El ángel de la paz

Capítulo 3

- ¡Auxilio! – Grité lo más fuerte que pude con las únicas fuerzas que me quedaban esperando que las personas que vivían frente a la casa me escucharan. Después de eso me desvanecí, no sé cuánto tiempo quedé inconsciente en el suelo polvoriento bajo el cielo nocturno.

Cuando recuperé la conciencia los faros de varios automóviles me apuntaban con su luz. De los vehículos descendieron una serie de hombres con gabardina y sombrero, algunos de ellos sostenían un cigarrillo que se consumía entre sus dedos liberando un humo espectral azulado.

-Levántenlo- Ordenó uno de ellos señalándome con la mano con la que sostenía el cigarro, a los pocos segundos un par de oficiales se acercaron a mí tomándome por ambos brazos.

Estaba mareado y desorientado, aún no procesaba lo que había pasado. No podía mantenerme en pie, pero eso no fue impedimento para que los policías me arrastraran hacia los carros y me recargaran sobre la cajuela de uno de ellos. Tenía la mirada perdida, recordaba algunos pedazos de lo ocurrido. Sabía que tenía una invitación de Patrick para venir, que la puerta estaba abierta. Todavía sentía mi tacto sobre aquellos zapatos y por último recordaba el haberme arrastrado sintiendo un insoportable dolor de cabeza que aún no desaparecía.

Enfoqué mi vista en los dos hombres que permanecieron frente a mí, noté que uno de ellos tenía su revólver desenfundado y trataba de ocultarlo en el bolsillo de la gabardina.

-No creo que necesites eso- Dijo una voz grave que se aproximaba a mi espalda, seguido de eso el oficial guardó su arma- Hola muchacho ¿Lugar y momento equivocado? – No respondí nada, ni siquiera me preocupe en levantar la mirada, el hombre de la voz gruesa se detuvo frente a mí y se hinco para verme a los ojos – Sé que ya lo supones, soy el que está a cargo de este asunto, detective Benjamín Mills – Me acercó su mano para estrecharla, pero mi cuerpo no me dejó responder – Espero que tu actitud sea producto del impacto de la situación, no soy un hombre paciente y no soportaré ninguna clase de indiferencia, te daré unos minutos. Benjamín se alejó para reunirse con varios policías que esperaban en círculo frente a la casa.

-Estás metido en un buen lío- Me dijo el hombre del arma. No dije nada, no sabía si no quería o no podía hacerlo, pero después de esa frase permanecimos en silencio durante varios minutos. A lo lejos podía escuchar como Benjamín dirigía a sus hombres.

-Escuchen todos, Artur y Horacio ustedes vayan a hablar con los vecinos, son ellos quienes hicieron la llamada y reportaron el cuerpo. Abel, utiliza la radio de la patrulla e intenta comunicarte con el conductor del carro funerario, lo necesitamos aquí de inmediato. Caleb y Emanuel monten guardia, uno en la puerta de frente y otro en la trasera, nadie entra o sale de esa casa sin que nosotros lo sepamos.

Cada uno de los uniformados obedeció la orden sin interrupción alguna, cuando el grupo se dispersó Benjamín regresó para continuar con su interrogatorio.

-Ustedes dos, den apoyo en la guardia – Los policías que me custodiaban se marcharon dejándome solo con aquel hombre que hasta ese momento sólo me había causado pánico- Bien chico, intentémoslo una vez más, soy el detective Benjamín Mills, mucho gusto – Extendió su mano nuevamente, esta vez me sentí comprometido, estaba seguro que, si no lo hacía, las cosas se complicarían. Respondí el saludo.

-Excelente- Continuó- Es un buen avance, escucha chico. Hace dos horas, aproximadamente, recibimos una llamada de auxilio, el comunicado lo hicieron las personas de la casa de enfrente, la familia Quispe. Nos dijeron que un hombre había salido de la casa del detective Patrick pidiendo ayuda y después se había desmayado. Obviamente les pedimos que se alejaran de la escena, pero al no saber si tu vida corría peligro el señor Quispe decidió acercarse para averiguar tu condición, cuando se aseguró que aún respirabas entró a la casa acompañado de su linterna para buscar si alguien más necesitaba ayuda, le bastaron un par de segundos para salir corriendo. Fue cuando recibimos una segunda llamada reportando un cuerpo dentro.