Parte I

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1

Después de la interminable reunión que no fue para nada fructífera, volví a mi escritorio. Revolví el cajón buscando mis aspirinas pero no las encontré. Todavía seguían los gritos de Hipólito de fondo, y veía a Mery corriendo por los pasillos buscando ese maldito legajo. Moví el mouse para activar mi computadora y seguir trabajando, pero me distraje con una foto de un gato que me mando mi mejor amiga. Ya sé el cliché, pero no vamos a negar que los gatitos no son copados.

Mery se acercó despacito con los ojos como platos a decirme que no podía encontrar ese maldito legajo que pedía el pesado de Hipólito. Resoplando me levanté para ayudarla diciéndole que me consiga una aspirina antes de que mate a alguien. Entré al cuarto donde estaban todos los archivos mientras Mery me iba a buscar lo que le pedí. Me fue muy raro y desesperante encontrar el legajo en tan solo cuatro minutos, cuando Mery había estado acá desde las nueve de la mañana. Salí con mi cara de pocos amigos y vi a Mery con la pastilla y una taza que decía 'la mejor secretaria 2014' llena de agua. Le saque la pastilla de la mano, me la metí en la boca, la trague en seco, le apoyé con fuerza la carpeta en el pecho y le sonrío de mala gana. Ella agarra la carpeta mira al techo y suspira. Se va corriendo con la taza aun en la mano y la carpeta en la otra a la oficina de Hipólito cerrando la puerta tras ella.

2

Hay muchas cosas positivas cuando trabajas en un banco nuevo, según dicen, pero lamentablemente aun no puede ver ninguna ya que abrimos hacer tres semanas. Me contrataron el mismo día que se inauguró el edificio, y gracias a mis diez años de experiencia en administración, mi entrevista fue solo una breve llamada. Desde que llegue trato de mantener el orden siguiendo la línea que me pide el dueño de esta institución llamada Banca Privada S.A que es relativamente mejor que el banco anterior donde era esclava...digo empleada.

Hipólito grito mi nombre como solía gritarme mi papa cuando hacia macanas. Odio mi nombre completo y escucharla de su seca y rasposa voz me hace odiarlo aún más. Las paredes del banco vibran al sonido de 'Stella'  hasta que me acerco a la oficina y con una media sonrisa arqueo mis cejas con paciencia para por fin descubrir que mierda quiere ahora.

Sentado en la silla, que ya tiene el respaldo vencido, yace un ser lánguido y pálido como el mármol. Cara larga y afilada con ojos azules y los bordes rosados. Sus labios finos y nariz prominente sirven de estantería a sus cabellos blancos y lacios. Esa apariencia longeva no explica sus cuarenta y largos, será cosa de nórdico que envejecen pronto pero tardan en morir. Me pregunta por un blanqueo de cuenta de una empresa que ya estaba dada de alta y que por su puesto ya había hecho, le respondo y suspira aliviado dejándome ir tranquila a mi escritorio.

3

Agarré mi taza y me dirigí a la planta baja a buscar el dispenser de agua, con la excusa de tomar alguna insípida infusión y poder perder algunos valiosos minutos de esta jornada laboral interminable. Baje las escaleras y en el vestíbulo no había tanta gente, por ahora. El de seguridad, como es habitual, miraba el techo y pensada en cuanto tardaba en llegar su reemplazo. Ese guardia en particular no me caía bien ya que era bastante mal educado. En fin, dos o tres hombres con traje, contadores o abogados, y una chica sentada leyendo una revista esperaba que la llamen de la oficina de personal.

En los cajeros automáticos una chica cliqueaba sin cesar hasta que saco su dinero, se retiró lentamente y a su lado un muchacho estaba de espaldas al parecer peleando con la máquina. Cuando llegue al dispenser trato de llenar mí taza de agua pero escucho los susurros enojados y caprichosos del muchacho sabiendo que a veces el cajero puede ser un dolor de cabeza. Apoye mi taza en el bidón invertido de agua y me dirijo hacia él. Noto que es bastante alto ya que su cuerpo esta erguido apoyando su antebrazo a la parte donde está la cámara del cajero. Hay veces que esas cámaras no funcionan por ende no somos molesto con que no las tapen.

Al llegar al lado y ver su espalda musculosa a través de su camisa negra lo cual me pareció increíble, le pregunté si necesita ayuda. Se enderezó y bajó la cabeza mientras la ladeaba con media sonrisa preguntándome si era tan obvio, sus ojos encontraron los míos hubo una mínima pausa que se sintió eterna. Salí del trance al escuchar un 'wow, sos una bomba' que sale de sus labios y me quedé estupefacta pestañando y no pudiendo reaccionar, hasta que se disculpó diciendo que la combinación de mi labial con mi cabello le había fascinado. Agradeciéndole y sonriendo ruborizada, trato de esconder mi excitación explicándole el mecanismo del cajero. Al retirar su dinero hablamos unos segundos más donde me impresiona lo grande que son sus ojos negros y lo perfectamente delineada que tiene la boca.

Debía pasarme una cabeza y se nota que hace ejercicio ya es muy evidente, su quijada cuadrada y tez oscura lo hacen ver muy exótico. Tenía un jean gastado zapatillas y esa camisa que dejaba ver el esternón desnudo. No dejaba de hablarme de sus inútiles intentos para entender los cajeros y yo trataba de ocultar lo poco que me importaba y lo mucho que quería arrancarle la camisa. Al final dijo un estúpido chiste sobre mi labial que hizo que me ruborice como una nena pequeña, mordí mi labio y le dije que fue un placer ayudarlo. Me di vuelta sacándole toda chance de despedirme y hui en busca de mi taza. Ordenando mis pensamientos y tratando de ordenar mis hormonas también, sonrío.

Fueron en total cuarenta y tres segundos en que pasó todo. Primero el disparo, mi taza en el suelo rompiéndose en mil pedazos, la sangre del guardia que no me caía bien serpenteando lentamente por el porcelanato blanco, y los dos hombres, contadores o abogados, con armas tan grandes que no me entraba en la cabeza en donde las habían escondido. La chica que leía la revista estaba acostada boca abajo temblando y llorando mirando al cadáver del guardia mientras yo giro para llamar a la policía cuando mis ojos se encuentran con el cañón de una pistola.

Traté de hacer foco entre mis lágrimas y mi pánico, vi esos ojos negros al final del arma. Su sonrisa se dibujaba cada segundo más perfecta y mientras se acercaba lentamente hacia mí, con el arma aun apuntando a mi frente, me dijo con un tono completamente nuevo, 'ahora te voy a explicar yo cómo funcionan las cosas, bomba' 

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2021 ⏰

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