Capitulo 1: El interrogado

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Las calles tenían mucho movimiento como para notar que la ciudad estaba viva. Personas estaban acostadas en la sucia calle haciendo notar que eran desempleados o vagabundos, los edificios estaban grafiteados y de colores muy pesados. El ambiente parecía tener smog, las nubes tapaban el Sol y el cielo hasta aparentar que todo el sitio era gris incluso el cielo mismo, sin embargo, había muy pocas probabilidades de que lloviera. El tránsito era regular, no había sonidos de coches, pero si movimiento de ellos. En la ciudad se encontraba un taxi de color gris con líneas amarillas a los costados y una línea del mismo color al frente. Era un Ford Fiesta y dentro del vehículo se encontraba un joven en el asiento trasero arrinconado a la derecha de donde se encontraba el conductor. El joven tenía 13 años y poseía uniforme de la escuela secundaria a la que pertenecía, cargaba con una mochila en sus piernas y la abrazaba para que no se cayera cuando frenara el conductor. En la radio del taxi había música de banda, esto no le molestaba al joven, aunque afirmaba que no era uno de sus gustos. El hombre que conducía el coche parecía que tenía 39 años aproximadamente con un copete muy brillante que parecía que se había puesto todo el gel antes de empezar a trabajar, estaba un poco gordo y tenía una camiseta de botones.

-Aquí bajo-. Comentó el joven con la mochila en sus piernas. El hombre asintió con la cabeza y se estacionó al lado de la banqueta para que el joven pudiera bajarse. El hizo un rápido movimiento para ponerse la mochila atrás y bajarse. El niño agachado que sostuvo la puerta del coche dijo:

-Gracias-.

-De nada mijo-. Respondió el señor un poco apresurado. El joven se puso derecho y cerró la puerta, un segundo después el taxista se retiró y solo podía observar cómo lentamente el taxista se detenía por el tráfico hasta no ser reconocido el vehículo en el que transitaba anteriormente el muchacho. El niño cambió su expresión facial radicalmente de una sonrisa muy poco reconocible de lejos a una cara de seriedad y repentinamente de suspenso. Caminó hacía la esquina de la calle, en un cruce peatonal. Puso su mano en su bolsillo derecho del pantalón para sacar su celular y hacer una llamada, marcó a un número, se colocó el celular en el oído y espero a que terminará el zumbido. En cuanto terminó el zumbido la grabación comenzó.

-Buzón de voz... la llamada se cobrará al terminar el tono siguiente...-. Después del tono al que se refería la contestadora, Assix empezó a hablar:

-Papá... mamá... no estoy en la casa... me desvié, estoy en el centro de la ciudad porque tuve unos problemas con unos morros de la secundaria que no les quise contar. Los quiero y esto no es tan grave como suena... ahorita lo soluciono-.

Assix colgó el teléfono y volvió a marcar a otro número, se lo colocó nuevamente en el oído y esperó a que alguien contestará.

-Oye, estoy aquí enfrente-.

- ¿Tienes lo que te pedimos? -.

-Si-.

-Está bien, ya te vimos, más te vale que no te vayas o ya sabes lo que va a pasar-.

- No me voy a ir, sólo tengo que cruzar la calle-.

- ¡Apresúrate! -. Assix despegó el celular de su oreja, vio su teléfono apagado y lo prendió solo para terminar la llamada. Lo volvió a apagar pulsando un botón en el lado derecho de su móvil y repentinamente observó su reflejo en la negra pantalla. Un niño con el rostro traumatizado y lentos movimientos como si procesará todo lo que hacía para no cometer un error torpe que demuestre miedo hacía lo que estaba sucediendo ya que estaba siendo observado. Assix rápidamente introdujo de nuevo su celular en su bolsillo y miró al frente. Veía un camellón al que llegaría si cruzaba la calle con unas vías del tren que iban en la misma línea donde se ubicaba tal camellón y un semáforo en verde para los vehículos. Con miedo hizo su cabeza ligeramente hacía arriba para ver el segundo piso de un edificio enfrente de él a unos pocos metros en donde se encontraba un muchacho casi con la misma edad que él observándolo por la ventana con una cara sería, era el mismo muchacho al que le hizo la llamada. Assix tragó saliva y sintió que alguien atrás de él lo estaba vigilando. Volteó su cabeza ligeramente hasta obtener un vasto panorama de lo que estaba a sus espaldas. Lo que vio fue un pasillo con pilares del lado derecho para llegar a la otra calle, unas escaleras con puerta cerrada para subir al segundo piso izquierdo donde seguramente se encontraba un bar con entretenimiento para adultos y una persona a lado de la puerta cerrada de las escaleras. Una camioneta blanca tipo pickup estaba estacionada con dos judiciales que lo miraban con los ojos resaltados clavándosele cómo cuchillos. Assix se apresuró a cruzar la estrecha calle y llegó al camellón con las vías del tren. El semáforo estaba en verde todavía pues sólo habían pasado unos segundos, pero para Assix se le hizo una eternidad. Las luces de la camioneta se encendieron con los colores azul y rojo y los hombres adentro se acercaron a Assix. Su corazón casi se le salía del pecho y comenzó a lagrimear como si supiera que ya estaba perdido. Tenía que esperar únicamente a que el semáforo se cambiará a rojo, pero ya estaban demasiado cerca. Assix gritando soltó la mochila, salió corriendo lo más rápido que podía derecho y empezó a gritar.

La Segunda Llegada de las GemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora