una pena. Saint amaría ser capaz de despertar la mañana de Navidad con un manto de nieve blanca en el suelo. Ya había ocurrido una vez en 2006, cuando una grave sequía había dado paso a abundantes nevadas en Navidad. Desafortunadamente, vivían en el lado equivocado para que eso sea posible, con demasiada frecuencia.

Después de asegurarse de que su hija estaba acomodada, Saint salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí. Miró su reloj y gimió cuando se dio cuenta de la hora. Generalmente amaba sus mañanas, pero Valentina se había despertado ese día a las cinco y ahora tenía una desesperada necesidad de dormir un poco.

Saint se había levantado con ella, mientras que hoy Zee tuvo que ir a su oficina, para ultimar todos sus casos y así poder tomar las siguientes dos semanas de vacaciones. Zee quería tener algo de tiempo de calidad con su familia, durante las vacaciones de Navidad y Saint no podía estar más feliz.

Se detuvo junto a la habitación que compartía con Zee , cogió el monitor del bebé antes de dirigirse a la cocina a buscar una taza de café. Con suerte le ayudaría a despertarse un poco. Gulf actualmente bailaba alrededor guardando los platos en su lugar. Le sonrió a Saint cuando este se dirigió a la jarra de café y se sirvió una taza.

Añadiendo la leche y el azúcar, tomó un sorbo antes de girarse y sentarse en el banquillo.

—Así que, ¿todo listo para mañana? —Le preguntó a su cuñado. Gulf se rió de él. —Tienes que estar bromeando, ¿verdad?

Saint sonrió para cubrir el hecho de que en realidad no había estado bromeando.

—¿Tienes alguna idea de la cantidad de preparativos que hay que realizar para preparar una comida para todos ustedes, hombres hambrientos? Por no hablar de una fiesta de Navidad, que incluye a sus padres.