Perdón:

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No podré cumplir mi promesa, tengo que terminar con la maldita rata que nos traicionó, desconozco el rumbo que vaya a tomar mi decisión, sólo sé que tu hijo estará a salvo, esto es solo un decir, porque no me convence del todo los cuidados que esa familia puede brindarle, sobre todo después de saber los maltratos y desplantes que recibía Lily por parte de su hermana; Es curioso, después de tanto tiempo me doy cuenta que ella y yo, no éramos tan distintos y lamento profundamente su partida.
Cornamenta, te juro por mi vida que te vengaré, porque una parte de mí murió contigo esa dolorosa noche.

Una enorme mancha de tinta negra estaba impregnada sobre aquél pergamino, como si el autor tratase de borrar algo, aunque trato de arreglarlo con un dibujo de un cielo estrellado, una hermosa luna llena acompañándolas y la silueta de un ciervo, a su lado un perro. En el trozo dónde la tinta terminaba, unas líneas escritas a prisa que parecían unos garabatos desesperados se podía leer:
___ Lo he hecho, el traidor ha caído, sin antes dejarme como cargo de conciencia la muerte de personas inocentes y por lo cuál estoy siendo perseguido. Cornamenta, aún en el exilio, independientemente de mi situación, pensaré en ti, mis labios y corazón suspiraran al escuchar tu nombre, susuraran y anhelaran ilusamente tu llegada a menos que decidas venir a coger mi alma moribunda. Te llevaré conmigo hasta el último latido del corazón de este miserable perro...

Lisa busco desesperadamente dentro de aquella bolsa y caja algún papel que pudiera ofrecerle una conclusión satisfactoria, pero sus esfuerzos fueron en vano, no existía un final para aquellos enamorados. Lloró profundamente, como si se tratase de alguien cercano, un lejano aullido interrumpió su llanto, miró al cielo, la noche había avanzando, tomando aquel pergamino, pudo ver ese mismo cielo que el autor hizo en su relato. Suspiró profundamente, con una voz triste y quebradiza dijo:

___"Estoy segura de que ya están juntos".
Diciendo esto, se apresuró a escribir el desenlace para ambos, ellos vivirían en el viaje del tren, en el fuego de una fogata, en la noche estrellada de luna llena, en el beso prohibido, en la fragancia guardada en la memoria, en el corazón roto de un amor no correspondido, en los ojos de quién hayan leído en las líneas de ese pergamino.
Para siempre Canuto y Cornamenta.

A Cornamenta:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora