Hasta hace poco los sueños eran sueños. Yo era millonaria y no había sido acusada de asesinato. Mi tío estaba vivo. No conocía a Zack. Aún recordaba el nombre de... "él".
¿Certeza? No puedes tener la certeza de nada.
Abre los ojos, no confíes, todos...
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20 de junio, 2021, hospital J.Kingdom.
—Nathalie, por favor, responda a la pregunta.
Lo miré con furia y desgano a la vez.
Su enorme bigote tenía restos de crema batida haciéndolo lucir más repugnante de lo que verdaderamente era. Había venido solo y no con el aprendiz que llevaba a todas partes, al parecer hoy no sería el conejillo de indias de las clases que este le daba a Samuel.
—A ver, vamos otra vez...
Probablemente ya estuviera harto de hacer lo mismo cada día. El cansancio estaba marcado en su rostro, algo fácil de percibir teniendo en cuenta las enormes bolsas negras formadas bajo sus pequeños ojos.
—Usted fue encontrada hace unas semanas a pocos kilómetros del cadáver de su tío en las afueras de la ciudad—se pasó las manos por los ojos y los restregó. Aparentemente el cansancio no era un impedimento para venir cada día a hacerme las mismas preguntas—Este fue brutalmente asesinado y es cierto, usted fue encontrada entre la vida y la muerte en ese río—se aclaró la garganta y parpadeó un par de veces para despertarse—Pero...eso no la hace menos sospechosa.
En un principio todos se compadecieron de mí y de mi situación, pero con el paso de los días pasé a ser la principal sospechosa y todo indicio de pena desapareció para convertirse en reclamos e indignación.
El ambiente olía a alcohol y medicamentos, y el único sonido existente, además de el de la voz del detective, era el beep de las máquinas conectadas a mí.
Estaba harta de recibir cada día las mismas preguntas y dar las mismas respuestas: yo no fui, no lo maté, yo lo quería, no recuerdo nada. Perder la memoria en su momento pudo haberme ayudado a superar un poco el trauma, pero ahora mismo era lo que me convertía en la principal sospechosa. Sin embargo, no porque no recordara lo sucedido significa que fuese la asesina...¿o sí?
—¿Usted lo mató, cierto?—inquirió otra vez, esa era la pregunta que más había escuchado estos días.
Por mi parte hubo silencio, lo cual consideraba mi pequeño acto de rebeldía. De igual modo no iban a creerme, solo estaban forzándome a aceptar algo que no hice. El contrario suspiró en respuesta, exhausto y molesto por la falta de progreso.
—Mira...
Las drogas que habían puesto los doctores en mis venas comenzaban a hacerme efecto y poco a poco mis ojos se iban cerrando. Las palabras del contrario comenzaron a distorsionarse y volverse más distantes hasta llegar el punto en que no las escuché.
Abrí los ojos.
El detective ya no estaba y en su lugar una lluvia espesa se asomaba por las ventanas. Solté un suspiro de alivio y me incorporé en la cama.