Primer Aniversario 1

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Fiesta

Los rayos de luz se colaban por la ventana, Pinkie despertó de un salto, y con él al pony que yacía dormido al lado de ella, quien sólo se rio al notarla feliz, pero más que feliz ella estaba emocionada, y no era para menos, solo podía pensar en la organización de una fiesta especial y llena de significado.

Estaba a pocas horas de cumplirse el primer aniversario de su boda con su adorado Cheese Sándwich y todo debía ser perfecto para tal ocasión, dejaría de llamarse Pinkie Pie si pasara lo contrario.

Se divirtió preparando una infinidad de adornos el día anterior: serpentinas, globos, confeti, pintura, gorros de fiesta, y muchos dulces, entre otros objetos estos de los colores que se pueda imaginar, en fin, lo que ambos sabían disfrutar de una buena fiesta.

Había guardado dichos adornos justo en el sótano, ya que sabía que no era un lugar que Cheese frecuentara, es más, evitaba bajar allí, así que, a su parecer, no se le hubiera ocurrido mejor idea que esa, o eso pensó en un principio.

–Oye amor, malas noticias. Creo que el lavabo se averió, deben ser las tuberías.

–¡Qué! –gritó la pony.

En cuestión de segundos, Pinkie veía como su plan se comenzaba a desmoronar, cuando su amado, prácticamente corrió hacia el sótano, con el fin de reparar los daños de inmediato.

–¿A dónde crees que vas Sandwichito? ¿Eh? –Pinkie se interpuso con sus brazos extendidos y unas pupilas enormes viéndolo fijamente; Cheese se sobresaltó ante la acción de Pinkie.

–Hey... relájate, no es para tanto, yo puedo con esto- dijo mientras elevaba el pecho con orgullo y luego le daba unos cariñosos toques en la ondulada melena rosa.

–Oh, no lo creo– sonrió entre dientes mientras pensaba como salir de ese embrollo.

–Ay, por favor Pinkie, no sigas con esos temas, el incidente de la chimenea fue diferente; ese día estaba ayudando tu amiga Rainbow y fue ella la que causó la explosión –Cheese bufó mientras rodaba sus ojos.

–¿Pero quién activó ese lanza llamas hacia ella, ¿eh? –Pinkie elevó una ceja y lo miró .

–Eso fue porque ella dejó las tachuelas regadas en el piso, y una por poco se incrusta en mi ojo– reclamó Cheese con el ceño fruncido.

–Bueno... piénsalo querido, podría haber más tachuelas, miles de tachuelas y cosas punzantes allí en el sótano –le dijo con un tono tenebroso en la voz.

–Con mayor razón bajaré, así me desharé de esas molestas cosas de una vez por todas. –Cheese se arremangó su camisa y dio algunos pasos; el corazón de Pinkie se aceleró por los nervios.

–¡Cheese! –gritó Pinkie mientras se aferraba al cuello de su querido.

–¿Ahora que pasa? ¿Qué? –dijo Cheese entre sonrisas ante el acto de Pinkie, que él tomó por un tierno abrazo.

–No tienes... –Pinkie miraba para todos lados.

–¿Hmm? –Cheese ladeó la cabeza.

–Que... que hacer esto tú solo. –Le devolvió la sonrisa y batió sus pestañas varias veces.

–Oh, Pinkie... pudiste haberme dicho antes que solo querías ayudarme –Cheese la estrujó con delicadeza, mientras la pony rosa esbozaba una débil sonrisa, ya que ella solo podía pensar en la fiesta de aniversario.

La excusa que dió a su comportamiento le había salido muy cara. Tuvo que subir y bajar las gradas del sótano una y otra vez hasta el cansancio, cosa que no fue fácil, y sólo podía sentir como el tiempo se le acortaba más y más.

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