Parte única

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¿Estás segura?.- Preguntó una voz suave y dulce en un susurro que se desvaneció en el aire como un suspiro, el acento francés daba un ambiente de tranquilidad sedosa a la noche cálida de Londres, algo inusual pero no por ello desagradable, los ruidos nocturnos del cercano bosque arrullaban el crepúsculo que despejado reflejaba con pulcritud la luz rojiza .

-¿De verdad estás segura?.- Volvió a preguntar una mujer de tez tersa y nívea, labios carmín, ojos azules insondables y acuosos, el cabello rubio resplandecía algunos instantes bajo la luz artificial de la habitación. Una mujer castaña reposaba intranquila sobre la cama suave, respiraba con dificultad.

-Sí...-Atinó a decir detonando inseguridad en las palabras.

-Ava, en serio si no quieres hacerlo podemos esperar y...-

-Elise, he dicho que sí.- Interrumpió rápidamente mirándola a los ojos mientras le tomó de la mano con la misma presura, la rubia miró con fijeza los ojos chocolate que se veían increíblemente profundos, asintió con un leve movimiento de cabeza y se preparó para disponer del cuerpo de la morena.

-Espera.- Ordenó esta.

Ava hizo ademán de señalar a un punto lejano de la habitación, Elise volteó la mirada tratando de ver lo que le señalaban hasta discernir que era el interruptor de luz, dibujo una mueca bastante graciosa.

-Vamos, eso es infantil.-Le reprochó pero comprendiendo que no habría otra manera, se levantó y caminó para apagar la luz que parecía molestar tanto a su amiga.

-Pero que quedé claro que yo quería verte.-Elise susurró juguetonamente.

-De acuerdo...-Contestó la chica inglesa de manera pensativa.- Puedes encender la lámpara de noche si te asusta tanto...- Finalizó mirándola con una actitud retadora.

-No es eso, tú sabes...- El tono de voz de la francesa denotaba un poco de vergüenza.- Es que no estaré segura de lo que estoy haciendo si no veo...

Ava río, levantó una ceja y dijo.- ¿Ahora tú eres la que no está segura?

-No es algo que vaya haciendo diario por ahí...-Gruñó en un tono ofendido, su acento se mezcló con el supuesto enfado, su voz era encantadora.

-¡Oh! Pero claro.- La castaña dijo con sarcasmo.- He escuchado que tienes experiencia, mucha experiencia.

Este último comentario sonrojó a la mujer que estaba frente a ella.

-Lo he hecho un par de veces es verdad y admitiré que nunca nadie se ha quejado.-Explicó levantando los hombros.
-Entonces hazlo.

Elise miró de nueva cuenta el cuerpo semidesnudo que tenía enfrente.

-Haz que valga la pena.-Dijo Ava de manera intimidante.

-Tus deseos son órdenes.- Musitó Elise.

Deslizó sus manos por el abdomen de la morena, ella se tensó un poco.

-Relájate.

Ava rodó los ojos, ¿cómo estaría relajada en una situación así?, justo en ese momento comenzaba a preguntarse porque accedió sin poner mucha resistencia, era verdad que lo que la francesa quería lo obtenía, pero pudo no haber sido tan fácil.

Maldijo mentalmente mientras dos suaves manos masajeaban sus piernas.
Elise paró un momento y miro la expresión de Ava.

-¿Estás lista?

-Sólo hazlo.- Obtuvo como respuesta.

-Si duele... avísame.-Exclamó Elise lo más tranquila que pudo.

-En serio... Sólo hazlo.-Dijo la morena con una voz ronca.

-De acuerdo.

Acto seguido un grito rompió la tranquilidad del bosque.

-Elise... ¡Dios! .-Dijo Ava con pequeñas lágrimas en los ojos.- Habías dicho que no dolería tanto. ¡Dios!

Elise tenía en sus dedos una pequeña cinta de depilar.

-La belleza cuesta.-Dijo riendo.
Ava rodó sobre sí tomando su ahora lampiña pierna y quejándose quedamente.

-Es una suerte que no haya nadie más aquí, le hubieras dejado sordo por semejante grito tan dramático.- Reclamó Elise con una sonrisa en el rostro.

-Es que de verdad duele, duele mucho, prefiero que me saquen un riñón.. o los dos.-Se quejaba comenzando a sollozar de nueva cuenta mientras se ponía de pie con rumbo al cuarto de baño.
-Ah no, espera ahí Ava Winchester, aún falta la otra pierna.-Amenazaba Poèsy siguiéndola con rapidez.

Ava cerró la puerta tras de si, sin embargo esta cedió de inmediato ante la fuerza de la rubia, trastabilló y cayó sobre el azulejo blanco reluciente, la inglesa apenas hubo reparado en su caída sintió el frágil peso de su amiga, el aroma de su piel le fue nítido dada la cercanía, ambas habían caído.

-Excuse moi.- Susurró Elise apenada y con delicadeza, Ava quiso decir algo pero calló, tenía un nudo en la garganta que le impedía articular algún sonido coherente, su respiración se agitaba de una manera inexplicable, Elise dibujó una sonrisa leve en su rostro, la inglesa la imitó, sus risas inundaron la recamara inevitablemente.

Era una velada cálida en Londres...

Nuit de fillesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora