Departamento de Misterios

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Ella no era irrompible, era humana. Sentía en cada parte de su cuerpo el dolor de las palabras de odio que su amada le había dicho y apenas, después de varios días dándole vueltas al asunto, había caído en cuenta de sus palabras, el por qué de todo. Se sintió estúpida por la maldita esperanza que seguía dentro de ella, esa esperanza de verla de nuevo, de encontrarla y que la recibiera con cariño y besos como en el pasado. Pero lo que recibió fue un golpe de realidad, sabía que tenía que pagar algún día por lo que hizo, incluso se reía con esto argumentando que el karma era una maldita perra y que se aseguraría que esa perra al menos fuera guapa. 

Lo fue. La más bonita de todas, en su cabeza rondaba su imagen malvada, sexy, fría. Demonios, eso la excitaba un poco, pero su lujuria se apagaba en instantes cuando el dolor y la culpa invadían su mente. Culpa de todo el daño que hizo y comenzó a reflexionar ¿cómo diablos se convirtió en tal asquerosidad? ¿cómo podía asesinar inocentes?. En todos esos años en Azkaban nunca se había arrepentido o si quiera pensado en eso pero ahora que lo tenía enfrente de su cara y que le estaba dando unas buenas bofetadas fue cuando comenzó su verdadera condena.

Pasó meses en una abrumante depresión llena de alcohol y lagrimas, iba a las misiones que le ordenaba Voldemort y volvía a su habitación a llorar por su pasado. En todo ese tiempo casi todos los días veía a Lana  y en todo ese tiempo no le dirigió la palabra ni una sola vez, Bellatrix comenzaba a resignarse.

Y un día, dejó de sentir dolor, dejo de sentir culpa, dejo de sentir absolutamente todo mientras se terminaba su tercera botella de alcohol en el día y en ella creció una necesidad de ser alguien nuevo. A la mierda, era Bellatrix Lestrange la temida mortifaga y a quien todos consideraban la mano derecha del hombre más temido del mundo mágico, de hecho estaba segura de que ella era mejor que él pero se lo reservaba para sus pensamientos. Debía parar con su autodestrucción y seguir adelante, ya estaba grandecita y si su romance de adolescencia no podía continuar pues a la mierda. 

Necesitaba redimirse, hacer todo bien y tratar de enmendar sus errores así que esa misma tarde decidió rastrear a su hermana Andrómeda, era algo que necesitaba hacer, durante su encierro pensaba todo el tiempo en sus hermanas y en el engaño que las hizo creer su madre, en todo el tiempo que llevaba fuera de Azkaban no se había dado ni un momento para reencontrase de manera apropiada con ellas, era parte de su redención al final de cuentas.

Quedó con Narcissa, la engañó diciéndole que irían "a tomar un paseo" con la intención de llevarla al mundo muggle donde vivía en las sombras su hermana. Cuando Bellatrix supo que Andrómeda se casó  con un sangre sucia la verdad es que se alegró por su hermana porque sabía que si había tomado esa decisión era porque realmente estaba enamorada de ese chico y verla así era algo que le daba orgullo. Se reunieron a las afueras de la Mansión, Cissy miraba curiosa a su hermana más cuando llevaba semanas actuando como un fantasma, cosa que le hacía pensar que Azkaban la había dejado peor, cosa obvia. Estaba a punto de preguntar a donde irían cuando la tomó del brazo e hizo que ambas aparecieran en una casa de dos pisos con un jardín precioso lleno de flores de colores, Narcissa volteó enseguida y comenzó a carcajearse en su cara.

-¿Qué es tan divertido?- dijo Bella malhumorada.

-Que hayas sido tan misteriosa para traerme a casa de Andrómeda y Ted, tonta- se carcajeo de nuevo.

Bellatrix la miró con asombro -Tú...?

-Si Bella, no la he dejado de ver, es mi hermana. Convivimos a menudo pero obviamente en secreto porque ya sabes... señor tenebroso.- dijo poniendo los ojos en blanco.

Al parecer ella no era la única harta del calvo verde.

-¡Tía Cissy!- la voz de una chica con cabello rosa las tomó por sorpresa. Mientras Bella las veía saludarse cayó en cuenta de algo...

Monstruo Hermoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora