1. Cara A Cara

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16/05/2021

LYRA

Se repite la misma rutina, igual que ayer, la misma rutina que repito desde hace tanto tiempo que perdí la cuenta. Doy vueltas en mi cama intentando poder dormir para aplazar lo inevitable hasta que no aguanto más y voy al baño de mi habitación, cierro la puerta y me dejo caer al frente del retrete de rodillas.

Más de media hora después logro levantarme, con la vista borrosa por las lágrimas, voy frente al lavamanos, me limpio el rostro con las mangas para poder ver mi reflejo en el espejo, es horrible, estoy tan demacrada que parezco muerta, aparto mi vista, no aguanto verme así, me lavo la cara, cepillo mis dientes y camino hasta la ventana que hay en mi cuarto; dejo entrar la brisa que me recuerda que está empezando la primavera, es cálida a diferencia de noches anteriores.

Prendo un cigarro y me apoyo en el marco a ver el amanecer, me pierdo en el cielo mientras mi cerebro no para ni un segundo, se termina el cigarro y decido por poner música casi inaudible, no tengo ánimos como para soportar quejas de los vecinos por música alta.

Estoy por tirarme a mi cama cuando me acuerdo de mi gato que se adueñó de ella en el momento en el que me levanté, le hago mimos en su cabeza y me mira soñoliento.

–Perdón por despertarte, Lou. – le digo al minino con media sonrisa, se lava la pata y vuelve a su sueño. Él es el único que ve una sonrisa sincera de mi parte en los últimos dos años.

Un bip interrumpe mi conversación con mi mente, agarro el celular y reviso las notificaciones, mi madre me envió un mensaje preguntando si estoy bien, le respondo brevemente y me acuesto al lado de mi pequeño Lou, intentando conciliar el sueño, otra vez.

— — —

A las 23:36 me despierta mi madre con el ruido que hace, llegando del trabajo. Nuestra relación no es la mejor pero convivimos bien, ella casi no está en la casa por su trabajo y yo no salgo de mi cuarto, por lo que rara vez nos vemos.

Se asoma a mi cuarto cuidadosamente. –¿Podés lavar la ropa? El lavadero está abierto hasta la madrugada. A esta hora no hay nadie.– Asiento con la cabeza y me levanto para abrigarme con una campera, hace frío, hoy temprano me olvidé de cerrar la ventana y el clima de afuera ahora está en mi cuarto.

Después de vestirme cierro la ventana y le doy de comer a mi gato. En la cocina agarro una botella de agua y con la ropa sucia en una bolsa, bajo hasta el lavadero compartido que hay en el edificio.

Llego y veo que hay alguien en la lavadora más alejada, esperando impaciente que su ropa termine de lavarse. Intento ignorar su presencia lo más posible pero el movimiento constante de su pie contra el suelo me irrita a más no poder. Pongo la ropa que traje en la lavadora y la enciendo, va a tardar casi dos horas, lo vendré a buscar cuando acabe. Le envío un mensaje avisandole a mi madre que voy a dar una caminata por el barrio y salgo del edificio.

Deambulo por las calles que están cerca del edificio hasta que pasan las horas del lavado y vuelvo al lugar, está completamente vacío, junto todo y voy a mi piso.  Entro en silencio, mi madre está durmiendo y mi gato también, no quiero despertarlos. Acomodo la ropa en su lugar y me adentro en mi cuarto a seguir perdiendo horas de vida.

— — —

Al parecer en algún momento de la noche me quedé dormida, me despierto llorando por una pesadilla, con una presión en el pecho y respirando mal, busco mi celular para ver la hora.

5:38

Dormí casi una hora. Me levanto y voy al baño, hago mis necesidades y me lavo la cara, me veo en el espejo y la presión en el pecho es mayor, me falta el aire y no puedo dejar de llorar.

Estoy teniendo un ataque de pánico.

Vuelvo a mi cuarto y abro la puerta, llamo a Lou y viene rápido, lo abrazo y me siento contra la pared mientras él me lame las lágrimas, no es la primera vez que pasa esto. Más de media hora después logro tranquilizarme y me levanto, agarro mi cajetilla de cigarros y salgo del piso, no quiero molestar a los vecinos con el humo así que subo a la terraza, allí nunca hay nadie y ya casi amanece, es una vista tranquilizante.

Llego y voy al borde, me apoyo ahí y prendo el primer cigarro, pasa el tiempo y se consume, está empezando a salir el sol, prendo otro, el cielo tiene tonalidades rosas, me gusta ese color. El amanecer se ve precioso desde aquí, no sé por qué no vine antes. Tiro la segunda colilla al piso para pisarla y volver a mi habitación, muero de sed.

Al darme vuelta para volver por donde vine veo a alguien en la parte más alejada, es la misma persona que estaba más temprano en la lavandería, parece darse cuenta que la observo y me mira, esto es incómodo, le hago una pequeña sonrisa y me voy lo más rápido que puedo.

TERRAZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora